Mons. Zygmunt ZIMOWSKI en la Sala de prensa del Vaticano (Foto archivo ZENIT)

Mons. Zygmunt ZIMOWSKI en la Sala de prensa del Vaticano (Foto archivo ZENIT)

Jornada del Autismo: ‘No puede fallar el compromiso de todos’

Mensaje del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud para la Jornada Mundial de Concienciación y Sensibilización sobre el Autismo

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Solamente la alianza entre los sectores de la sanidad, socio-sanitarios y educativos, junto con la inclusión, siempre que sea posible, en actividades laborales para aumentar la autonomía personal, pueden garantizar la continuidad del “hacerse cargo” durante toda la vida de las personas con autismo. Permitiendo una integración funcional entre los servicios específicos de la edad evolutiva y los de la edad adulta, se hace posible para la persona con autismo conservar las capacidades adquiridas con las intervenciones de rehabilitación durante su juventud, evitando su regresión y la invalidación de los recursos empleados.
Así se indica en el mensaje titulado “Artífices y testigos de esperanza”, del arzobispo Zygmunt Zimowski, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud con motivo de la IX Jornada Mundial para la Concienciación y la Sensibilización sobre el Autismo, que se celebró el 2 de abril.
De este modo, el prelado indica en su mensaje que la Iglesia quiere hacer suya la actitud de Jesús resucitado, que infunde esperanza a las mujeres después de los trágicos días de su pasión y muerte con las palabras: “No tengáis miedo”.
En el mensaje, se recuerda que “muchas veces la fatiga diaria, la soledad, el ansia por el futuro predominan sobre la esperanza”. Por tanto, conscientes de que es importante y necesario estimular el esfuerzo para que mejoren los servicios y la investigación, lo mismo que de la necesidad de estar al lado de las personas autistas y de sus familias, “nuestro corazón no puede dejar de sentirse confirmado en la esperanza”.
Asimismo, precisa que en una época en que a menudo se hace difícil encontrar razones para ella y sobre todo frente a los trastornos del espectro autista, que a menudo no solo es problemático diagnosticar sino que, -sobre todo en las familias- se viven con vergüenza o replegándose en la soledad, “estamos llamados a depositar nuestra confianza en Dios”.
Si, por definición, la esperanza mira hacia el futuro, hunde sus raíces en el hoy de Dios, que nos ama y nos busca incansablemente, “Dios es bondad sin límites, se ocupa de sus hijos y nunca abandonará a los que Él ha llamado a entrar en su comunión, sean cuales sean las dificultades”.
El prelado indica que en esta perspectiva de fe, “la sensibilización sobre un problema neurológico y de comportamiento, que hasta hace poco casi se consideraba un estigma social, está adquiriendo cada vez más importancia en el ámbito de la diagnosis y de la investigación, así como en los de la asistencia, la incorporación escolar y laboral, y también en el del acompañamiento del crecimiento espiritual”.
Por otro lado, el presidente del dicasterio vaticano afirma que es un signo de esperanza, como se pudo ver en la Conferencia Internacional organizada hace dos años por ellos sobre el tema: “La persona con trastornos del espectro autista: animar la esperanza”. Así, subraya que “no puede fallar el compromiso de todos para favorecer la acogida, el encuentro, la solidaridad, en una labor concreta de ayuda y de promoción renovada de la esperanza, sobre todo si se tiene en cuenta que el autismo dura toda la vida”.
Monseñor Zimowski asegura en el mensaje que en esta tarea onerosa, pero no imposible, de la integración funcional, el efecto de las intervenciones educativas, sanitarias y sociales en apoyo de las personas con trastornos del espectro autista y sus familias puede suponer un acicate para identificar y promover políticas eficaces y puntuales, creando así en el territorio y también en los países de bajos ingresos – como afirmó el papa Francisco encontrando a los niños y a las personas con autismo y a sus familias el 22 de noviembre de 2014 – “una red de apoyo y servicios, completa y asequible” que “ayude a las familias a superar la sensación que a veces puede surgir, de insuficiencia, ineficacia y frustración”.
Para concluir el mensaje se invita a acoger la invitación del Santo Padre que, sobre todo en este Año Santo de la Misericordia, “llama a los creyentes y a los que no lo son a redescubrir actitudes de acogida y solidaridad fraterna hagámonos cargo en nuestra vida de la aceptación y de la inclusión de las personas con autismo y de sus familias, con la certeza de que de esta manera somos testigos de esperanza auténtica y alegre en la Iglesia y en el mundo”.

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Rocío Lancho García

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