“Los abusos a menores son un crimen horrible”, sobre todo si ocurren dentro de la Iglesia, y por eso es necesario mantener estándares elevados para cuidar de los niños. Así se puede leer en una nota del arzobispo Philip Tartaglia, presidente de la Conferencia Episcopal Escocesa, (BCOS), tras la publicación del Informe de la Comisión McLellan.
Querida por los mismos prelados escoceses en noviembre de 2013, tal Comisión está guiada por el reverendo Andrew McLellan, ya moderador de la Asamblea general de la Iglesia presbiteriana de Escocia.
La tarea del organismo, desde hace dos años, ha sido la de valorar los protocolos y los procedimientos realizados por la Iglesia católica para cuidar a los menores. En el informe publicado ahora, el reverendo McLellan expresa aprecio por “la confianza ecuménica” demostrada por los prelados católicos en lo relacionado con la Iglesia de Escocia.
Asimismo, explica la nota publicada en Radio Vaticano, el reverendo ha sugerido algunas recomendaciones a la Iglesia católica, tales como: pedir públicamente perdón a las víctimas de abusos; comenzar procedimientos de control independientes de las prácticas de cuidado de los menores; tener actitudes coherentes sobre el tema de la tutela de la infancia, en las diversas zonas de Escocia y de las diócesis locales; hacer justicia y demostrar haberla hecho, tanto por las víctimas como por los culpables del crimen del abuso; dar prioridad a una formación continua y de alto nivel para todos aquellos que trabajan en el sector; establecer una “teología del cuidado que sea coherente y convincente”.
Y estas recomendaciones, responde el arzobispo Tartaglia, son acogidas plenamente por la Iglesia católica escocesa. Por ello, el prelado ofrece “sus más sinceras disculpas a todos aquellos que han sido heridos y han sufrido a causa de acciones cometidas por alguien dentro de la Iglesia católica”.
Afirmando “el horror” representado por los crímenes a los menores, aún más si son realizados por sacerdotes y religiosos, monseñor Tartaglia subraya que son “imperdonables e intolerables” porque el daño cometido por los culpables golpea no solo a las víctimas directas, sino que se extiende también “a sus familiares, a sus amigos, a la Iglesia y a toda la sociedad”.
“Quisiera aseguraros a vosotros, víctimas de los abusos –afirma monseñor Tartaglia– que nosotros, obispos católicos de Escocia, sentimos vergüenza y dolor por los sufrimientos que habéis padecido. Los sentimos y pedimos perdón” también a “todos aquellos que han encontrado, por parte de la Iglesia, una respuesta lenta, insensible o indiferente”.
Por su parte, monseñor Joseph Toal, responsable de la tutela de menores en la BCOS, destaca la importancia de la “formación profesional continua” de sacerdotes y laicos, “una prioridad para todos aquellos que están comprometidos en la defensa de los menores, a cualquier nivel”.
El sábado 22 y el domingo 23, en todas las parroquias católicas de Escocia, se distribuirán 100 mil folletos, con las recomendaciones de la Comisión McLellan, junto a las disculpas oficiales a las víctimas de los abusos.