BOLZANO-BRESSANONE, lunes, 12 enero 2004 (ZENIT.org–Avvenire).- La diócesis de Bolzano-Bressanone (norte de Italia) ha abierto la fase diocesana del proceso de beatificación de Josef Mayr-Nusser –de 34 años–, quien por su fe no quiso prestar juramento de fidelidad a Hitler, un gesto que le acarreó la muerte.
Ha sido nombrado postulador de la causa el padre Josef Innerhofer, periodista –durante muchos años director del semanario diocesano «Katholisches Sonntagsblatt» y actualmente director de «Radio Sacra Famiglia InBlu» y «Radio Gruene Welle»–, quien se encarga de reunir el material que documenta la vida de este mártir de la fe.
En 1944, Josef (los amigos le llamaban Pepi) fue enrolado en las «SS». El reclutamiento contravenía las convenciones internacionales, según las cuales una potencia de ocupación no puede enrolar en su propio ejército a los ciudadanos del Estado ocupado.
Esta incorporación forzosa obligó a Josef a dejar a su familia –su esposa Hildegard y su hijo Albert, nacido pocos meses antes– para seguir un período de adiestramiento en Prusia.
Al término de la instrucción, estaba previsto prestar juramento con estos términos: «Juro a ti, Adolf Hitler, Führer y canciller del Reich, fidelidad y valor; prometo solemnemente a ti y a los superiores designados por ti fidelidad hasta la muerte; que Dios me asista».
En ese momento, según relató Franz Treibenreif –camarada y amigo de Josef– en un documental de la «Rai», «Josef se mostró pensativo, preocupado. Inesperadamente levantó la mano: “Señor mariscal mayor”, dijo con voz firme, “no puedo prestar juramento a Hitler en nombre de Dios. No puedo hacerlo porque mi fe y mi conciencia no me lo permiten”. Era el 4 de octubre de 1944».
Sus compañeros intentaron disuadirle, pero Josef estaba seguro de lo que hacía y de que su elección la compartía Hildegard: «No serías mi esposa si esperaras de mí algo diferente», le escribió desde la prisión.
Lejos de obedecer a un impulso emocional, el gesto de Josef había madurado en los años anteriores, cuando con los amigos de la Acción Católica sur-tirolesa se preguntaba por el sentido de ser cristiano e intentaba interpretar a la luz del Evangelio las circunstancias que le rodeaban.
Los necesitados también estaban entre sus preocupaciones. Como presidente de la «Conferencia de San Vicente», Josef no dejaba de visitar a los más pobres y de llevarles ayuda material y espiritual.
Tras rechazar el juramento, Josef Mayr-Nusser fue encarcelado, trasladado a Danzica y procesado. Condenado a muerte por «derrotismo», fue destinado al campo de concentración de Dachau, donde no llegó: enfermo de disentería, fue hallado muerto en el tren que se dirigía al campo en la mañana del 24 de febrero de 1945. Llevaba el rosario y un Evangelio entre sus manos.
Como dirigente de jóvenes de la Acción Católica de idioma alemán, Josef había declarado y escrito públicamente que el nazismo no podía conciliarse con los valores de la ética cristina.
«Mayr-Nusser es la persona más ejemplar del siglo pasado en Alto Adige», reconoce el padre Innerhofer en la revista «Jesus»: «Es un sencillo padre de familia, un hombre del pueblo que tuvo el valor de leer la historia inhumana del tiempo con los ojos de la fe».
«Dar testimonio hoy es nuestra única arma eficaz», escribió Josef en «Jugendwacht», la revista de la Juventud Católica.