El Parlamento Europeo condena los vientres de alquiler

La UE considera que la gestación subrogada socava la dignidad de la mujer al utilizar su cuerpo como una mercancía

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El Parlamento Europeo se acaba de pronunciar de forma contundente contra la maternidad subrogada. La UE estima que los llamados vientres de alquiler deben prohibirse porque la mujer no debe utilizar su cuerpo como una mercancía.

El Parlamento Europeo ha aprobado íntegramente el párrafo 114 del Informe Anual de Derechos Humanos y Democracia en el Mundo 2014, presentado la semana pasada por el eurodiputado rumano Cristian Dan Preda, que “condena la práctica de la gestación por sustitución”, porque “es contraria a la dignidad humana de la mujer, ya que su cuerpo y sus funciones reproductivas se utilizan como una materia prima”.

Además, la UE “estima que debe prohibirse esta práctica, que implica la explotación de las funciones reproductivas y la utilización del cuerpo con fines financieros o de otro tipo, en particular en el caso de las mujeres en los países en desarrollo, y pide que se examine con carácter de urgencia en el marco de los instrumentos de derechos humanos”.

Por su parte, la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) se ha congratulado por la decisión del Parlamento Europeo y por las disposiciones de la resolución que hacen referencia a los vientres de alquiler, la trata de personas y la pena de muerte.

Esta comisión de los obispos europeos ha trabajado activamente para advertir de los peligros de esta práctica y el grupo de trabajo de la COMECE de Ética de la Investigación y Medicina emitió un dictamen sobre subrogación gestacional, que se ha presentado en el mes de febrero.

Según el citado documento, el Magisterio de la Iglesia alerta sobre este particular afirmando, que el niño debe ser exclusivamente el fruto “de la entrega mutua de los esposos, de su amor y fidelidad”. Lo que no ocurre en la maternidad subrogada, tanto de alquiler como voluntaria (no solo por la transferencia del embrión, sino también por la fecundación in vitro que supone), “que ofende la dignidad y el derecho del niño a ser concebido, llevado en el vientre, dado a luz y criado por sus propios padres; lo que no es así, es en detrimento de la familia; una división de la unidad del matrimonio creando una disociación del carácter moral, psicológico y físico propio de ésta”. En suma, “es contrario a la unidad del matrimonio y a la propia dignidad de la procreación de la persona humana”.

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ZENIT Staff

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