STUTTGART, domingo, 9 mayo 2004 (ZENIT.org).- El Evangelio no es sólo una riqueza del pasado de Europa, es también y sobre todo una ayuda para su presente y su futuro, considera Juan Pablo II.
Las palabras del Papa fueron leídas por el arzobispo Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, en el primer encuentro de movimientos y comunidades cristianos (católicos, evangélicos, ortodoxos y anglicanos) celebrado este sábado en la ciudad alemana de Stuttgart con el lema «Juntos por Europa».
El encuentro, que reunió a diez mil personas, y al que se unieron 158 ciudades europeas por satélite, celebró la entrada de diez nuevos países a la Unión Europea.
El pontífice comienza constatando en su misiva que estos pasos que está dando el proceso de integración europea se deben al compromiso de los «padres» de Europa, en su gran mayoría cristianos, que comprendieron la necesidad de reconciliación del viejo continente tras la segunda guerra mundial.
Ahora bien, añade, el Papa, la fe cristiana no es sólo algo que forma parte del pasado europeo, «representa también el presente y el futuro de Europa».
«En el compromiso de realizar una sociedad más humana, abierta a los demás y solidaria en el amor, no tenemos que cansarnos de abrir nuestro corazón al Evangelio», pide el Papa a los movimientos y comunidades cristianos europeos.
«El diálogo ecuménico contribuye decisivamente a desarrollar una identidad europea fundada sobre la fe cristiana», reconoce.
En este objetivo, añade el obispo de Roma, «gracias a un atento y respetuoso diálogo, los movimientos ofrecen una contribución importante para consolidar entre los cristianos el mandamiento del amor del Señor».
«La nueva evangelización da un alma a Europa y ayuda al continente a no seguir viviendo para sí mismo, encerrado en sus fronteras, sino a construir una sociedad más humana que respete la vida, y a tener una presencia generosa en el escenario mundial», concluye el mensaje papal.