MILÁN, 28 de noviembre de 2003 (ZENIT.org).- El arzobispo de Budapest, el cardenal Peter Erdo, advirtió el miércoles pasado del temor que existe entre los fieles húngaros ante la adhesión del país a la Unión Europea, cuya imagen asocian «a la negación de los valores cristianos».
Invitado a intervenir en el curso de introducción a la Teología de la Universidad Católica de Milán, el prelado, de 51 años –creado cardenal en el último consistorio, es el purpurado más joven del mundo–, declaró a Avvenire que la adhesión de Hungría a la Unión Europea no es precisamente un proceso indoloro.
«Digamos la verdad: entre los fieles hay fuertes temores porque asocian la imagen de la Unión Europea a la negación de los valores cristianos, a la eutanasia, a la crisis institucional del matrimonio», explicó.
«Sin el cristianismo, Europa se queda sin corazón –advirtió el purpurado húngaro–. Pero debemos ser realistas: la Unión Europea es nuestro destino, no se puede permanecer fuera. Existen riesgos y oportunidades».
«Yo creo firmemente en la Europa del humanismo cristiano –subrayó–, en la Europa que respira con sus dos pulmones, como nos pide siempre Juan Pablo II. Y para un pequeño país como el nuestro, es fundamental reencontrarse con otras naciones en un todo orgánico, dentro de una perspectiva de auténtica reconciliación».
Considerado como uno de los expertos en Derecho Canónico de la Europa del Este y antiguo rector de la Universidad Católica de Budapest, el cardenal Erdo representa hoy las esperanzas de la Iglesia en Hungría que resurge catorce años después de la caída del comunismo.
Sobre la situación de la Iglesia en su país, muy secularizado, el purpurado reconoció la escasez de sacerdotes: «en toda Hungría hay sólo 2.000 presbíteros para seis millones y medio de católicos, que representan más del 60% de la población» .
«Sólo gracias a la ayuda de sacerdotes extranjeros, sobre todo polacos, franceses e italianos, nuestra Iglesia logra desarrollar sus funciones pastorales», confirmó.
Por ello, «el camino que estamos recorriendo –destacó– es el de un mayor compromiso de los laicos, en particular de los profesores de religión». «Y afortunadamente en Hungría están presentes los movimientos eclesiales, que colaboran activamente con las parroquias», concluyó el cardenal Erdo.