Las Hijas de la Caridad constituyen una institución religiosa y benéfica al servicio de los pobres y los abandonados de la sociedad. Fundadas en París por san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac en 1633, las llamadas Hermanas de los pobres desarrollaron su labor solidaria en Francia y Polonia durante los siglos XVII y XVIII. Hacia 1790 llegaron a España y en el siglo XIX se hicieron presentes en casi todos los países de Europa y América Latina, además de en países de América del Norte, Asia, África y Oceanía. Durante el siglo XX y hasta nuestros días han continuado su expansión por todo el mundo. En la actualidad la congregación está presente en 93 países de África, América del Sur, Asia y Europa.
El espíritu de las Hijas de la Caridad se fundamenta en la práctica de las virtudes de humildad, sencillez y caridad, añadidas a las del respeto, compasión y cordialidad para servir a los pobres con verdadera devoción. Comprometen su vida en la atención a los olvidados, enfermos y marginados de todo el mundo. Realizan una extensa labor humanitaria y social al tiempo que trabajan en favor de la justicia, la paz y la solidaridad.
En países del tercer mundo como India, Libia, Angola, Bolivia, Camerún, Congo, Ghana, Ruanda, Haití, Honduras, Mauritania, Madagascar, Marruecos, Mozambique y República Dominicana, entre otros, las hermanas atienden comedores escolares y centros para madres y niños lactantes, sanatorios para enfermos de sida, lepra y tuberculosis. Además, construyen escuelas y se ocupan de la enseñanza de niños y jóvenes. Su labor está siendo fundamental en la reconstrucción de los países afectados por las últimas catástrofes naturales y en los cada vez más numerosos campos de refugiados de todo el mundo.
En esta entrevista con ZENIT, la hermana María Pilar Ríos explica la importancia de la educación y el acompañamiento a los jóvenes del barrio periférico de Oyom’Abang, en Yaundé, capital administrativa de Camerún. En este lugar apartado y de difícil acceso, las Hijas de la Caridad tienen previsto construir un centro escolar para ofrecer a sus alumnos una formación integral de calidad, base de un verdadero desarrollo. Con esta iniciativa, las religiosas conseguirán salvar a muchos jóvenes de caer en las drogas o de ser captados por las sectas.
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¿Cómo surgió su vocación como Hija de la Caridad?
– Hna. María Pilar: Fue el Señor el que me escogió. Yo me quería escapar, pero no pude. Dejé todo a los 22 años y entré en la Hijas de la Caridad.
Después de tantos años, ¿qué significa para usted ser misionera?
– Hna. María Pilar: Estar en la misión es dar mi vida como respuesta al amor que Dios tiene por mí. Quiero que este amor lo reciba otra gente que no conoce a Dios. Que le conozcan, que conozcan este amor. Que conozcan como Él es verdaderamente.
Cuando llegan las dificultades y todo el mundo abandona los países de misión, ustedes siguen siempre al pie del cañón. Parece que los misioneros están hechos de otra pasta…
– Hna. María Pilar: Me parece que estoy hecha de la misma pasta que todos los demás seres humanos. Pero creo que es el contacto con los pobres… No los puedes dejar. Es como una llamada fuerte y no puedes abandonarles.
El papa Francisco habla de una Iglesia en salida, que va a las periferias. ¿Cómo han acogido este llamamiento del Santo Padre?
– Hna. María Pilar: Lo hemos acogido como algo muy nuestro. Es lo que nosotras vivimos, porque estamos saliendo siempre a las periferias, tratando de responder a los signos de los tiempos. Hemos visto que coincidimos muchísimo con el magisterio del Papa. Con la doctrina de los otros pontífices también nos sentimos identificadas, pero con el Papa actual es algo increíble.
Usted está en Camerún. ¿Qué labor desarrollan las Hijas de la Caridad en este país?
– Hna. María Pilar: La Hijas de la Caridad tenemos un gran hospital en Dschang, y un centro para atender a enfermos de SIDA, en colaboración con la Comunidad de Sant’Egidio; otro hospital en el extremo norte, donde existe el gran problema de Boko Haram; una escuela para alumnos de Primaria en la misma zona; en Dschang, tenemos también una escuela técnica y un centro para niños minusválidos mentales; en Foumban, otro hospital completo con maternidad… En Yaundé, Nsimalen, Midjivin, Dschang, tenemos cantinas para alimentar a los que carecen de alimentación, la mayoría son niños malnutridos. Por lo tanto, nos dedicamos a la sanidad, a la educación y al ámbito social. Tratamos de dar respuesta a toda clase de pobreza siguiendo las huellas de nuestros fundadores san Vicente de Paul y santa Luisa de Marillac; nuestro nombre completo es el de Hijas de la Caridad, siervas de los Pobres.
¿Qué importancia tiene la educación en un país como Camerún?
– Hna. María Pilar: Tiene una gran importancia. Se ha abandonado la educación religiosa en la mayoría de las escuelas públicas. Toda esta juventud no tiene donde apoyarse. Los jóvenes están perdidos.
En una parte de las Escuelas de Primaria, la calidad de la educación es muy mediocre. Los centros no reúnen siempre las condiciones para una buena enseñanza. Cuando los alumnos pasan a cursar Secundaria, las ideologías son muy diferentes, hay bastante corrupción y muchísimas sectas alrededor. Por tanto, la educación es algo muy importante. En este ámbito queremos invertir muchísimo las Hijas de la Caridad, porque tenemos que procurar una formación integral a los hombres del futuro de Camerún.
Para que Camerún pueda contar con estos hombres del futuro, ustedes tienen previsto construir un gran centro educativo. ¿Qué nos puede decir de este proyecto?
– Hna. María Pilar: Los Padres Paúles tienen un centro de Primaria muy cerca de donde queremos construir nuestro nuevo complejo educativo en las periferias de Yaundé. Nosotras quisiéramos que estos niños, que dejan la escuela al terminar la Primaria, habiendo recibido las bases de una formación integral, y se van a otros institutos, no se pierdan desde el punto de vista religioso y humano. Al salir de nuestro entorno, se encuentran con las sectas, la droga… Por eso, queremos invertir verdaderamente en la educación de estos jóvenes. Nuestro primer objetivo sería construir unas aulas de Secundaria y más adelante las de Primaria. Nuestra prioridad son estos jóvenes, que no se pierdan. Algunos han caído ya en las drogas. Los propios padres nos han pedido una escuela encarecidamente y les queremos dar una respuesta.
Las personas que lean esta entrevista en ZENIT, ¿cómo pueden ayudar para que se haga realidad este proyecto?
– Hna. María Pilar: Necesitamos ayuda económica, donativos de la gente. Gracias a Dios, el proyecto está hecho y contamos con el terreno. Lo que hace falta es empezar ya a construir.
Las personas interesadas en colaborar, pueden ponerse en contacto conmigo en el correo electrónico: mprios-sidro@hotmail.com
Para el envió de donativos, lo pueden hacer a nuestra Central de Misiones de las Hijas de la Caridad: COVIDE-AMVE. General Sanjurjo, 30 – 28003 Madrid, a su cuenta del Banco Popular: ES73 0075000189 0606886830, especificando que ese donativo es para la construcción del “Complejo Escolar Medalla Milagrosa” de la Misión de las Hijas de la Caridad en Yaundé (Camerún).
¿Qué mensaje le gastaría trasladar a la opinión pública?
– Hna. María Pilar: El mundo necesita personas preparadas. Los que están dejados de cuenta necesitan también que se les considere personas. Puedo decir que en Camerún hay auténticos cerebros, gente inteligentísima, que por falta de medios no pueden estudiar. Queremos que estos puedan est
udiar y formarse integralmente. Que sean hombres y mujeres honrados y honradas, trabajadores y trabajadoras del mañana, los que levanten el país.