«Esta furia sobre un niño tan pequeño parece no tener precedentes en la historia de la criminalidad. Rezamos con Cocò que seguro está con Jesús en el cielo. Por las personas que han hecho este crimen para que se arrepientan y se conviertan al Señor». Con estas palabras el papa Francisco, hoy, después de la oración del Ángelus, ha recordado el pequeño Cocò, el niño de tres años de Cassano allo Jonio, quemado en el coche en los días pasados junto a su abuelo y su compañera sentimental. El pequeño Nicolás, “Cocò” nació y se crió en la cárcel, donde permanece ingresada su madre, por procesos con la mafia.
El viernes por la tarde – explica la agencia italiana Sir – cientos de habitantes de la ciudad de Calabria, a pesar de la lluvia, salieron a la calle para recordar las víctimas de esta bárbara ejecución con una vigilia por la justicia, precedida por una marcha silenciosa, organizada por la diócesis y presidida por el obispo, monseñor Nunzio Galantino, secretario general «ad interim» de la Conferencia Episcopal Italiana.
«Si estamos aquí esta noche – dijo el prelado en la apertura – es para decir que, como no tiene sentido exaltarse hasta perder el sentido de la realidad, no es posible dejar que queme -como esos cuerpos carbonizados que he visto sacar del coche el domingo por la mañana – las ganas de continuar caminando, a esperar y a soñar con tanta gente buena».
«La vigilia de esta tarde – añadió – quiere decir que aquí hay gente que quiere contribuir, con el propio compromiso, a ‘educar a vivir la vida buena del Evangelio’, hecha de asunción de responsabilidad y de respeto de los otros y de la creación. Estamos aquí para recordarnos recíprocamente que el ruido sordo de los golpes que han matados las tres víctimas y el olor agrio de los cadáveres quemados no pueden ser el único ruido ni el único olor insoportable capaz de provocar revueltas civiles y movilizaciones por indignación, como esta tarde».
Además del obispo estaban presentes en la manifestación numerosas autoridades civiles, políticas y militares, seguidas por un grupo de chicos que llevaba una pancarta que decía: «Nosotros somos fuego de esperanza», eslogan de la iniciativa. Monseñor Galantino ha revelado que en los días pasados ha visitado en la cárcel a los padres y las dos abuelas del pequeño Cocò: «Les he dicho que esta tarde les tendríamos presentes en el camino con nosotros sobre un camino diferente: hecho de las ganas de redención y ganas de vida nueva. Con ellos y con nosotros, queremos sentir en camino también a su hijo».
Y efectivamente Antonia Iannicelli, la madre de Cocò, se hizo presente en la iniciativa a través de una carta en la que exhortó a responder al mal con amor. «He entendido que debemos cambiar en el corazón, esforzándonos por no responder con la venganza sino con el amor. He perdido un hijo pero he ganado un ángel», decía en la carta que fue leída al inicio de la manifestación.
«La oscuridad en la que ha caído nuestra comunidad – comentó el obispo – tiene una causa precisa: ¡la violencia! Una oscuridad hecha aún más espesa e insoportable por la crueldad con la que actuaron sobre los cuerpos; y sobre todo, ¡porque entre las víctimas había un niño completamente inocente! Si estamos aquí esta tarde es para reencontrar las ganas de ponernos de nuevo en camino. ¡Si estamos aquí esta tarde es porque necesitamos luz en esta oscuridad!»
Asimismo, añadió que si «estamos aquí para poner en un par de horas entre paréntesis la rabia, el sentido de impotencia y la firme condena de atrocidades!»