El santo padre Francisco ha recibido esta mañana al cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos y enviado personal a Irak. El cardenal viajó el pasado 12 de agosto y regresó ayer de su misión en territorio iraquí, donde ha llevado la solidaridad concreta del Papa a los desplazados, expulsados de sus casas a causa de la violencia yihadista.
El purpurado, en una entrevista realizada a Radio Vaticana, ha reconocido que ha sido muy bonito «porque apenas he llegado el Papa ha querido en seguida recibirme –esto muestra su sensibilidad– para conocer directamente de mí lo que he visto y lo que he sentido después de haber visitado a nuestros cristianos, a los yazidíes, durante la semana que he estado en Irak».
Además, ha precisado que el Papa ha preferido solamente escuchar y ha estado muy atento. «Me ha dejado hablar ampliamente y obviamente ha llevado al corazón todas las situaciones de las que le he hablado: las expectativas de nuestros cristianos, las preocupaciones y las que son un poco las líneas de la Iglesia. Se ha alegrado de las líneas que han sido adoptadas por parte de la Iglesia local. Puedo decir que el encuentro ha sido bonito; el Santo Padre estaba muy atento y partícipe de lo que le he dicho».
Respecto a la situación que están viviendo estas minorías, el cardenal Filoni cree que ya todos son conscientes de la urgencia inmediata de ubicar a estas familias desplazadas, ya que todos han podido ver la difícil situación en la que estas personas están viviendo. Asimismo, explica que allí todos se preguntan cuánto durará esta situación y qué les espera. «Y sobre esto obviamente tenemos las esperanzas, pero después debemos ver en la realidad. Cierto, nuestros cristianos, muchos de los cuales desean volver, quieren que al volver, los pueblos tengan un cinturón de seguridad, y piden que sea posiblemente internacional, que garantice la vuelta a su vida normal», indicó el purpurado.
Para hacer un balance de su misión en Irak, el prefecto explica en la entrevista que ha sido sobre todo y ante todo humanitaria. «Estoy contento de haber podido hacer esta misión humanitaria, porque para mí ha sido un regreso a esta tierra que conozco y que amo desde hace mucho tiempo, volver a ver una vez más a tantas personas que están comprometidas en actividades de ayuda, y después de dar también una palabra de esperanza, de confianza, de ánimo», expresó el cardenal que fue nuncio apostólico en Irak y el únido diplomático que se quedó en Bagdad durante la Guerra del Golfo, cuando todas las embajadas habían evacuado a sus funcionarios.
Y añadió que los iraquíes desplazados «necesitaban que se les escuchara. Por tanto, escucharles es muy útil para conocer sus aspiraciones, pero ha sido útil también porque para ellos ha sido como un deshago: ‘¿quién escucha nuestras preocupaciones?’ ‘¿quién las oye?'»
Por otro lado, el cardenal ha especificado que también ha sido un viaje bonito a nivel espiritual, «porque estar junto al sufrimiento de tantos hermanos y hermanas ayuda a no ver estos problemas de lejos como cosas que no nos afectan, y por tanto a ser partícipes».
Aunque se está hablando de 120 ó 130 mil desplazados, el cardenal ha visto rostros, no números. «Sus rostros eran los de gente que mira al vacío, dispersos en un futuro que no tiene forma de ser comprensible», afirma el cardenal Filoni. A propósito, invitó a pensar que una mujer en Oriente Medio siempre ha necesitado de la presencia de un hombre –sea un padre, un hermanos, o un esposo– que sea casi la garantía de su vida según su cultura. Ahora, quien no tiene ya una persona –un hombre– que pueda cuidarla, ¿qué futuro tendrá?, se preguntó. «No es como en Occidente, donde una mujer puede también construirse una vida con sus propias capacidades y con la propia fuerza. Por tanto, esto da mucha, mucha pena; la mirada de estas mujeres sentadas, desplomadas, privadas de expresión, era muy impresionante», concluyó el purpurado.