Padre Ignacio del Rey Molina. Foto: www.facebook.com/ignacio.delreymolina

Un sacerdote católico español: el mejor expediente académico en toda Europa para la década 2010-2020

El Centro Europeo de Ciencia Política y Relaciones Internacionales reconoce al sacerdote sevillano Ignacio del Rey como el “Mejor Expediente Académico Europeo” de la década 2010-2020.

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(ZENIT Noticias / Sevilla, 18.01.2022).- Ignacio del Rey Molina es licenciado en ciencias políticas pero eso no es lo “llamativo”. De hecho, tampoco lo es el que tenga apenas 30 años y sea sacerdote católico de la arquidiócesis de Sevilla desde 2021 (concretamente párroco en la iglesia de Nuestra Señora de Consolación, en Aznalcóllar). Lo es -y esto es lo destacable- que el Centro Europeo de Ciencia Política y Relaciones Internacionales le reconozca como el “Mejor Expediente Académico Europeo” de la década 2010-2020. Y esto, como dice el que otorga el reconocimiento, por “su formación y sus publicaciones en defensa de los derechos de los más vulnerables son de una brillantez admirable. Su trayectoria es breve por su juventud, pero su recorrido académico y formativo es intachable”.

El padre Ignacio iba a recibir un reconocimiento el 22 de enero de 2022 en Viena. Debido a la situación de la pandemia al final el acto se tendrá en su tierra natal, específicamente el mismo día pero en la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla.

Oriundo de Sevilla, el padre Ignacio fue ordenado sacerdote el 23 de mayo de 2021. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Pablo Olavide y posteriormente realizó un máster en Relaciones Internacionales y Dirección de Campañas Electorales en la Pontificia Universidad de Comillas de Madrid. A su misión actual de párroco se suma el máster en teología dogmática que cursa en la Facultad de Teología San Isidoro en Sevilla.

En declaraciones a la cadena COPE el padre Ignacio dice: “Antes de entrar en la carrera y a lo largo de ella se fue reafirmando la idea convencida de que la política es una herramienta indispensable y noble para regular la evolución de las sociedades y dignificar la vida del hombre, tanto como ciencia que estudia la organización de los pueblos, como en su acepción de actividad referente al gobierno de los estados, al desarrollo de su convivencia o a la regulación de los asuntos públicos”. Y añade: “desafortunadamente (la política) ha ido sufriendo una metamorfosis que ha ido devaluando sutilmente su raíz más profunda. La política no es un titular, ni unas siglas, ni un slogan. Reducir la política a una ley, a un partido o a un medio, es una pobreza que encierra una serie de riesgos ciertamente peligrosos. La política mueve los derroteros de este mundo desorientado que sonríe ante la cámara y llora bajo la almohada. La defensa de los más pobres, la promoción de sus derechos y el amparo de su dignidad, no debe ser cuestionable como prioridad al elaborar cualquier programa de gobierno, en cambio, observamos constantemente una carrera de codazos para encabezar rankings de cualquier modalidad, y atrás siempre se quedan los mismos”.

El padre Ignacio refiere que “Europa podría ser, debería ser y tiene que ser, ese pulmón que permita respirar a valores como la justicia, la libertad y la igualdad, palabras secuestradas por este festival de sensacionalismos que, a todos, nos están llevando por delante”.

Con relación al hecho de que, además de perito en el campo político sea sobre todo sacerdote, comenta: “el tribunal de académicos que ha tenido a bien concederme este premio, se ha tenido que quedar de piedra al enterarse de que soy cura. No es todo tan dispar pese a que pueda parecerlo, como decía, soy un convencido defensor de la política como herramienta para cambiar el rumbo del mundo y la vida de los hombres, y ahora intento cada día, con mis incontables miserias, luchar por ser un buen ayudante del Señor en el trabajo de su viña”. Y agrega: “los cristianos deben tener un papel fundamental en todo aquello que regule la vida de la gente. El mensaje de Cristo no es, bajo ninguna interpretación, una invitación a la tibieza, tampoco a la indiferencia. Es un mensaje íntegramente comprometido. Los cristianos debemos saber estar siempre muy por encima de colores y programas, nuestra aspiración debe estar clara: hacer del mundo el Reino que Dios quiere para los hombres”. De ahí que, “debemos vivir permanentemente ilusionados con cambiar la vida de los que nos rodean, o mejor dicho, con que Dios pueda cambiar con nuestra ayuda la vida de los que nos rodean”.

El reconocimiento, sin embargo, es algo que no esperaba: “Tras años de estudio y trabajo en el campo de las ciencias políticas y las relaciones internacionales, me aventuré a seguir la voz del Señor y todo eso queda ya un poco atrás. Ciertamente, fui muy feliz en el ámbito universitario, pero ahora soy un felicísimo cura de pueblo, párroco en Aznalcóllar. Lo recibo con mucha gratitud, pero con humildad, este reconocimiento ya no es para mí, es para la gran familia de la Iglesia, y la gloria es para Dios, solo para Dios”.

Un detalle de no poco valor, y que tampoco debe pasar desapercibido, es que la totalidad del dinero que conlleva el premio será donado a un proyecto de la Iglesia católica en Perú. La razón de esto es que el padre Ignacio ha trabajado pastoralmente allá y la pobreza que vio le impresionó fuertemente. “por eso he decidido ayudar a tres instituciones religiosas que trabajan en este país con niños abandonados, mujeres víctimas de trata y jóvenes en peligro de exclusión social”, puntualiza.

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Jorge Enrique Mújica

Licenciado en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, y “veterano” colaborador de medios impresos y digitales sobre argumentos religiosos y de comunicación. En la cuenta de Twitter: https://twitter.com/web_pastor, habla de Dios e internet y Church and media: evangelidigitalización."

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