Imagen de Audrey Hale, mujer transexual, durante el tiroteo difundida por el Departamento de Policía Metropolitana de Nashville

Crece preocupación por los vínculos entre transexualidad y violencia

Kathy Platani, directora del Equipo de Gestión del Estrés Postraumático del Suroeste de Ohio, no cree normal que las personas con disforia de género hagan actos violentos, pero existe la tendencia al aumento de la violencia: “Las hormonas cambian la química del cerebro. Y si cambias la química cerebral puedes estar cambiando el comportamiento”.

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(ZENIT Noticias / Ciudad de México, 13.02.2024).- Han aumentado los tiroteos masivos perpetrados por personas transexuales que muestran confusión de género, donde se pueden mezclar problemas de salud mental con sustancias químicas que buscan cambiar el organismo, receta que estimula posiblemente la violencia, según expertos.

Darlene McCormick Sánchez realizó un estudio, publicado en The Epoch Times en enero de 2024. El estudio muestra que desde 2018, cinco personas transgénero o con confusión de género protagonizaron matanzas en escuelas y empresas. Al revelarse la identidad de género de los autores, algunos medios de comunicación señalaron que pocos agresores en los tiroteos se identifican como transexuales, aunque las cifras muestran otro patrón.

En los últimos cinco años, hubo 37 tiroteos masivos, 2 perpetrados por individuos transgénero y 3 en tiroteos con menos de cuatro víctimas, según John Lott, presidente del Centro de Investigación para la Prevención del Crimen. Llamó mucho la atención el caso de Audrey Hale, de 28 años, que mató a tres niños de 9 años y a tres adultos en la Covenant School de Nashville, en marzo de 2023. Hale se declaró hombre transexual, aunque nació mujer. Otros cuatro ataques con varios muertos también fueron protagonizados por personas transexuales y fueron casos en que se ha conocido su identidad sexual. Sólo posteriormente las autoridades o la policía revelaran la identidad sexual de los asesinos.

Se calcula en un millón seiscientas mil las personas con más de 13 años que se identifican como trasngénero, 0.6 por ciento de la población según el Instituto Williams de Derecho y Política Pública sobre Orientación Sexual e Identidad de Género, de los cuales han cometido 5.4 por ciento de los tiroteos: porcentaje desproporcionado.

Algunas personas, como Kathy Platani, directora del Equipo de Gestión del Estrés Postraumático del Suroeste de Ohio, no creen normal que las personas con disforia de género hagan actos violentos, pero existe la tendencia al aumento de la violencia: “Las hormonas cambian la química del cerebro. Y si cambias la química cerebral puedes estar cambiando el comportamiento”.

Platani advierte: ”Los tratamientos hormonales que alteran el cerebro utilizados en los intentos de alterar el género pueden ser lo que está llevando a las publicaciones de los medios sociales”. La no aceptación de amigos o familiares a su cambio puede desencadenar sentimientos de resentimiento: “Quieren vengarse del mundo por haberles intimidado, desaprobado o abandonado por completo. Y así es como se manifiestan”.

Alan Hopewell, neuropsicólogo, aclara que cambiar el cuerpo para reflejar una nueva “identidad de género” parecería que resuelve los problemas de salud mental al individuo, pero las personas con tratamientos hormonales son más susceptibles a cambios de humor y a problemas de salud. Sea la toma de dosis masivas de testosterona para cambiar a varón o de estrógeno para transitar a mujer, que alteran la función cerebral y todo el sistema físico del cuerpo.

Una publicación de 2020 mostró los efectos de la testosterona administrada a mujeres que se identifican como hombres, donde se revisaron los niveles de agresividad antes y después de tomar hormonas masculinas. El “aumento de la agresividad al iniciar la terapia con testosterona” crea el fenómeno “roid rage” o ira injustificada y arrebatos de cólera por el uso de esteroides.

Hopewell analizó en la Universidad de Texas en Galveston, durante la década de 1970, pacientes que se identificaban como transexuales con alta frecuencia de enfermedades mentales. Observó que la administración de hormonas bajo estrés mental exacerba los problemas de salud mental. Igual conclusión dio un reciente estudio finlandés sobre individuos en transición médica cuyos conflictos continúan a pesar del tratamiento y con necesidad de mayor atención psiquiátrica, en comparación con las personas sin el proceso de transición sexual.

Los investigadores del estudio en la Universidad Texas en Galveston constataron que quienes realizan la transición sexual “presentan muchas más necesidades psiquiátricas comunes que los controles de población emparejados, incluso cuando se llevan a cabo intervenciones médicas de reasignación de género”.

Los médicos que atienen casos de disforia de género pareciera que deben comprometerse a respaldar el deseo del paciente por el cambio de género, dijo Andrew Brown, vicepresidente asociado de políticas de la Texas Public Policy Foundation, que analiza la libre empresa y la libertad. “Los niños que luchan contra la disforia de género sufren. Experimentan un problema de salud mental muy real y necesitan asesoramiento y tratamiento de salud mental. No necesitan medicación”. Pero la tendencia de médicos y psicólogos es creer que el paciente nacido en el cuerpo equivocado mejorará con una “transición” médica.

Hopewell muestra que quienes sufren problemas de salud mental y adoptan medidas más radicales, como extirparse genitales o someterse a cirugía que añada genitales similares del sexo opuesto, si la intervención quirúrgica no ayuda, entran en confusión y sus problemas de salud mental se agravan por rabia, aislamiento y alienación. Es un “final del camino, donde no hay nada más que hacer. Llegan a la conclusión de que «estoy tan mentalmente enfermo como siempre lo he estado y nunca seré una mujer o un hombre de verdad»”.

Brown señaló las protestas y los disturbios causados por activistas transexuales en el Capitolio de Texas, donde uno luchó con el sargento de armas en su intento para que los niños merezcan los cuidados de “afirmación de género”. En este contexto, muchos en el partido demócrata creen en la “mentira marxista” de que grupos de personas como quienes se identifican como transexuales, están “oprimidos”, opresión que activa la violencia.

Enfrentamientos caóticos como el sucedido en el Capitolio de Texas forman parte de una estrategia marxista común para avivar la ira, la rabia y el descontento, dijo Brown, como el sufrido por Riley Gaines, excampeona de natación de la NCAA, agredida físicamente en abril de 2023 tras pronunciar un discurso en la Universidad Estatal de San Francisco sobre los perjuicios de permitir que varones que dicen ser mujeres participen en deportes femeninos. “Y se construye el poder dentro de esa visión del mundo, haciendo que cada vez más personas se sientan oprimidas y alineándolas entre sí. Ahora se está viendo que eso lleva al siguiente paso lógico, que es la violencia”.

 

 

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Rafael Manuel Tovar

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