El perdón nos ayuda a vencer el mal con nuestro propio amor

Cartas desde la guerra (día 85): “las bombas aéreas siguen cayendo sobre nuestras pacíficas ciudades y pueblos”

“Sucede entre los hombres que cuando hemos sido ofendidos por alguien, ese alguien puede no darse cuenta, pero llevamos en el corazón esa ofensa que, en primer lugar, nos hiere y oprime. Cuando perdonamos la ofensa, eliminamos ese mal interior de nuestro corazón, esa ofensa ya no nos hiere. Por el contrario, al perdonar, destruimos el mal y el pecado con nuestro propio amor”, dice Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk.

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(ZENIT Noticias / Kiev, 18.05.2022).- Mientras las bombas y los combates siguen en el este de Ucrania, el arzobispo mayor de los greco católicos nos da el parte del día pero también esa fe grande y fuerte de los católicos ucranianos que tratan de ir adelante en esta invasión. Hoy, además, Su Santidad Shevchuk profundiza en la obra de misericordia del perdón de las ofensas. A continuación la traducción al castellano del mensaje.

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¡Cristo ha resucitado!

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy es jueves, 19 de mayo de 2022, y el pueblo ucraniano lleva 85 días luchando contra la agresión rusa a gran escala. La guerra continúa, las bombas aéreas siguen cayendo sobre nuestras pacíficas ciudades y pueblos.

Según los comunicados del frente, sabemos que hoy las batallas más importantes tienen lugar en el este de Ucrania, en las direcciones de Donetsk y Luhansk. Pero hoy nuestros militares nos han hecho alegrarnos porque en cuatro direcciones los rusos han sufrido una completa derrota, y nuestro ejército defiende con éxito nuestra patria. Pero los ataques aéreos continúan en diferentes partes de Ucrania que querrían vivir en paz – en las regiones de Odesa, Dnipropertrovsk, Mykolaiv, – rezamos por todos los que permanecen en la Kherson ocupada, en Melitopol, en Berdyansk y en todos aquellos pueblos, ciudades y aldeas que hoy se encuentran aislados del cuerpo de Ucrania, del pueblo ucraniano.

Hoy rezamos y queremos ayudar a todos los que han sufrido de diversas maneras a causa de esta guerra: en particular, a los desplazados, a los que están lejos de sus casas, a los heridos, rezamos por nuestros soldados que se han convertido en prisioneros en manos del enemigo.

Pero Ucrania resiste, Ucrania lucha, Ucrania gana. El mundo entero ve hoy la voluntad de Ucrania de ser un Estado libre e independiente.

Hoy quiero reflexionar con vosotros sobre otra obra de misericordia por el alma del prójimo, sobre esa obra que probablemente expresa mejor la misericordia divina, el amor de Dios por todos nosotros. Dice así: Perdona la ofensa. Por supuesto, cuando otros nos ofenden, nos hacen daño, nos sentimos ofendidos desde un punto de vista humano. Todo mal, especialmente el mal injustificado, nos hace daño. Pero esta obra de misericordia nos enseña a vencer el mal con nuestro propio amor, esta obra de misericordia nos dice que el Señor Dios, al amar al ser humano, no se limita y no depende del acercamiento del ser humano a Él, porque el amor de Dios es más grande que los pecados y las ofensas que el hombre pueda hacerle. De este modo, Dios amó al mundo hasta el punto de dar a su único Hijo para que los que creyeran en él no perecieran, sino que tuvieran vida eterna.

El amor de Dios cura nuestros pecados, nuestro odio. A Dios le preocupa especialmente que el mal de la persona caiga primero sobre su cabeza. Cuando la persona peca y ofende al Señor Dios, en primer lugar, se daña a sí misma. La misericordia divina salva a la persona de su propio pecado.

Cuando hacemos o nos relacionamos con nuestro prójimo como Dios lo hace con nosotros, reflejamos su presencia entre nosotros de manera especial. Perdonar, sanar la ofensa en el corazón, sobre todo en nuestras relaciones personales, significa perdonar el mal que otros nos hayan hecho.

Sucede entre los hombres que cuando hemos sido ofendidos por alguien, ese alguien puede no darse cuenta, pero llevamos en el corazón esa ofensa que, en primer lugar, nos hiere y oprime. Cuando perdonamos la ofensa, eliminamos ese mal interior de nuestro corazón, esa ofensa ya no nos hiere. Por el contrario, al perdonar, destruimos el mal y el pecado con nuestro propio amor.

Por lo tanto, no permitamos que esas ofensas nos destruyan por dentro. Que esas ofensas nuestras desaparezcan por la fuerza del amor de Dios que podemos transmitir a los demás.

Dios, bendice a Ucrania. Dios, lava las heridas hechas a los ucranianos por esta pesada guerra. Dios, enséñanos a perdonar, especialmente a nuestro prójimo, a nuestros seres queridos. Que las ofensas, grandes o pequeñas, no arruinen nuestras familias, nuestras parroquias, nuestras comunidades. Que toda ofensa sea derrotada con la fuerza del perdón en nombre de Dios como obra de misericordia para el alma de nuestro prójimo.

Dios, bendice a Ucrania, bendice al ejército ucraniano. Bendice a todos los que se ayudan hoy. Bendice a los que luchan contra sus propias ofensas. Bendice a todos los que hoy defienden nuestra patria. Bendito sea el pueblo ucraniano.

Que la bendición del Señor sea sobre ti, con su gracia y amor por la humanidad ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo ha resucitado! Ha resucitado de verdad.

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Redacción Zenit

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