El último domingo de enero, se celebra el Día Mundial de la Lucha Contra la Lepra, una jornada instituida el 31 de enero de 1954 por el escritor y periodista francés Raoul Follereau. Se trata de una fecha para informar y concienciar a la población sobre esta enfermedad.
Tras el rezo del ángelus dominical, el papa Francisco lamentó que la lepra sea una enfermedad que todavía afecte “especialmente a las personas más pobres y marginadas”. “Esta enfermedad, por desgracia, todavía afecta especialmente a las personas más pobres y marginadas. Es importante mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas, que quedan inválidos a causa de esta enfermedad. A ellos les aseguramos nuestra oración y también nuestro apoyo a los que les asisten”, dijo el Santo Padre.
La Iglesia posee una larga tradición de asistencia a los enfermos de lepra, a menudo abandonados incluso por sus propios familiares. Desde siempre les ha proporcionado cuidados médicos y atención espiritual, sin olvidar su reinserción en la sociedad. Según los datos del último Anuario Estadístico de la Iglesia, esta gestiona en el mundo 611 leproserías.
Algunos testigos del Evangelio han vivido su amor a los leprosos incluso llegando a participar de su misma enfermedad, como san Damián de Molokai, el beato Juan Beyzym o fray Daniel de Samarate. De otros santos se sabe que toda su vida o parte de ella la han compartido con estos enfermos.
La lepra es una enfermedad que se puede curar, la causa principal sigue siendo la pobreza y la falta de servicios sanitarios. No se conoce con exactitud el número de enfermos en el mundo, sobre todo porque algunos estados no quieren que se sepa de la presencia de esta enfermedad en su territorio. Aun así es un problema sanitario importante en varios países de África, Asia y América Latina.
La enfermedad está producida por el Mycobacterium leprae, bacteria que se multiplica muy despacio por lo que su período de incubación es muy largo (de dos a doce años), lo que dificulta saber cuándo y cómo se produjo el contagio.
Los avances significativos en la lucha contra la lepra han sido uno de los mayores éxitos de salud pública. Las cifras globales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la enfermedad destacan estos éxitos tempranos, demostrando que el impacto global de la lepra se ha reducido un 95 por ciento desde 1980. Sin embargo, la tasa de detección de nuevos casos de lepra se ha estabilizado en unos 200 mil – 250 mil casos nuevos al año en los últimos 10 años y sigue siendo endémica en las zonas más castigadas de muchos países de los continentes anteriormente citados. Además, el último informe de la OMS indica que la tasa de personas con discapacidades visibles en el momento del diagnóstico ha aumentado en el último año.
El país más afectado por la lepra sigue siendo la India, con 125.785 nuevos casos en 2014, una media de 340 nuevas infecciones por día y el 59 por ciento de la carga mundial de la enfermedad. Le siguen Brasil, con 31.064 nuevos casos, e Indonesia, con 17.025 nuevos casos. Estos tres países concentran el 81 por ciento de la carga mundial de la enfermedad.
En España, la lepra sigue estando presente en algunas regiones. De hecho, este país es el único de Europa occidental donde todavía existe una leprosería. Se detectan una media de 20 casos al año, aunque habitualmente son personas procedentes de países en los que la enfermedad es endémica.
San Damián de Molokai en su lecho de muerte (WIKIPEDIA)
La Iglesia atiende 611 leproserías en todo el mundo
La lepra es un problema sanitario importante en varios países de África, Asia y América Latina. El Papa lamenta que la enfermedad siga afectando especialmente a las personas más pobres y marginadas