Este domingo ha muerto una joven que trabajaba como intérprete de la lengua de signos en el canal de televisión Venevisión, tras ser tiroteada en la localidad de Los Teques, ubicada al sur de Caracas. La fallecida, identificada como Adriana Urquiola, de 28 años de edad, estaba embarazada de tres meses. Una situación la del país latinoamericano que el diario L’Osservatore Romano definió en un título: “No hay tregua para la violencia en Venezuela”.
Las circunstancias no mejoran y la inestabilidad en el país ha llevado a sus vecinos regionales a reunirse para buscar una solución. La Organización de Estados Americanos (OEA) se ha limitado a hacer un llamamiento al diálogo, a pesar de que Panamá había solicitado medidas efectivas, lo que ha llevado a Venezuela a romper las relaciones bilaterales.
Ante la dramática deriva de los hechos, el obispo emérito de la diócesis de Los Teques, Mons. Ramón Ovidio Pérez Morales, ha propuesto la sede del Episcopado venezolano en Caracas como lugar de encuentro entre la oposición y el gobierno, para iniciar un diálogo que considera “necesario”.
En una nota, recogida por la agencia Fides, Mons. Pérez Morales ha enumerado los problemas del país que hay que afrontar de manera urgente: inseguridad, impunidad, inflación y violencia. Además, ha lamentado que algunas propuestas del gobierno, contenidas en el llamado “Plan de la Patria”, aparecen como un proyecto socialista “inaceptable e inconstitucional”.
Por su parte, el ministro de Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres ha declarado a una radio local que se realizarán “operaciones especiales militares y de orden público para erradicar las guarimbas” que en lenguaje popular de Venezuela, son los lugares de protesta, como un local un barrio e incluso una calle.
“Hicimos una reunión con el Alto Mando Militar para activar nuevamente los planes de seguridad predispuestos». Y añadió: «Vamos a tomar acciones en los municipios en los que todavía quedan focos de violencia, pero para devolver el orden”.
En esta línea, la noche del 21 al 22 de marzo el terror se apoderó de los habitantes de las urbanización Rómulo Colmenares, Simón Bolívar y Táchira, cuya población fue reprimida dentro de su propia casa por efectivos militares y de la Policía Nacional Bolivariana durante más de ocho horas, según han relatado los propios afectados.
Mostrando los restos del brutal ataque entre casquillos, cartuchos de perdigones y de gas lacrimógeno (la gente pudo recoger más de 500 bombas entre todas las veredas), una mujer llamada Ana, con lágrimas en los ojos y temblando, ha comentado a La Nación que hicieron desastres en todas las casas.
“Estábamos terminando de rezar el rosario cuando nos avisaron que venían y a montones, todos nos dispersamos y quedamos en diferentes casas. En mi casa se metió mi hijo, su esposa y mi nieto que se estaba asfixiando. Venían a matarnos y nos dijeron que si seguíamos protestando esta noche nos venían a masacrar. Ya desocupamos la casa y sacamos a mi nieto”.
De acuerdo con los vecinos esta es la sexta vez que la Guardia Nacional arremete contra ellos, pero las agresiones del lunes 10 y el viernes 21 de marzo han sido las más fuertes. Juan Rodrigo, habitante de la Urbanización Rómulo Colmenares vereda 1, ha explicado que llegaron apuntando a las ventanas, rompiendo los vidrios y tirando las bombas y los perdigones, desde la calle 1 hasta la 4 donde tumbaron el portón.
“Nos han atacado vilmente y violando nuestro espacio privado, han entrado cinco tanquetas a las calles intimidando y creando terror en la comunidad. Un Guardia Nacional amenazó desde la tanqueta diciendo que si seguían las protestas nos iban a mandar los colectivos, que el sábado iban a arremeter más, que nos iban a masacrar, que iban a enviar funcionarios de civil para detener y torturar a la gente”, ha relatado conmocionado.
También el subsecretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), monseñor Víctor Hugo Basabe ha denunciado hace unos días que varios templos del país y algún religioso se han visto afectados por los focos de violencia.
En el programa Entre Noticias, trasmitido por Globovisión, el sacerdote ha afirmado: «Tenemos iglesias que están en sectores donde la conflictividad ha sido alta y que también han sido atacadas por grupos violentos».
En esta línea, monseñor Basabe ha recordado la difícil situación vivida en la iglesia de Santa Bárbara en Mérida, donde “en plena realización de la misa (…), un grupo armado se presentó en el templo causando pánico, salió, hizo disparos…”
Ante esta situación, el subsecretario general de la CEV ha indicado que “Venezuela tiene la necesidad de entrar en lo que es el espíritu de la Cuaresma; de entrar en lo que es ese llamado a la conversión, al cambio de vida, al arrepentimiento, que el Señor nos está haciendo”.
Las protestas en las calles de las principales ciudades contra el Gobierno de Nicolás Maduro comenzaron el pasado 12 de febrero y pese a la dura represión –una treintena de muertos, cientos de heridos y más de mil detenidos– la movilización popular sigue en pie.
Día tras día, los estudiantes y la oposición expresan el descontento de varios sectores del país provocado por la situación de inseguridad, la escasez de alimentos y productos básicos, la inflación del 56,2 por ciento en el 2013, en control de precios, el deterioro aberrante de la economía del país, la corrupción en los poderes públicos…
Los dirigentes de la oposición venezolana y los representantes estudiantiles no paran de exigir al Gobierno la libertad de los detenidos y el castigo a los culpables de la represión en las marchas. Por su parte, el Ejecutivo afirma que las protestas forman parte de un plan para derrocar al presidente y ha aplaudido la actuación virulenta de las fuerzas del orden para contener las manifestaciones.