Dios nos precede siempre en el amor. Se trata de uno de los pasajes de la homilía del papa Francisco en la misa matutina, que ha celebrado este jueves en la capilla de la Casa Santa Marta con un grupo de fieles, la primera del año 2015. El Pontífice argentino ha subrayado que el amor cristiano está hecho de obras concretas, no de palabras. Y ha reafirmado que para conocer a Dios no basta el intelecto, es necesario el amor.
En estos días después de Navidad, ha señalado el Santo Padre, la palabra clave en la liturgia es «manifestación». Jesús se manifiesta: en la fiesta de la Epifanía, en el Bautismo y de nuevo en las Bodas de Caná. Pero, se ha preguntado el Papa, «¿cómo podemos conocer a Dios?». Es precisamente este, ha apuntado, el tema del que habla el apóstol Juan en la primera lectura, subrayando que para conocer a Dios nuestro «intelecto», «la razón» es «insuficiente». Dios, ha añadido, «se conoce totalmente en el encuentro con Él, y para el encuentro la razón no basta». Hace falta algo más:
«¡Dios es amor! Y sólo por el camino del amor puedes conocer a Dios. Amor razonable, acompañado de la razón. ¡Pero amor! ‘¿Pero cómo puedo amar lo que no conozco?’; ‘Ama a los que tienes cerca’. Y esta es la doctrina de los dos mandamientos: El más importante es amar a Dios, porque Él es amor; Pero el segundo es amar al prójimo, pero para llegar al primero debemos subir los escalones del segundo: es decir, a través del amor al prójimo llegamos a conocer a Dios, que es amor. Sólo amando razonablemente, pero amando, podemos llegar a este amor».
Es por eso, ha exhortado, que debemos amarnos «los unos a los otros», porque «el amor es de Dios» y «quien ama ha sido engendrado por Dios». Y también, ha proseguido, para conocer a Dios hay que amar:
«El que ama conoce a Dios; el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Pero no amor de telenovela. ¡No, no! Amor sólido, fuerte; amor eterno, amor que se manifiesta –la palabra de estos días, manifestación— en su Hijo, que ha venido para salvarnos. Amor concreto; amor de obras y no de palabras. Para conocer a Dios hace falta toda una vida; un camino, un camino de amor, de conocimiento, de amor al prójimo, de amor a los que nos odian, de amor por todos».
Francisco ha observado así que no hemos sido nosotros en dar el amor a Dios, sino que ha sido «Él quien nos ha amado y nos ha mandado a su Hijo como víctima de expiación por nuestros pecados». En la persona de Jesús, ha sido su reflexión, «podemos contemplar el amor de Dios» y siguiendo su ejemplo «llegamos –escalón a escalón– al amor de Dios, al conocimiento de Dios que es amor». Recordando después al profeta Jeremías, el Pontífice ha afirmado que el amor de Dios nos «precede», nos ama antes incluso de que lo busquemos. El amor de Dios, ha destacado, es como «la flor del almendro», que es «la primera que florece en primavera». El Señor «nos ama primero», «siempre tendremos esta sorpresa». Y ha observado que «cuando nos acercamos a Dios a través de las obras de caridad, la oración, la Comunión, la Palabra de Dios», «encontramos que Él está allí, el primero, esperándonos, así nos ama».
El Papa ha recordado después el Evangelio de hoy, que narra la multiplicación de los panes y los peces por parte de Jesús. El Señor, ha indicado, «tuvo compasión» de la cantidad de gente que había ido a escucharlo, porque «eran ovejas sin pastor, desorientadas». Y ha asegurado que también hoy mucha gente está «desorientada» en «nuestras ciudades, en nuestros países». Por eso, Jesús les enseña la doctrina y la gente le escucha. Cuando luego se hace tarde y pide que les den de comer, sin embargo, los discípulos responden «un poco nerviosos». Una vez más, ha comentado el Santo Padre, Dios ha llegado «primero, los discípulos no habían entendido nada»:
«Así es el amor de Dios: siempre nos espera, siempre nos sorprende. Es el Padre, es nuestro Padre que nos ama tanto, que siempre está dispuesto a perdonarnos. ¡Siempre! No una vez, 70 veces 7. ¡Siempre! Como un padre lleno de amor y para conocer a este Dios que es amor debemos subir por el escalón del amor al prójimo, por las obras de caridad, por las obras de misericordia, que el Señor nos ha enseñado. Que el Señor, en estos días en que la Iglesia nos hace pensar en la manifestación de Dios, nos dé la gracia de conocerle por el camino del amor».
(Traducido y adaptado por ZENIT del artículo en italiano de Radio Vaticano)