Este domingo el papa Francisco bautizará a un grupo de niños en la Capilla Sixtina. Una tradición que comenzó con el beato Juan Pablo II. En el año 1989 fue la primera vez que lo hizo y fue al atender la petición de una persona amiga. Bautizó a un solo niño, el hijo del príncipe Orsini. En esa ocasión no fue en la Capilla Sixtina sino en la Paulina. Durante los años sucesivos fue bautizando, en ocasión de la celebración litúrgica del bautismo del Señor, a uno o dos niños en la Capilla Paulina. Y empezaron a aumentar las peticiones para los hijos de empleados del Vaticano y desde familias del Círculo de San Pedro hasta los porteros, conserjes o jardineros. Hubo años durante el pontificado del papa polaco que eran tantos los niños, que incluso la Capilla Sixtina se quedaba pequeña y se hizo en el Aula de las Bendiciones.
Y así se hizo durante el pontificado de Juan Pablo II, continuó Benedicto XVI y este domingo tomará el relevo el papa Francisco.
Sobre el sentido que tiene hacerlo en esta fecha, ZENIT ha conversado con monseñor Juan Miguel Ferrer, subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que ha explicado algunos detalles sobre esta celebración, el sacramento del bautismo, y que no se puede negarlo a los niños por una razón burocrática o verdaderamente grave.
La Iglesia tenía como tradición desde los apóstoles, como día típico para bautizar el de Pascua, y los vinculados: los domingos, o el tiempo pascual; y también el día de la fiesta del bautismo del Señor. El ciclo de Navidad cuando se va estructurando en la tradición de la Iglesia, sobre todo a partir del siglo V, establece un cierto paralelismo con el ciclo de cuaresma-Pascua. La Pascua de Navidad se aplicaba a la Epifanía, día que además de ser la fiesta de Reyes, por una influencia oriental, es también la fiesta en la que se recuerda el bautismo de Jesús en el Jordán y el primer milagro de Cristo en las bodas de Caná. Esto ha quedado en la liturgia romana actual. Después del Concilio, la fiesta del bautismo se trasladó a este primer domingo después de la Epifanía y por eso es el día elegido para que el Santo Padre bautice a los niños.
Monseñor Ferrer explica que Jesús va al bautismo de Juan, que no es un bautismo cristiano sino de preparación. En el bautismo de Jesús, vemos que no será solo un bautismo de agua, sino también de Espíritu Santo. Por ello, el bautismo de los cristianos tiene uno de sus puntos de referencia en el bautismo de Jesús. Pero el bautismo en el Jordán es un signo externo de lo que va a ser el verdadero bautismo que Jesús va a recibir y transmitir a los suyos: su muerte y resurrección.
Por otro lado, monseñor Ferrer cuenta que los símbolos utilizados en el bautismo tienen una procedencia muy antigua y en gran medida están ligados a la tradición apostólica. El bautismo en agua se ve ya en los Hechos de los Apóstoles. Se sabe que ya en el siglo II aparece la vestidura blanca de los neófitos y la unción con óleo. Sobre la entrega de la luz los primeros testimonios son algo más tardíos. Estos elementos hacen referencia a enseñanzas de Jesús. La vestidura blanca hace referencia al "revestirnos de Cristo", la luz a la "luz de Cristo" y el óleo porque el mismo nombre de Cristo significa "ungido".
El papa Francisco, ha preguntado a los fieles en la plaza de San Pedro en varias ocasiones si recordaban la fecha de su bautismo. El Santo Padre ha querido insistir en la importancia de la conciencia que el cristiano debe tener sobre este momento importante en la vida. Al respecto, el subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos nos habla sobre la descristianización de nuestra sociedad, que se ha notado especialmente desde después de la Segunda Guerra Mundial. Un fenómeno muy discutido en los años 70, afirma monseñor Ferrer, fue el tema del bautismo de los niños y llegó la idea de dejarles crecer y que ellos decidieran. Era la primera vez en la historia de la Iglesia que se debatía este argumento. El Magisterio de la Iglesia, en todo momento, insistió en que había que bautizar a los niños y mantener esa costumbre.
El Papa también ha recordado que no se puede negar al bautismo a un niño, si no es por una razón que verdaderamente impida la administración del sacramento. Es necesario entretanto que uno de los padres se comprometa a que el niño tenga una educación cristiana, aunque no la dé él directamente sino a través de otras personas. El Papa nos habla de aprovechar la ocasión para acercar a la Iglesia a esos padres y que se haga todo lo posible porque el niño pueda ser bautizado. Y por eso nos dice Francisco que no apliquemos clichés preestablecidos y cuando no entra en la cuadrícula lo dejemos sistemáticamente fuera. Y en la exhortación apostólica, señala monseñor Ferrer, el Santo Padre menciona de nuevo este tema, porque Francisco concibe la pastoral como ese "arte del pastor" que lo que hace es hacer todo lo posible para atraer hacia Cristo y hacia la Iglesia a la persona que por cualquier motivo se aproxima.