Amazonas: 'Falta equilibrio entre desarrollo, derechos humanos y medio ambiente'

Entrevista con Mauricio López, secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica

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La Iglesia de América Latina expuso el pasado mes de marzo, su visión sobre los efectos de las industrias extractivas durante una audiencia pública de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),  con sede en Washington. 

Este encuentro se encuadra en un proceso que tiene un tiempo relativamente corto. La Red Eclesial Panamazónica (REPAM) ha sido fundada formalmente en septiembre del año pasado y responde a una necesidad de la Iglesia católica de responder a los desafíos territoriales más concretos en materia de identidades profundas, de pueblos indígenas, territorios, extractivismo… y una serie de otras dinámicas que la Iglesia siempre ha acompañado pero “descubrimos que ha sido un esfuerzo muchas veces fragmentado”. Lo explica a ZENIT Mauricio López, secretario ejecutivo de REPAM.

En la entrevista que publicamos a continuación habla de este encuentro, de las soluciones que la Iglesia propone y de la llegada inminente de la encíclica del Santo Padre sobre ecología.

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¿Cómo surgió la oportunidad de ir a este encuentro?
–Mauricio López: Fue el departamento de justicia y solidaridad del CELAM quienes comenzaron a hacer gestiones en ese sentido. Llevaban dos años dialogando con asesores en Washington y con las conferencias episcopales de USA y Canadá sobre cómo llevar algunas de estas historias a este espacio. Ha sido muy interesante y muy significativo por varios motivos.
Ha sido la primera vez que la Iglesia oficialmente se hace presente ante esta instancia. Siempre ha habido presencia de la Iglesia acompañando territorios, comunidades, conflictos, pero como presencia oficial es la primera vez.
La REPAM vio también una necesidad importante y este sería el segundo punto. Hacer una audiencia de estas características tiene mucho sentido cuando se puede garantizar también el seguimiento de los procesos. En ese sentido, la REPAM tiene en sus prioridades un eje de derechos humanos y un eje de pueblos indígenas. De hecho, se está desarrollando un proceso formativo en la pan amazonía para promotores y defensores de derechos humanos. Así, esta pertenencia conjunta abrió paso también para la participación.
Además, fue una audiencia temática, no fue una audiencia de casos y este es el tercer punto. Una audiencia temática posiciona un tema de una forma más general, es un ámbito más de discusión para conocer detalles sobre una realidad y en este caso para que la Iglesia diera su postura, de estar de lado de las víctimas, los pueblos. Una voz firme para defender y acompañar para que los pueblos puedan definir su propia visión de desarrollo.
Finalmente, creo que la respuesta fue extraordinaria. Los comisionados de la CIDH respondieron muy bien a la presencia de la Iglesia. Sentimos que había una necesidad incluso política, de que una voz fuerte y legítima, con todas sus debilidades y fragilidades, se hiciera presente. En este sentido la retroalimentación fue positiva.

Sobre la problemática concreta de la industria extractiva, ¿Cómo se abordó el tema?
–Mauricio López: Fundamentalmente se planteó la posición de la Iglesia católica contra los abusos de los derechos humanos de poblaciones indígenas o no indígenas, afectadas por las industrias extractivas en América Latina. Se planteó que es un ámbito bastante constante lamentablemente, que en los espacios donde ha habido extracción minera –tanto en los nuevos proyectos como en materia del respeto de los instrumentos como la consulta previa o procesos que están generando desplazamiento– hay una fuerte violación en contra de los derechos humanos, sobre todo de las poblaciones más vulnerables.
Incluso en las experiencias más tradicionales, de minería y extractivismo, estamos viendo una fuerte contaminación de las cuencas hídricas, situaciones también de enfermedad muy serias. Hay una necesidad  de una voz fuerte como la de la Iglesia que pueda dar cuenta de lo que le está pasando a las víctimas y los impactos.
También se habló de América Latina como una región históricamente dependiente o de productora de materias primas pero que no ha habido una vocación seria para sacar de la pobreza a las comunidades donde acontece la extracción, ni para transformar el modelo productivo de los países. Hay una preocupación por la gran cantidad de recursos que se extraen en los países que no tienen un impacto en la vida de las personas o que no se han generado otras alternativas de desarrollo.
Otro tema fueron los derechos humanos frente a las crisis ecológicas, la nueva generación de derechos de la naturaleza… También hubo temas como la violencia y la criminalización de la protesta de algunos defensores de los derechos humanos en algunos países. En medio de todo esto, sobre todo la preocupación por los más pobres y los pueblos indígenas que no reciben estos prometidos cambios.  Se dieron algunos casos concretos que sirvieron como ejemplo.

¿Y cuál sería una posible solución?
— Mauricio López: Se habló de la necesidad de que los Estados de origen de las empresas asuman un rol en este tema. Las empresas no pueden asumir que se “salen con la suya” sino que se pide a los países de origen una corresponsabilidad. Es necesario que haya un equilibrio entre desarrollo, derechos humanos y medio ambiente, poniendo siempre por delante a la persona y su posibilidad de futuro.

Desde vuestro trabajo, ¿Qué impacto cree que puede tener la próxima encíclica del Papa sobre ecología?
— Mauricio López: Podría decirse que es una de las primeras veces que la Iglesia está tocando un tema crucial y lo está haciendo en el momento clave, no está haciendo una reflexión posterior. Además, tenemos la sensación, y él mismo Papa lo ha expresado, de que estaba insatisfecho con la timidez de los acuerdos, mejor dicho no-acuerdos, en la cumbre de diciembre sobre Cambio Climático en Lima. El que la encíclica sea lanzada en este momento específico es una manera de hacer un posicionamiento estratégico como cuerpo eclesial y también un posicionamiento político frente al encuentro en París a finales de este año.
Creemos que el Papa va a poner mucho de su capital simbólico, político y social en esta perspectiva. La encíclica es fundamental en cuanto a que tengamos que desarrollar, todos los actores eclesiales alrededor, una reflexión que ayude a presionar.
El Papa hará la parte de posicionamiento, pero si todos los creyentes y gente de buena voluntad no nos movilizamos en serio para impulsar esta perspectiva que el Papa está impulsando, quizá los cambios no van a ser suficientes. Porque es necesario presionar a los Estados específicos para que lleven una agenda clara al COP 21 donde se juega muchísimo.

Es posible leer el informe completo sobre la audiencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) aquí.

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