Juez argentino defiende el derecho a exponer el crucifijo

Se niega a descolgar la cruz de la sala de la audiencia del tribunal tras la petición de retiro de sí­mbolos religiosos

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«No voy a descolgar ninguna cruz». Con estas palabras ha manifestado su posición el juez argentino Luis María Rizzi, integrante del Tribunal Oral Criminal Nº 3º (TOC 30) de la Capital Federal, al negarse a quitar el crucifijo de la sala de la audiencia tras la petición de dos asociaciones.

La petición fue de la Asociación Pensamiento Penal (APP) y la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) que piden sean retirados los símbolos religiosos (principalmente crucifijos) de las salas de audiencias de los tribunales, invocando la neutralidad religiosa del Estado.

El juez Rizzi explica en una carta enviada al director de la APP, doctor Mario Juliano, que no va a descolgar ninguna cruz porque «creo en Dios y porque soy católico. Porque tengo reverencia por la cruz de Cristo, el inocente crucificado por los hombres y el más inocente de los condenados, que representa, además, la fe mayoritaria y la identidad de nuestro pueblo».

Asimismo expone que la cruz «no ofende a nadie, sea o no creyente, ni nadie puede sentirse agredido, inquieto, molesto y menos discriminado por su presencia». Del mismo modo explica que la «cruz es símbolo de piedad, de consuelo, y de misericordia; es símbolo de que quienes se desempeñan frente a ella, tienen temor de Dios, y por ello mismo, inspiran más confianza en que actuarán de acuerdo a la justicia y a la verdad, con buena voluntad y con la máxima imparcialidad».

A continuación señala que la libertad religiosa es «precisamente para que quienes quieran hacerlo, cuelguen, lleven o exhiban la cruz, y no para que nos obliguen a quitarla, ocultarla o disimularla».

Además, el juez hace una reflexión sobre la situación actual en la que «la cruz es incompatible con este mundo en el que se confunde el bien con el mal», «se privilegian supuestos derechos de la mujer a costa del derecho a la vida de los niños», «impera la deslealtad, la mentira, la corrupción» y «ya no interesa la protección de la familia y de la infancia».

Finalmente Rizzi recuerda que «Cristo no nos abandonará, aún cuando repudien y quiten su cruz».

El tema de la libertad religiosa fue afrontado el pasado 28 de noviembre por el papa Francisco en la homilía de Santa Marta. Ese día el Santo Padre advirtió que hay ‘poderes mundanos’ que quisieran que la religión fuera ‘algo privado’. Pero a Dios, señaló, se adora hasta el final «con confianza y fidelidad». Del mismo modo indicó que «los cristianos que hoy son perseguidos son el signo de la prueba como un preludio a la victoria final de Jesús». En esa homilía, el Papa pidió pensar en esta apostasía general, que se llama prohibición de adoración y preguntarnos: ‘¿yo adoro al Señor? ¿yo adoro a Jesucristo, el Señor? ¿O un poco mitad y mitad, hago el juego del príncipe de este mundo?’

El caso del juez Rizzi puede recordar al de Nadia Eweida, empleada de la aerolínea British Airways. En 2006 su empresa le prohibió llevar un crucifijo en su puesto de trabajo alegando que perjudicaba la imagen de marca de la compañía. Su defensa le llevó hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, donde finalmente, en enero de año pasado le dieron la razón. La sentencia supuso un paso importante pero no definitivo, porque el mismo jurado falló a favor del empleador en otros tres casos que se apelaba a la libertad religiosa en el trabajo.

Los juicios en Reino Unido le dieron la razón a la compañía aérea alegando “una demostración religiosa que podía incomodar a algún cliente”. Sobre el polémico caso se manifestaron desde diversos ámbitos para apoyar a Nadia, mostrándose contrarios al criterio de la compañía, que admitía turbantes y velos en otros trabajadores.

Cuando se dio a conocer la sentencia de Estrasburgo, el primer ministro británico, David Cameron, comentó que «los principios no deberían sufrir discriminación motivada por creencias religiosas».

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Staff Reporter

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