(ZENIT – 27 oct. 2019).- «En América Latina hay cantidad de nuevos ministerios», asegura el teólogo brasileño Antonio José de Almeida. «La Iglesia en la Amazonía necesita de ministerios específicos para su región, como, por ejemplo, el Ministerio del Cuidado de la Casa Común, el Ministerio de la Ecología Integral, entre otros».
Recién celebrado el Sínodo Especial para la Región Amazónica, zenit entrevista en exclusiva al sacerdote nacido en Marapoama, Brasil, 1949, dedicado durante tres décadas a la pastoral directa (párroco, asesor y coordinador diocesano de acción evangelizadora) y al estudio y reflexión sobre ella.
Con respecto al diaconado femenino, el pastoralista de América Latina, deja claro que en la Iglesia primitiva «no hubo mujeres obispos o presbíteros», pero asegura que los que proponen un diaconado de las mujeres dicen que, «si hay mujeres que actúan en la función de la Palabra, de los Sacramentos del Bautismo y del Matrimonio, y la coordinación pastoral de comunidades, habría que ordenarlas diáconos».
Además, indica que el Sínodo podría proponer «cambios en la composición de los organismos de consulta, por ejemplo, en las diócesis y en las parroquias, definiendo que las mujeres tengan la misma proporción de representación que los hombres».
Experto en nuevos ministerios
El pastoralista Almeida, profesor en la Pontificia Universidade Católica de Paraná y en el Instituto Teológico-Pastoral para América Latina, en Colombia, es un profundo conocedor de numerosas fórmulas surgidas en las últimas décadas en América Latina, en donde algunos servicios evangélicos son asumidos por personas que no son sacerdotes. Lo expone en su libro Nuevos ministerios, vocación, servicio y carisma en la comunidad, publicado por la editorial Herder, en 2015 en español.
Ofrecemos la entrevista realizada al sacerdote y pastoralista Antonio José de Almeida.
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zenit: El Papa Francisco ha insistido en la importancia de la “sinodalidad” de la Iglesia, en el “caminar juntos”. Sin embargo, parece que muchas personas no entienden por qué ha convocado un Sínodo Especial para la Región Amazónica. ¿De qué manera concierne este Sínodo a los católicos de otros lugares del mundo?
Antonio José Almeida: Hay distintos sínodos. Hay sínodos universales, hay sínodos extraordinarios y hay sínodos especiales. Este para la Amazonía es especial, en el sentido que reúne obispos de una misma región. Sin embargo todos son igualmente sínodos. El Sínodo para la Amazonía desborda la Iglesia, pues su asunto interesa a toda la humanidad.
zenit: En este Sínodo se ha propuesto la creación de nuevos ministerios para laicos/as y religiosos/as que viven en la Región Amazónica. ¿De qué “nuevos ministerios” se trataría? ¿Cree usted que son necesarios para la Región Panamazónica, digamos como excepción, o que se deberían instituir en todos los lugares, es decir, en la Iglesia Universal?
AJ. A.: Los nuevos ministerios son ya una realidad en muchas Iglesias particulares y locales. En América Latina hay cantidad de nuevos ministerios. La Iglesia en la Amazonía necesita de ministerios específicos para su región, como, por ejemplo, el Ministerio del Cuidado de la Casa Común, el Ministerio de la Ecología Integral, entre otros.
zenit: Usted prefiere hablar de “presbíteros comunitarios”, en vez de viri probati, ¿cuál es la diferencia?
AJ. A.: Es una cuestión de foco. Cuando se habla de “presbíteros comunitarios”, el foco no es si uno es casado o célibe, sino la comunidad, su existencia real, sus necesidades, sus retos. Por eso, hablamos de communitates probatae.
zenit: “Las comunidades no vivirían sin las mujeres”, esta idea ha sido repetida estos días en el Vaticano por muchas de las personas que viven en la Amazonía. ¿Qué podría proponer el Papa para que las mujeres adquieran un mayor protagonismo en la toma de decisiones?
AJ. A.: El Sínodo podría proponer cambios en la composición de los organismos de consulta, por ejemplo, en las diócesis y en las parroquias, primero, definiendo que las mujeres tengan la misma proporción de representación que los hombres; segundo, tornando obligatorios los consejos de pastoral; tercero, exigiendo que laicos y laicas participen plenamente del decisión-making en estos consejos; cuarto, que, cuando el consejo llegue a un consenso sobre determinado tema, el párroco lo haga suyo, a menos que motivos serios de conciencia le impidan de hacerlo; en este caso, someta la cuestión al obispo y la devuelva al consejo, para que retome la discusión.
zenit: Desde la perspectiva de la Eclesiología, ¿podría explicarnos por qué las mujeres no pueden ser ordenadas sacerdotes? Si, en teoría, el sacerdocio está reservado a los nombres, como indicó Juan Pablo II en su carta Ordenatio Sacerdotalis, y el diácono es un candidato al sacerdocio, salvo la figura de diácono permanente, ¿en qué categoría quedaría el diaconado de la mujer?
AJ. A.: La defensa de la prohibición de ordenación sacerdotal de las mujeres remite al Nuevo Testamento y se apoya en los siguientes argumentos: Jesús no era sólo el Hijo de Dios encarnado, sino un hombre; no llamó al grupo de los “Doce” mujeres sino sólo hombres; en la Iglesia primitiva no hubo mujeres obispos o presbíteros.
El diaconado de la mujer es una cuestión todavía abierta. No hay consenso entre los historiadores fundamentalmente sobre si hubo mujeres diáconos que hayan sido ordenadas exactamente con el mismo rito usado para la ordenación de hombres y se las funciones eran comunes a ambos. Además de la cuestión histórica, habrá que profundizar la cuestión bajo el aspecto teológico y pastoral. Los que proponen un diaconado de las mujeres dicen que, si hay mujeres que actúan en la función de la Palabra, de los Sacramentos del Bautismo y del Matrimonio, y la coordinación pastoral de comunidades, habría que ordenarlas diáconos. Este argumento se encuentra en un documento del Concilio sobre la restauración del diaconato masculino.
zenit: ¿Qué opina sobre la solicitud por parte de las mujeres a votar en las asambleas sinodales? El Sínodo de los Obispos, como su nombre indica, ¿no está reservado al voto de los obispos?
AJ. A.: No se trata de votar. Se tratar más bien de que las mujeres tengan una representación más amplia (en este Sínodo no eran mucho más del 10% de los participantes) y que puedan participar plenamente del decisión-making, no del decisión-taking. Hacer un camino común responsable en el proceso de formación de la decisión no es menos importante que la decisión final.
zenit: Varios participantes del Sínodo han hecho alusión a una relación de continuidad con el espíritu del Concilio Vaticano II para este Sínodo Amazónico. ¿En qué sentido ve una usted la relación?
AJ. A.: El Vaticano II fue algo inesperado. Cuando Juan XXIII lo anunció, muchos quedaron perplejos. Hubo una grande consulta en toda la Iglesia en la fase antepreparatoria. Laicos y mujeres, aunque en exigua cantidad, fueron convidados como auditores y auditrices. En el aula conciliar y en los círculos menores se discutió con gran libertad.
El Papa Francisco, por su personalidad, carácter y modo de actuar se parece más al Papa Juan XXIII, a quien la gente espontáneamente llamaba de el “Papa bueno”, y que era un hombre de origen humilde, un hombre sencillo, sonriente, nada esclavo de los protocolos, en una palabra, un hombre libre en el mejor sentido de la palabra.