Varios millones de personas participaron a la santa misa presidida por el Santo Padre en su cuarto y último día en Filipinas.
El Rizal Park, un área de unas 60 hectáreas, se encontró repleta de personas, muchas de las cuales pasaron allí la noche. El público pudo seguir la misa, gracias también a las pantallas gigantes. El mal tiempo ha obligado a los millones de presentes a usar impermeables. Se estima que ha sido el evento papal más numeroso de la historia, con la participación de entre seis y siete millones de personas, confirmó el padre Lombardi, portavoz de la Sala de Prensa del Vaticano.
El Santo Padre con paramentos color crema y dorado presidió la solemne misa cuya primera lectura fue realizada por una joven no vidente, usando el sistema Brayle.
«Es una particular alegría de celebrar este domingo del Santo Niño con ustedes”, dijo el Papa en su homilía en inglés. Recordó que “Quien no acoge el reino de Dios como lo acoge un niño no entrará en éste”. Denunció también que existen “estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la falta de educación y la corrupción”.
La familia, dijo, “necesita ser protegida de los ataques y programas insidiosos, contrarios a todo lo que consideramos verdadero y sagrado, a lo más hermoso y noble de nuestra cultura. Y tenemos que cuidar a nuestros jóvenes, no permitiendo que les roben la esperanza y queden condenados a vivir en la calle».
Recordó también que Filipinas es el primer país católico en Asia, lo que es un privilegio, pero también plantea llevar el mensaje cristiano. “Los filipinos están llamados a ser grandes misioneros de la fe en Asia”, afirmó. Y concluyó con una invocación al Santo Niño para que bendiga al país.
La comunión para tal multitud no fue fácil, a pesar de los miles de sacerdotes que la distribuyeron.
Al concluir la misa, el cardenal arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle, le agradeció al Santo Padre en nombre de la arquidiócesis de Manila y de los millones de filipinos reunidos allí; en nombre de todas las autoridades y benefactores que trabajaron para esta visita; y de los filipinos que ha confirmado en la fe» en nombre de ellos en español les dijo: “muchísimas gracias”.
Indicó cuantas personas quieren agradecerle, como los niños de la calle, los sin techo, los campesinos, los pescadores, los enfermos, las familias, los filipinos emigrantes, los cristianos no católicos y los promotores de paz. “Todos queremos decirle, gracias Santo Padre”.
“Los filipinos rezaremos por usted, porque Jesús mismo reza por usted” dijo. Y le pidió “Mándenos como misioneros de la luz, la luz de Jesús”.
Al concluir la santa misa, realizó la ceremonia de envío, en la cual se encendieron las velas. En ese momento el Papa les recordó: “La misión de cada cristiano es difundir la luz y comunicar el amor de Dios”.
El Santo Padre salió en un papamóvil construido sobre un vehículo típico de las filipinas, un jeepney. Y desde el Rice Park hasta el arzobispado, millones de personas le esperaron por la calle para saludarle.