BELLUNO, 24 de noviembre de 2003 (ZENIT.org).- La solemnidad de Cristo Rey, celebrada el domingo, fue el marco en que se abrió en la catedral Belluno, al noroeste de Italia, la fase diocesana de la causa de beatificación de Juan Pablo I –Albino Luciani— en presencia del prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins.
La solemne liturgia ha constituido la primera sesión del proceso que, a los pies de los Dolomitas, todos esperan que eleve a los altares al cardenal Lucani, Papa durante 33 días en 1978.
Originario de Canale d’Agordo, donde nació en 1912, Albino Luciani fue ordenado sacerdote en 1935; en 1958 era obispo de Vittorio Veneto y patriarca de Venecia en 1969. Del 26 de agosto al 28 de septiembre de 1978 se desarrolló su breve pontificado.
«Maestro de fe limpia, sin cesiones a modas pasajeras y mundanas. Trataba de adaptar sus enseñanzas a la sensibilidad de la gente, pero conservando siempre la claridad de la doctrina y la coherencia de su aplicación a la vida»: así describía Juan Pablo II el pasado 27 de agosto a su predecesor, con ocasión del XXV aniversario de su elección a la sede de Pedro.
«Humildad y optimismo fueron la característica de su existencia», sintetizó entonces; «precisamente gracias a estas cualidades, dejó en su fugaz paso entre nosotros un mensaje de esperanza que encontró acogida en muchos corazones».
Un Papa y pastor de «pensamiento siempre original y agudo», con un «fuerte concepto de santidad» fue Juan Pablo I, reconoció el cardenal Saraiva durante la ceremonia en la diócesis de la que era originario.
El purpurado subrayó la humildad de Albino Luciani recordando la visita que hizo a la tumba de Pablo VI antes de la apertura del cónclave en el que sería elegido Papa.
«Iba entre miles de personas, en fila –recordó–. En cierto momento creyó que no podría llegar hasta el final. Fue reconocido sólo cuando llegó ante el féretro y entonces le condujeron aparte, a un reclinatorio preparado».
«Esto evidencia la clase del humilde patriarca de Venecia –reconoció el cardenal Saraiva–, que sale del pueblo y con el pueblo ama permanecer (…), en silencio», cita la agencia de noticias del episcopado italiano «Sir».
Por su parte, el obispo de Belluno-Feltre, monseñor Vincenzo Savio, durante la liturgia de la Palabra, recordó el «sentimiento difundido del pueblo de Dios, que pide que [Albino Luciani] sea propuesto como testimonio de santidad».
El prelado, con ocasión de la apertura de la fase diocesana del proceso, obsequió a las parroquias de la diócesis de Belluno-Feltre con páginas –enmarcadas– originales del breviario que utilizó Albino Luciani.
Sobre esas páginas del breviario, Albino Luciani «formó su piedad, nutrió su fe; de esas páginas obtuvo luz y fuerza en su ministerio pastoral», explicó monseñor Savio.
«Será para cada comunidad el reclamo concreto para buscar en la oración la fuerza de amar y servir a Dios y a los hermanos en la vida de cada día», exhortó.