(ZENIT Noticias / Roma, 03.07.2025).- El 1 de julio, la Diócesis de Barbastro-Monzón anunció una solicitud formal a la Santa Sede para que Torreciudad, actualmente designada como oratorio semipúblico, sea erigida canónicamente como santuario internacional, bajo la autoridad directa del Vaticano, con independencia de la diócesis local y administrada por la Prelatura del Opus Dei.
La iniciativa no se plantea como una confrontación, sino como una oferta. Con un lenguaje marcado por la diplomacia eclesial, la diócesis describió su propuesta como «un don, no una exigencia»: un esfuerzo por promover la unidad y la fecundidad espiritual en un territorio definido desde hace tiempo por la sangre de los mártires y el legado de los santos. Sin embargo, tras las palabras cuidadosamente elegidas se esconde una compleja red de tensiones pastorales, históricas, jurídicas y canónicas.
Un santuario con dos caras
En el centro de la propuesta se encuentra la reestructuración del estatus y la gobernanza de Torreciudad. Desde la década de 1970, cuando el Opus Dei finalizó la construcción del santuario moderno junto a la ermita original, el lugar ha atraído a un número creciente de peregrinos. Bajo la dirección espiritual de la Prelatura, Torreciudad ha florecido como centro de devoción mariana y espiritualidad familiar, especialmente en el contexto de la «Ruta Mariana» y la «Ruta de San Josemaría», ambas promovidas activamente por el Opus Dei.
Sin embargo, la estructura legal y eclesial del lugar ha permanecido ambigua. Si bien la Prelatura ha nombrado desde hace tiempo rectores para el santuario, el obispo de Barbastro-Monzón, en una decisión sorpresiva en 2023, nombró a un sacerdote diocesano para el cargo, argumentando la necesidad de una regularización canónica. La dualidad resultante —la autoridad diocesana sobre la ermita y la imagen de la Virgen, y la administración del Opus Dei sobre el nuevo complejo— ha planteado interrogantes fundamentales sobre quién gobierna el espacio sagrado y con qué fundamento.
La propuesta actual sugiere una solución elegante pero radical: dividir el santuario en dos esferas. El nuevo Torreciudad se convertiría en un santuario internacional, fuera de la jurisdicción de la diócesis, con Roma como única autoridad eclesiástica. El Opus Dei conservaría el derecho a nombrar a su rector. Financieramente, el lugar funcionaría de forma independiente, con el Vaticano auditando y aprobando sus cuentas, un modelo más acorde con los grandes santuarios internacionales que con las estructuras parroquiales locales españolas.
A cambio, la diócesis solicita la devolución de dos objetos emblemáticos: la imagen original del siglo XI de Nuestra Señora de los Ángeles, que ahora se encuentra en el santuario moderno, y la pila bautismal utilizada para bautizar a san Josemaría Escrivá, actualmente instalada en la iglesia central del Opus Dei en Roma. La diócesis insiste en que estos objetos, profundamente arraigados en la memoria espiritual e histórica de Barbastro, deben volver a su lugar legítimo.
Un enredo legal oculto
La disputa no es meramente eclesiástica. En 1962, se firmó un acuerdo entre la diócesis y una entidad civil vinculada al Opus Dei —Desarrollo Social y Cultural S.A.— que otorgaba el uso perpetuo de la ermita y la imagen. Este acuerdo, nunca formalmente derogado, se ha convertido en un punto de inflexión legal: el obispo actual cuestiona su vigencia, mientras que el Opus Dei lo defiende como fundacional. Expertos legales consultados por medios españoles señalan que, desde una perspectiva civil, anular un acuerdo de este tipo sería extremadamente difícil.
La solicitud de repatriación de la pila bautismal, asimismo, atañe a una historia personal y altamente simbólica. San Josemaría, fundador del Opus Dei y natural de Barbastro, fue bautizado en esa pila. Fue restaurada tras los daños sufridos durante la Guerra Civil Española y posteriormente trasladada a Roma. La diócesis sostiene que restaurarla en la catedral permitiría a los fieles locales celebrar bautismos en continuidad con su herencia, en particular ahora que las causas de beatificación de numerosos mártires diocesanos continúan en Roma.
El Opus Dei espera la palabra de Roma
En su respuesta, la Prelatura del Opus Dei adoptó un tono cauteloso y respetuoso. Reconociendo la propuesta y el proceso de revisión en curso, recordó que el Papa Francisco nombró a Monseñor Alejandro Arellano, decano de la Rota Romana, como comisionado pontificio en octubre de 2024 para mediar en el asunto. Desde entonces, la Prelatura ha cooperado plenamente, a la espera de la decisión de Roma.
Sin embargo, el momento de la propuesta es evidente. Julio de 2025 marca el 50 aniversario de la inauguración del nuevo santuario de Torreciudad, y las celebraciones —incluida una misa con el prelado del Opus Dei, Monseñor Fernando Ocáriz— se han suspendido. Lo que debía ser un jubileo de renovación espiritual se ha convertido, en cambio, en un momento de discernimiento y tensión.
Una historia de dos visiones
En esencia, la cuestión de Torreciudad va más allá de la jurisdicción o la propiedad. Se trata de dos visiones. Para la Diócesis de Barbastro-Monzón, es una oportunidad para recuperar y honrar su patrimonio espiritual: tierra de mártires, pila bautismal catedralicia, imagen mariana que perduró a través de la guerra y la persecución. Para el Opus Dei, se trata de mantener una devoción viva que ha trascendido sus raíces locales hasta convertirse en un referente internacional para las familias, los jóvenes y las vocaciones.
La diócesis insiste en que no busca la confrontación, sino la comunión. «Una diócesis que no divide, sino que une», dice la declaración. Una Iglesia que propone, no que impone. Sin embargo, para lograr esa armonía, Roma tendrá que sopesar la historia, la legalidad, la fecundidad pastoral y la estructura eclesial.
La Ruta Mariana, concebida tanto por la diócesis como por el Opus Dei, podría algún día servir como peregrinación de reconciliación, además de devoción. Pero hasta entonces, el camino hacia la unidad serpentea entre las silenciosas piedras de una antigua ermita y los pasillos del Vaticano.
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