El santo padre Francisco ha retomado, tras su viaje a Asia, las misas matutinas con grupos de fieles en la capilla de Santa Marta. Y así, este jueves el Papa ha recordado que lo más importante no es la gracia de una sanación física, sino el hecho de que Jesús nos salva e intercede por nosotros.
De este modo, el Pontífice ha comentado el Evangelio del día, que muestra a la multitud que acude a Jesús desde cualquier región. Al respecto, el Papa ha indicado que el pueblo de Dios encuentra en el Señor “una esperanza, porque su forma de actuar, de enseñar, toca su corazón, llega al corazón, porque tiene la fuerza de la Palabra de Dios”. Y lo explica así: “el pueblo siente esto y ve que en Jesús se cumplen las promesas, que en Jesús hay una esperanza. El pueblo estaba un poco aburrido de la forma de enseñar la fe, de los doctores de la ley de aquella época, que cargaban sobre la espalda muchos mandamientos, muchos preceptos, pero no llegaban al corazón de la gente”. Pero, ha añadido, cuando ven a Jesús y escuchan a Jesús, las propuestas de Jesús, las bienaventuranzas… pues escuchan dentro algo que se mueve, es el Espíritu Santo que despierta eso, y van a encontrar a Jesús”.
La multitud seguía a Jesús para ser sanada, es decir, buscando el propio bien. Por eso, el Santo Padre ha recordado que “nunca podemos seguir a Dios con pureza de intención desde el inicio, siempre un poco para nosotros, un poco para Dios… Y el camino es purificar esta intención”. Asimismo ha subrayado que la gente va, busca a Dios, pero también busca la salud, la sanación. “Y si lanzaban sobre Él para tocarle, para que saliera esa fuerza y le sanase”, ha recordado.
Pero lo más importante no es que Jesús sane, esto “es signo de otro sanación”; ni siquiera el hecho de que “Jesús diga palabras que llegan al corazón”: esto, ciertamente ayuda para encontrar a Dios.
Haciendo referencia a la Carta a los Hebreos, ha señalado que “Cristo puede salvar perfectamente a aquellos que se acercan Dios a través de Él. De hecho está siempre vivo para interceder a su favor”. Las dos palabras claves, ha señalado el Obispo de Roma son que “Jesús salva y es intercesor”.
Lo ha explicado así: “¡Jesús salva! Estas sanaciones, estas palabras que llegan al corazón son el signo y el inicio de una salvación. El recorrido de la salvación de muchos que comienzan a ir a escuchar a Jesús o a pedir una sanación y después vuelven a Él y sienten la salvación. ¿Pero lo más importante de Jesús es que sane? No, no es lo más importante. ¿Qué nos enseña? No es lo más importante. ¡Que salva! Él es el Salvador y nosotros somos salvados por Él. Y esto es más importante. Y ésta es la fuerza de nuestra fe”.
A continuación, ha hablado de Jesús como intercesor. “Esto es algo actual. Jesús delante del Padre, ofrece su vida, la redención, muestra al Padre las llagas, el precio de la salvación. Y todos los días, así, Jesús intercede. Y cuando nosotros, por una cosa u otra, estamos un poco bajos de ánimo, recordamos que Él reza por nosotros, intercede por nosotros continuamente”. Además, ha añadido que muchas veces nos olvidamos de esto: “Pero Jesús… sí, ha acabado, se ha ido al Cielo, nos ha enviado el Espíritu Santo, historia terminada’. ¡No! Actualmente, en cada momento, Jesús intercede». De este modo ha invitado a dirigirse así al Señor, en esta oración: «Pero, Señor Jesús, ten piedad de mí. Intercede por mí»
Para finalizar la homilía de este jueves, Francisco ha pedido que nuestra vida cristiana cada vez esté más convencida que nosotros hemos sido salvados, que tenemos un Salvador, Jesús a la derecha del Padre, que intercede.