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El Papa pide que el lenguaje de la política y la diplomacia se deje inspirar por la misericordia

“Comunicación y misericordia: un encuentro fecundo”, tema de la 50ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que este año se celebra el domingo 8 de mayo

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Lo que decimos y cómo lo decimos, cada palabra y cada gesto debería expresar la compasión, la ternura y el perdón de Dios para con todos. Es la recomendación que el papa Francisco realiza en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.  Asimismo, el Santo Padre explica que también los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros pueden ser formas de comunicación plenamente humanas. Y explica que “no es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición”.
Al respecto, el Pontífice observa que  “las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad, pero también pueden conducir a una ulterior polarización y división entre las personas y los grupos”. Y asegura que el entorno digital es una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral. Francisco precisa que el acceso a las redes digitales lleva consigo una responsabilidad por el otro, que no vemos pero que es real, tiene una dignidad que debe ser respetada.
En el mensaje publicado hoy, que lleva por título “Comunicación y misericordia: un encuentro fecundo”, el Santo Padre hace una reflexión sobre la llamada que todos tenemos a comunicar y cómo hacerlo con un corazón y unos gestos animados por la caridad, por el amor divino. Así, recuerda que “es característico del lenguaje y de las acciones de la Iglesia transmitir misericordia, para tocar el corazón de las personas y sostenerlas en el camino hacia la plenitud de la vida, que Jesucristo, enviado por el Padre, ha venido a traer a todos”.
Tal y como explica Francisco, “la comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad”. Es hermoso –observa– ver personas que se afanan en elegir con cuidado las palabras y los gestos para superar las incomprensiones, curar la memoria herida y construir paz y armonía.
Así, el Papa desea que “las palabras y las acciones sean apropiadas para ayudarnos a salir de los círculos viciosos de las condenas y las venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio”. E invita también a “descubrir el poder de la misericordia de sanar las relaciones dañadas y de volver a llevar paz y armonía a las familias y a las comunidades”.
En esta misma línea, el Pontífice asegura que es deseable que “el lenguaje de la política y de la diplomacia se deje inspirar por la misericordia, que nunca da nada por perdido”. Por ello, hace un llamamiento a cuantos tienen responsabilidades institucionales, políticas y de formar la opinión pública, “a que estén siempre atentos al modo de expresarse cuando se refieren a quien piensa o actúa de forma distinta, o a quienes han cometido errores”. El Papa reconoce que se necesita valentía para orientar a las personas hacia procesos de reconciliación.
Por otro lado, el Santo Padre pide que “el estilo de nuestra comunicación sea tal, que supere la lógica que separa netamente los pecadores de los justos”. Pero, solo las palabras pronunciadas con amor y acompañadas de mansedumbre y misericordia tocan los corazones de quienes somos pecadores, insiste.
Y precisa que las palabras y gestos duros y moralistas “corren el riesgo de hundir más a quienes querríamos conducir a la conversión y a la libertad, reforzando su sentido de negación y de defensa”.
En el mensaje, el papa Franciso alienta a pensar en la sociedad humana, no como un espacio en el que los extraños compiten y buscan prevalecer, sino más bien como una casa o una familia, donde la puerta está siempre abierta y en la que sus miembros se acogen mutuamente.
Asimismo explica lo fundamental que es escuchar. La escucha –indica– nos permite asumir la actitud justa, dejando atrás la tranquila condición de espectadores, usuarios, consumidores.
Para concluir el mensaje, el Santo Padre observa que la comunicación, sus lugares y sus instrumentos “han traído consigo un ensanchamiento de los horizontes para muchas personas”. Y precisa que el encuentro entre la comunicación y la misericordia es fecundo en la medida en que genera una proximidad que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra.
 

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Rocío Lancho García

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