(ZENIT Noticias / Puerto Príncipe, 31.10.2024).- En una trágica escalada de violencia, el convento de las Misioneras de la Caridad en Bas Delmas, Puerto Príncipe, Haití, fue atacado e incendiado por un grupo armado la noche del 26 de octubre. Los agresores, liderados por Jimmy Chérizier, conocido tristemente como «Barbecue», saquearon el convento y el dispensario adyacente antes de prender fuego a las instalaciones, devastando una misión que ha servido a la comunidad local desde su fundación por la Madre Teresa en 1979.
La hermana Paësie, fundadora de la Familia de Kizito, compartió la noticia a través del misionero camilo, el padre Cyprian. «Los objetos robados ahora se venden abiertamente en el mercado cerca de la escuela San José», informó la hermana Paësie, reflejando la dura realidad que enfrenta la misión después de años de servicio desinteresado. El convento brindaba atención médica gratuita a casi 1.500 pacientes hospitalizados y 30.000 pacientes ambulatorios cada año, cumpliendo un papel vital en una de las comunidades más vulnerables de Haití.
Bas Delmas, la zona que rodea el convento, ha sido considerada durante mucho tiempo el bastión de Chérizier, un ex oficial de policía que ahora dirige una poderosa red criminal. Conocido por su influencia en todo Haití, Chérizier se opone a los esfuerzos de estabilización liderados por Estados Unidos y ha enmarcado sus acciones violentas como una cruzada para «liberar a la isla de políticos corruptos y oligarcas». Sin embargo, esta retórica es un pequeño consuelo para los residentes, que viven bajo una amenaza constante en una nación donde la seguridad se ha derrumbado, lo que ha llevado a una crisis humanitaria devastadora.
En respuesta al empeoramiento de la violencia, la Misión Multinacional de Apoyo respaldada por las Naciones Unidas está ampliando su presencia en Haití. Recientemente, el parlamento de El Salvador aprobó el despliegue de personal militar salvadoreño para unirse a esta misión. La misión, que en un principio se puso en marcha mediante un acuerdo celebrado en julio entre Haití y Kenia, ahora incluye a El Salvador, con fuerzas salvadoreñas encargadas de supervisar evacuaciones médicas críticas.
A medida que se profundiza la crisis, el apoyo internacional resulta esencial, pero el ataque a las Misioneras de la Caridad sirve como un recordatorio aleccionador de los riesgos que enfrentan quienes siguen prestando servicio a los más vulnerables de Haití en medio de la agitación.
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