El cardenal arzobispo de Valencia, Mons. Antonio Cañizares Llovera, presidirá este miércoles en el monasterio de la Encarnación de Ávila, una misa con motivo de la festividad de la Transverberación del Corazón de Santa Teresa de Jesús. Al finalizar la Eucaristía, que tendrá lugar a las 20 horas en la zona norte de la ciudad amurallada, se venerará una reliquia de la doctora de la Iglesia.
Esta celebración –que será oficiada por el que fuera obispo de Ávila entre 1992 y 1997– es la última del decenario de misas dedicado a este singular hecho, y ha sido organizada por las Carmelitas Descalzas en el convento donde la mística profesó sus votos como religiosa.
El episodio es narrado en sus escritos por la propia reformadora del Carmelo: “Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal (lo que no puedo ver sino por maravilla)…, no era grande sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido…, veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas; al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor”.
Tanta importancia tuvo esta experiencia para su legado espiritual, que hasta el papa Gregorio XV lo recogió en su Bula de Canonización: “Entre las virtudes de Teresa, brilló con luz propia la caridad divina. Este amor se fue avivando en ella gracias a las innumerables visiones y revelaciones con que Cristo la favoreció. Una vez el Señor la tomó por esposa. En otra ocasión Teresa vio un ángel que con un dardo encendido le transverberaba el corazón. De resultas de estas mercedes celestiales, sintió la Santa tan abrasadamente el amor divino en las entrañas, que, inspirada por Dios, emitió el voto, difícil en extremo, de hacer siempre lo que ella creyese más perfecto y para mayor gloria de Dios”.
La religiosa española llamaba a esta gracia también “traslación”, en recuerdo de lo que el viejo Simeón dijo a la Virgen “y a ti una espada te atravesará el alma”. Se trata, por tanto, de una participación en los misterios de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Otros santos que experimentaron este fenómeno místico han sido Catalina de Siena, Margarita María de Alacoque, Pío de Pietrelcina, Francisco de Sales y Verónica Giuliani.