Este jueves, 17 de diciembre, se cumple un año del anuncio simultáneo realizado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el mandatario de Cuba Raúl Castro, sobre la puesta en marcha de un proceso para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre sus respectivos países, congeladas desde el año 1961.
Desde entonces y hasta la fecha, ha sido un tiempo marcado por diferentes hitos históricos para el país caribeño: la reapertura de embajadas ocho meses después, la visita del papa Francisco a la Isla, el apretón de manos entre Obama y Castro en la VII Cumbre de las Américas, su esperado encuentro en la sede de la ONU… En definitiva, toda una serie de acontecimientos en los que la Iglesia y el Santo Padre han tenido un papel discreto pero decisivo, algo que han reconocido y agradecido públicamente ambos mandatarios.
La creación de una comisión bilateral para tratar asuntos económicos, sociales y culturales; la salud global, el turismo y los viajes; el comercio; internet y las comunicaciones y la seguridad han formado parte de la agenda de negociaciones del último año, según destaca la Casa Blanca en una Hoja Informativa.
Pero a pesar de estos avances, todavía queda mucho por hacer en el ámbito del respeto de los derechos humanos. De momento, solo se ha producido una reunión de alto nivel en el mes de marzo, para tratar esta espinosa problemática que afecta desde hace más de medio siglo al pueblo cubano. Por este motivo, –señala el documento difundido ayer por la Oficina del Secretario de Prensa– Washington “continúa criticando las violaciones de los derechos humanos y abogando por el respeto a la libertad de expresión y de reunión pacífica”.
Los próximos pasos no son fáciles, porque ambas partes difieren sobre dónde se debe poner el énfasis a la hora de liberalizar la sociedad y la economía del país caribeño. Para el régimen cubano lo importante es la liberalización económica y para el Gobierno de EEUU tiene mayor importancia la liberalización política.