(ZENIT Noticias / Kiev, 03.04.2022).- En la comunicación de este domingo, el primero del mes de abril, el arzobispo mayor de los greco-católicos comparte un hecho: el de los cadáveres que se encuentran en diferentes lugares de Ucrania ahora que las tropas rusas se repliegan sólo en el oeste del país. Ofrecemos en español la comunicación correspondiente al domingo 3 de abril de 2022.
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¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es domingo 3 de abril de 2022 y nuestra patria, nuestra Ucrania, vive ya el 39º día de esta cruel y terrible guerra.
Una vez más, durante este día que pasó, durante esta noche, nuestra tierra se estremeció bajo las bombas y los misiles rusos. Nuevamente, nuestras ciudades y pueblos ardieron en llamas…. Aullidos, gritos, llantos resonaron desde el suelo ucraniano hasta el Cielo…
Esta noche nuestra gloriosa Odessa fue alcanzada por misiles… Se están produciendo brutales batallas en los alrededores de Chernihiv, Sumy, Kharkiv, Donbás, en el sur de Ucrania… Ha sido un día más de lucha en la inconmovible ciudad ucraniana de Mariúpol.
Pero Ucrania está en pie. Es más, el pueblo ucraniano está adquiriendo una extraña fuerza interior. La fuerza para defender su patria. Esta fuerza, esta determinación, crece al encontrarnos con las horribles imágenes que vemos en las ciudades y pueblos se van liberando en Ucrania.
A pocas decenas de kilómetros del centro de Kyiv, en las ciudades que se van liberando vemos terribles crímenes de guerra… Fosas comunes con cientos de cuerpos sin vida… Gente fusilada en las calles, en algunos lugares con las manos atadas… cuerpos muertos de mujeres desnudas a quienes no alcanzaron a quemar… Imágenes como estas Europa sólo vio cuando liberaba sus ciudades y pueblos de los nazis. Hoy es Ucrania la que está contemplando este trágico espectáculo… ¡Y es tan importante que el mundo entero vea y escuche esto!
Es desgarrador ver cómo camiones enteros que pertenecen a las tropas rusas tratan de llevarse los bienes saqueados de Ucrania. La propiedad de los inocentes asesinados que ellos querían borrar de la faz de la tierra.
Pero Ucrania sigue en pie. Ucrania sigue luchando. Hoy es un día sagrado, día domingo, día del Señor. Y nosotros nos apresuraremos nuevamente a ir a nuestras iglesias donde presentaremos ante Dios una oración de toda la nación por la paz, por la victoria del bien sobre el mal. Una oración para que el Señor Dios nos bendiga con un mejor destino para Ucrania. Hoy ofreceremos el sacrificio incruento del cuerpo y la sangre de Nuestro Salvador, por el ejército ucraniano; por los heridos; por nuestros refugiados, que ya son unos 10 millones y de los cuales, uno de cada dos, es un niño.
Hoy nos pondremos de pie con las manos levantadas en oración ante nuestro Dios, Creador y Salvador, suplicándole que detenga esta guerra.
Deseo expresar mi sincero agradecimiento a todos los que rezarán junto con nosotros en diferentes rincones del mundo. Quiero agradecer especialmente a la Asociación de santuarios marianos de Europa, quienes enviaron una carta al presidente de Rusia condenando enérgicamente esta guerra y exigiéndole que se detenga esta terrible agresión y derramamiento de sangre en Ucrania. Le agradezco también su carta al jefe del Parlamento Europeo pidiendo la admisión de Ucrania en la Unión Europea.
Los mayores santuarios marianos de Europa; Lourdes en Francia, Fátima en Portugal, Altötting en Alemania, Mariazell en Austria, Czestochowa en Polonia, Loreto en Italia; rezan y apoyan a Ucrania. Son centros que forman hoy la conciencia y el conocimiento de los cristianos en Europa. Agradecemos que hoy la conciencia de los verdaderos cristianos del mundo, de diferentes denominaciones están junto con nosotros.
¡Oh Dios, salva a Ucrania y al mundo de la guerra! Oh Dios bendice al pueblo ucraniano. Oh Dios, bendice al ejército ucraniano, que defiende a nuestro pueblo y libera las ciudades y aldeas ucranianas de las hordas mortales que nos atacan hoy. Que Dios conceda la paz a Ucrania.
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!
