El papa Francisco concluyó su viaje de tres días a Tierra Santa. A las 19,50 horas locales llegó en helicóptero al aeropuerto internacional de Tel Aviv, donde le despidieron el presidente de Israel Shimon Peres y el primer ministro de Benjamín Netayahu.
El Boeing 777 que le trae al Santo Padre de regreso a Italia en el vuelo LY 514 llevaba las banderas de Israel y del Vaticano, y ha partido del aeropuerto internacional Ben Gurión.
En la pista del aeropuerto un piquete de honor tocó unas notas en honor del Santo Padre, que se dirigió hacia el avión. El Papa saludó a lo largo de la alfombra roja a muchas personas, entre las cuales al custodio de Tierra Santa, el franciscano Pizzaballa y a otros que le acompañaron durante esta peregrinación que inició el sábado 24 con la llegada al reino de Jordania, siguió el domingo con sus ocho horas de estancia en Palestina y su partida por la tarde a Israel, en donde permaneció todo este lunes.
A las 20, 10 locales de este lunes el avión de la línea El Al, Israel Air Lines, cerró sus puertas e instantes después inició el despegue.
Un viaje tuvo tuvo muchos gestos simbólicos y que abre una esperanza en una región en donde las negociaciones de paz entre palestinos e israelíes se encuentra estancado desde hace varios años.
Santo Padre en el reino de Jordani elogió el modelo de convivencia existente; en el Estado de Palestina aseguró que llegó el momento de poner fin al conflicto; se detuvo delante del muro que separa Palestina de Jerusalén; y rezó por la paz en Siria y la región en el lugar del bautismo de Jesús; y siempre en Palestina invitó los presidentes del país y al de Israel a ir a ‘mi casa en Roma’ a rezar por la paz.
En Israel, Francisco encontró al patriarca ecuménico Bartolomé; visitó la mezquita de la explanada instando a evitar actitudes que comprometan la paz; fue al Muro de los lamentos en donde rezó y abrazó al rabino Skorka y al jeque Abboud que le acompañaron en el viaje, demostrando que la sincera amistad interreligiosa es posible. Ese día vio una oración del Papa delante del memorial de las víctimas del terrorismo; y un emotivo encuentro en el Yad Vashem, el museo de la memoria del holocausto, y escuchó un ‘nunca más’ referido también al atentado xenófobo del sábado 24 en Bélgica. Registró además un encuentro con el presidente y con el primer ministro de Israel junto a los cuales plantó un olivo. Sin hablar con de los encuentros con las periferias, los enfermos, los heridos por la vida, las guerras, los huérfanos y refugiados. Y de lo que un viaje de este calibre significa para religiosas, religiosos, sacerdotes, seminaristas y fieles que predican diariamente y dan tesimonio de Jesús y su fe católica.