El papa Francisco ha llegado en la tarde de este lunes a Roma, procedente de Manila, tras haber sobrevolado once países, y después de un viaje apostólico de ocho días en los que visitó Sri Lanka y Filipinas. En el aeropuerto militar de Ciampino el vuelo A340-313 de la Philippine Airlines aterrizó a las 17,33 horas locales.
El Papa estuvo acompañado en el avión por diversas autoridades religiosas, y por 77 periodistas a quienes concedió una conferencia de prensa durante el viaje de regreso que duró casi 15 horas.
Poco después de llegar, el Papa realizó una visita privada a la iglesia de Santa María la Mayor para rezar delante del cuadro de la Virgen María ‘Salus populi romani’ (Salvación del pueblo romano), por la protección concedida y por los frutos de este viaje apostólico.
El Santo Padre llega con una agenda llena de actividades, entre los cuales sobresalen la reunión con el consejo de nueve cardenales a inicios de febrero, el consistorio del 12 y el 13 de febrero con todos los cardenales para reflexionar sobre la orientación y las propuestas de reforma de la Curia romana, y el 15 de febrero la elevación a la púrpura para 20 cardenales.
El airbus que trajo al Santo Padre partió desde la base aérea de Villamor de Manila a las 10,12 horas locales. Allí le despidieron el presidente de Filipinas, Benigno Aquino, el cardenal arzobispo de Manila Luis Antonio Tagle y los obispos filipinos y diversas autoridades civiles.
El mandatario filipino acompañó al Pontífice hasta la escalera del avión y Francisco le agradeció el esfuerzo realizado en organizar la visita, para la cual “usted tuvo que trabajar horas extras” dijo, y concluyó sus palabras con un “muchas gracias”.
El Santo Padre está dando mucha importancia a la evangelización de Asia, como lo demuestra este segundo viaje apostólico en lo que va de su pontificado, el primero a Corea del Sur, del 14 y 18 de agosto del año pasado y ahora, del 12 al 19 de enero, a Sri Lanka y Filipinas. Y como la vocación de evangelizar Asia que indicó a los filipinos en la misa a la cual asistieron unos siete millones de personas, la más numerosa en la historia de la Iglesia.
A las 17,55 el Papa dejó el aeropuerto en un ford focus azul, escoltado por algunos vehículos y motos hacia la Ciudad del Vaticano.