Al menos 43 personas murieron este fin de semana en un asalto de Boko Haram a la ciudad de Gubio, ubicada en el estado de Borno, en el noreste de Nigeria.
Un convoy con medio centenar de combatientes de la organización yihadista irrumpió en la localidad nigeriana alrededor de las 16:30 (hora local) del sábado y se fue cinco horas después tras arrasarla, según informaron fuentes militares. Este tipo de ataques suelen conocerse días después debido a la dificultad de comunicación en Nigeria, especialmente en las zonas remotas del noreste del país africano.
El grupo terrorista –que ya opera en Nigeria, Camerún, Niger y Chad– se ha convertido con el paso del tiempo en una organización cada vez más sofisticada y difícil de combatir. En los últimos 4 años, los atentados de Boko Haram han dejado al menos 11 mil muertos.
Las continuas ofensivas de la secta radical, que ha pasado de atentar con bomba contra cristianos a matar a punta de Kaláshnikov de forma indiscriminada, han originado una ola de refugiados hacia Chad. Entre este país, Níger y Camerún hay más de un millón y medio de desplazados por la violencia de la organización liderada por Abubakar Shekau.
No fue hasta el año pasado que Shekau decidió ordenar secuestros de mujeres y niñas, algo que este grupo islamista había rechazado en su momento. La nueva orden del líder surgió entonces como una respuesta ante el hostigamiento que estaban sufriendo las propias mujeres de los miembros de Boko Haram por parte del Ejército, que ha puesto en marcha una campaña de represión contra el terrorismo en el norte del país.
El nombre oficial de esta organización fundamentalista, desde su fundación, ha sido “Pueblo Comprometido con la Propagación de las Enseñanzas del Profeta y de la Yihad”. El reciente cambio de nombre a “Provincia de África Occidental del Estado Islámico” es también oficial, y se ha hecho debido a los lazos entre el grupo nigeriano e ISIS, después de que Boko Haram jurara lealtad al Califato islámico, liderado por Abu Bakr al-Baghdadi.