La procreación artificial contradice la dignidad de padres e hijos, advierte el Papa

Y alienta la investigación para la superación natural de la infertilidad

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 22 febrero 2004 (ZENIT.org).- El acto por el cual el esposo y la esposa se convierten en padre y madre, que les hace «cooperadores del Creador», es un gesto «tan rico» que «no puede ser sustituido por una mera intervención tecnológica», advirtió el sábado pasado Juan Pablo II.

Con sus palabras, se sumergió en el tema que desde el viernes centra los trabajos de la X Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia para la Vida: «La dignidad de la procreación humana y las tecnologías reproductivas: aspectos antropológicos y éticos».

Se trata de una cuestión «cargada de graves problemas e implicaciones», pues «están en juego valores esenciales no sólo para el fiel cristiano, sino también para el ser humano como tal», reconoció el Papa al recibir a los miembros de la Asamblea.

«Cada vez más emerge el imprescindible vínculo de la procreación de una nueva criatura con la unión esponsal, por la cual el esposo se convierte en padre a través de la unión conyugal con la esposa y la esposa se convierte en madre a través de la unión conyugal con el esposo», subrayó el Santo Padre.

«Este proyecto del Creador está inscrito en la naturaleza física y espiritual del hombre y de la mujer –advirtió– y como tal tiene valor universal».

«El acto por el que el esposo y la esposa se convierten en padre y madre a través del recíproco don total les hace cooperadores del Creador al traer al mundo un nuevo ser humano, llamado a la vida para la eternidad», prosiguió Juan Pablo II.

«Un gesto tan rico –alertó–, que trasciende la propia vida de los padres, no puede ser sustituido por una mera intervención tecnológica, empobrecida de valor humano y sometida a los determinismos de la actividad técnica e instrumental».

En opinión del Papa, más bien la tarea del científico debe ser la de «investigar las causas de la infertilidad masculina y femenina para prevenir esta situación de sufrimiento en los esposos».

«Por esto deseo alentar las investigaciones científicas orientadas a la superación natural de la esterilidad de los cónyuges, así como deseo exhortar a los especialitas a poner a punto las intervenciones que pueden ser útiles a tal fin», manifestó.

«El deseo –añadió Juan Pablo II– es que sobre el camino de la auténtica prevención y de la auténtica terapia, la comunidad científica –el llamamiento se dirige en particular a los científicos creyentes– pueda obtener reconfortantes progresos» .

En este sentido, la Academia Pontificia para la Vida hará «todo cuanto esté en su mano para alentar toda iniciativa válida dirigida a evitar las peligrosas manipulaciones que acompañan los procesos de procreación artificial», aseguró el Papa.

Concluyó lanzando un llamamiento a la comunidad de fieles para que sosteniendo «los auténticos caminos de la investigación», rechace «las sugestiones de una tecnología sustitutiva de la verdadera paternidad y maternidad y por ello mismo lesiva de la dignidad tanto de los padres como de los hijos».

Al recibir el sábado a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia para la Vida, y con un mensaje enviado el pasado jueves, Juan Pablo II se ha querido unir a la celebración del X aniversario de la fundación de la Institución y al recuerdo de la contribución de su primer presidente, el desaparecido profesor Jérôme Lejeune, célebre genetista francés.

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ZENIT Staff

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