El número de seminaristas en España ha aumentado en el curso 2013-2014 por tercer año consecutivo hasta los 1.321, lo que supone un aumento de 14 seminaristas, un 1,1 por ciento más con respecto al curso anterior, según las estadísticas publicadas hoy por la Conferencia Episcopal Española (CEE) de cara al Día del Seminario.
Según la CEE, con este incremento «se consolida una tendencia al alza que ya se venía dando en años anteriores». Concretamente, en el curso 2011-2012, el número de seminaristas pasó de 1.227 a 1.278 y en el curso 2012-2013, creció hasta 1.307.
Además, en el curso 2013-2014 también ha aumentado el número de nuevos ingresos en los seminarios mayores, que ha pasado de 295 a 299, y el número de seminaristas ordenados, que ha aumentado de 130 en 2012 a 131 en 2013. Por otra parte, se han registrado 134 abandonos, 24 más que en el curso anterior, y 20 traslados.
Por diócesis, Madrid es la que aglutina a un mayor número de seminaristas mayores, con 218, seguida de Toledo, con 86. Mientras, Jaca, Osma-Soria, Salamanca, Segovia y Solsona, cuentan en este curso con un seminarista cada una.
El Día del Seminario se celebra desde el año 1935 y cada año llega con un nuevo lema pero con el mismo objetivo: suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, dirigida a toda la sociedad, y en particular a las comunidades cristianas.
La Iglesia en España celebra esta jornada el 19 de marzo, día de San José, pero este año en algunas diócesis españolas se adelantará la celebración al segundo Domingo de Cuaresma (16 de marzo). Para esta ocasión, se ha elegido como lema «La alegría de anunciar el Evangelio», en sintonía con la exhortación Evangelii gaudium del papa Francisco.
En la reciente Visita Ad Limina de los obispos españoles, el Pontífice argentino mencionó expresamente el documento «Vocaciones sacerdotales para el siglo XXI», aprobado por la Asamblea Plenaria de la CEE en abril de 2012, en el que, tal y como recordó el Santo Padre, el episcopado señala el interés en la pastoral vocacional, «un aspecto que un obispo debe poner en su corazón como absolutamente prioritario, llevándolo a la oración, insistiendo en la selección de los candidatos y preparando equipos de buenos formadores y profesores competentes».