En preparación a la próxima JMJ de Cracovia 2016, el Santo Padre propuso reflexionar en los próximos tres años sobre las Bienaventuranzas. Este año, Francisco invita a los jóvenes del mundo a reflexionar sobre «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos». Hoy se ha publicado el mensaje del Santo Padre para la XXIX Jornada Mundial de la Juventud que se celebra el 13 de abril, domingo de Ramos.
Francisco recuerda al inicio del Mensaje que Jesús proclamó las Bienaventuranzas en su primera gran predicación y lo hizo desde un monte. En la Biblia, indica, «el monte es el lugar donde Dios se revela, y Jesús, predicando desde el monte, se presenta como maestro divino, como un nuevo Moisés». Y Jesús, «enseña el camino de la vida, el camino que Él mismo recorre, es más, que Él mismo es, y lo propone como camino para la verdadera felicidad». En toda su vida, indica el Papa, Jesús encarnó las Bienaventuranzas. Mencionando los desafíos a los que nos enfrentamos cada día, el Papa señala que si abrimos la puerta a Jesús, «experimentaremos una paz y una alegría que sólo Dios, amor infinito, puede dar».
Asimismo, el Papa reconoce que las Bienaventuranzas de Jesús «son portadoras de una novedad revolucionaria, de un modelo de felicidad opuesto al que habitualmente nos comunican los medios de comunicación, la opinión dominante». Porque en la lógica del mundo, los que Jesús considera bienaventurados, son considerados «perdedores y débiles».
Francisco recuerda que «bienaventurados» significa «felices» y por eso pregunta a los jóvenes: «¿Buscáis de verdad la felicidad?» De este modo, observa que en esta época en que tantas apariencias de felicidad nos atraen, «corremos el riesgo de contentarnos con poco» y por ello el Pontífice exhorta a los jóvenes «¡Aspirad, en cambio, a cosas grandes! ¡Ensanchad vuestros corazones!». Del mismo modo, afirma que «es muy triste ver a una juventud ‘harta’, pero débil».
Los jóvenes que escogen a Jesús son fuertes, – indica el Papa – se alimentan de su Palabra y no se «atiborran» de otras cosas. Y les invita a «ir contracorriente», a «ser capaces de buscar la verdadera felicidad», «decir no a la cultura de lo provisional, de la superficialidad y del usar y tirar, que no os considera capaces de asumir responsabilidades y de afrontar los grandes desafíos de la vida».
A continuación, Francisco se detiene en la bienaventuranza que es tema para la Jornada Mundial de la Juventud de este año. Y se pregunta «¿en qué sentido podemos hablar de la pobreza como una bendición?». El Papa recuerda que el Hijo de Dios se hizo hombre, eligió un camino de pobreza, de humillación. Aquí «vemos la elección de la pobreza por parte de Dios: siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza».
Para saber cómo hacer de la pobreza de espíritu un estilo de vida, Francisco da tres puntos.
En primer lugar, «intentad ser libres en relación con las cosas», «no dejarnos llevar por la cultura del consumo», «buscar la esencial» y «poner a Jesús en primer lugar». Además, indica que «para superar la crisis económica hay que estar dispuestos a cambiar de estilo de vida, a evitar tanto derroche».
En segundo lugar, «necesitamos la conversión en relación a los pobres». Francisco invita a «preocuparnos de ellos, ser sensibles a sus necesidades espirituales y materiales». Y a los jóvenes encomienda en modo particular «la tarea de volver a poner en el centro de la cultura humana la solidaridad». Y propone «acerquémonos a ellos, mirémosles a los ojos, escuchémosles. Los pobres son para nosotros una ocasión concreta de encontrar al mismo Cristo, de tocar su carne que sufre».
Finalmente, el tercer punto al que el Papa hace referencia es que también los pobres «tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos. ¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría de los pobres!» Y así, el Papa menciona a un santo del siglo XVIII, Benito José Labre, «que dormía en las calles de Roma y vivía de las limosnas de la gente, se convirtió en consejero espiritual de muchas personas, entre las que figuraban nobles y prelados». Los pobres nos enseñan – observa el Santo Padre – «que una persona no es valiosa por lo que posee, por lo que tiene en su cuenta en el banco».
Por otro lado, el Papa indica que hay un profundo vínculo entre pobreza y evangelización, entre el tema de la pasada Jornada Mundial de la Juventud «Id y haced discípulos a todos los pueblos» y el de este año «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos». Por lo que afirma que «el Señor quiere una Iglesia pobre que evangelice a los pobres» y que «la pobreza evangélica es una condición fundamental para que el Reino de Dios se difunda». Al respecto confiesa que «las alegrías más hermosas y espontáneas que he visto en el transcurso de mi vida son las de personas pobres, que tienen poco a que aferrarse».
Francisco afirma que «los santos son los que más nos pueden ayudar a entender el significado profundo de las Bienaventuranzas» y que la canonización de Juan Pablo II es, en ese sentido, «un acontecimiento que llena nuestro corazón de alegría. Él será el gran patrono de las JMJ, de las que fue iniciador y promotor. En la comunión de los santos seguirá siendo para todos vosotros un padre y un amigo».