Para que avance el diálogo interreligioso es esencial el ejercicio de la escucha, y esto no es solamente una condición necesaria en un proceso de comprensión recíproca y de convivencia pacífica, sino también “un deber pedagógico para ser capaces de reconocer los valores de los demás, de comprender las inquietudes que subyacen a sus reclamos y de sacar a luz las convicciones comunes». Y en la base de todo esto está la necesidad “de una adecuada formación para que, firmes en la propia identidad, se pueda crecer en el conocimiento recíproco”. Así lo ha asegurado el Santo Padre en audiencia con los participantes del Encuentro promovido por el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos, con ocasión del 50ª aniversario de la apertura del Instituto sobre el tema “Estudiar y comprender la religión del otro”.
De este modo, el Papa ha señalado que cuando nos dirigimos a una persona que profesa con convicción la propia religión, “su testimonio y su pensamiento nos interpelan y nos llevan a interrogarnos sobre nuestra misma espiritualidad”. Además, ha observado que al principio del diálogo está el encuentro. Francisco ha asegurado en su discurso que si “se parte del presupuesto de la común pertenencia a la naturaleza humana, se pueden superar los prejuicios y las mentiras y se puede comenzar a comprender al otro según una nueva perspectiva”.
Por otro lado, el Pontífice ha reconocido que este Instituto “no se limita a aceptar lo que se dice superficialmente, dando lugar a estereotipos o ideas preconcebidas”. El trabajo académico –ha añadido– fruyo de la fatiga cotidiana, va a indagar las fuente, a colmar las lagunas, a analizar la etimología, a proponer una hermenéutica del diálogo y, a través de una actitud científica inspirada en el estupor y la maravilla, es capaz de no perder la brújula del respeto mutuo y de la estima recíproca.
Además, el Papa ha reconocido que ahora más que nunca se advierte esta necesidad, porque “el antídoto más eficaz contra cualquier tipo de violencia es la educación en el descubrimiento y en la aceptación de la diferencia como riqueza y fecundidad”. Asimismo, ha señalado que el diálogo islámico-cristiano exigen paciencia y humildad que acompañan un estudio profundizado, ya que la aproximación y la improvisación puede ser contraproducentes o incluso causar incomodidad y la vergüenza.
Francisco ha indicado que este Instituto tiene mucho valor entre las instituciones académicas de la Santa Sede y necesita que sea aún más conocido. “Mi deseo es que se convierta cada vez más en un punto de referencia para la formación de los cristianos que trabajan en el campo del diálogo interreligioso, bajo la guía de la Congregación para la Educación Católica y en estrecha colaboración con el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso”, ha manifestado el Papa.
Al finalizar su discurso, Francisco ha deseado que este Instituto no traicione nunca la tarea primaria de la escucha y del diálogo, fundado en identidades claras, sobre la búsqueda apasionada, paciente y rigurosa de la verdad y de la belleza, esparcidas por el Creador en el corazón de cada hombre y mujer y realmente visibles en cada auténtica expresión religiosa.