El Santo Padre ha recibido esta mañana, en el Aula Pablo VI, a los participantes de la Peregrinación de las Asociaciones «Silenciosos Trabajadores de la Cruz» y «Centro Voluntarios del Sufrimiento», en Roma con ocasión del centenario del nacimiento del fundador, el beato Luigi Novarese, a un año de su beatificación.
El color naranja inundaba el Aula con los pañuelos que los participantes llevaban al cuello y que después agitaban en sus manos a la llegada del Papa mientras gritaban ¡Francisco, Francisco!
Antes de que el Pontífice pronunciara sus palabras, un participante, enfermo en silla de ruedas, ha dado las gracias al Santo Padre porque «con sus palabras, sus gestos, nos ha recordado que somos preciosos para la Iglesia». Así como ha indicado que «ofrecemos nuestros sufrimientos por su ministerio, y sus intenciones». Al finalizar estas palabras, Francisco se ha levantado y se ha acercado a saludarle.
Por su parte, el Santo Padre en su discurso ha recordado que «festejáis el centenario del nacimiento de vuestro Fundador, el beato Luigi Novarese, sacerdote enamorado de Cristo y de la Iglesia y celante apóstol de los enfermos». Así, ha señalado que «su personal experiencia de sufrimiento, vivida en la infancia, lo hizo muy sensible al dolor humano».
El papa Francisco ha querido recordado una de las Bienaventuranzas «bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados». De esto modo, ha explicado que con esta palabra profética de Jesús se refiere a una condición de la vida terrena que no le falta a nadie. «Jesús ha experimentado en este mundo la aflicción y la humillación. Ha recogido los sufrimientos humanos, los ha asumido en su carne, los ha vivido hasta el fondo uno por uno», ha recordado el Papa.
Pero con esta bienaventuranza -ha proseguido- «Jesús no pretende declarar feliz una condición desfavorable y grave de la vida. El sufrimiento no es un valor en sí mismo, sino una realidad que Jesús nos enseña a vivir con la actitud justa». Y es que, ha indicado el Santo Padre, hay modos justos y modos erróneos de vivir el dolor y el sufrimiento. Y precisa: «una actitud errónea es la de vivir el sufrimiento de forma pasiva, dejándose llevar por inercia y resignándose. Tampoco la reacción de la rebelión y del rechazo no es una actitud justa». Por eso subraya que «Jesús nos enseña a vivir el dolor aceptando la realidad de la vida con confianza y esperanza, poniendo el amor de Dios y del prójimo también en el sufrimiento: y el amor lo transforma todo».
El Papa ha observado que es esto precisamente lo que les ha enseñado el beato Luigi Novarese, «educando a los enfermos y a los discapacitados a valorar sus sufrimientos dentro de una acción apostólica llevada adelante con fe y amor por los otros». Él decía -ha recordado Francisco- «los enfermos deben sentirse los autores del propio apostolado». Y ha añadido que «una persona enferma, discapacitada, puede convertirse en apoyo y luz para otros que sufren, transformándose así el ambiente en el que vive».
El Pontífice argentino ha afirmado a los presentes que «con este carisma sois un don para la Iglesia. Vuestros sufrimientos, como las llagas de Jesús, por un parte son un escándalo para la fe, pero por otra son verificación de la fe, signo de que Dios es Amor, es fiel, es misericordiosos, es consolador». De este modo ha indicado que «así vosotros enriquecéis la Iglesia y colaboráis con la misión de los pastores, rezando y ofreciendo vuestros sufrimientos también por ellos. ¡Os soy muchas gracias por esto!» Para concluir Francisco ha pedido a la Virgen que les ayude y se ha rezado un Ave María.