“Soy un simple peregrino que inicia la última etapa de su peregrinación en esta tierra”. Con estas palabras, el santo padre Benedicto XVI se despidió en Castel Gandolfo de su vida como Sumo Pontífice hace dos años. El 28 de febrero de 2013, 17 días después de sorprender al mundo con su renuncia, el pontífice alemán se retiró en la residencia papal de verano, para retirarse durante el periodo de Sede Vacante. Ese mismo día, fue sellado el apartamento pontificio.
En su último día de pontificado, Benedicto XVI tuvo un intenso programa. Por la mañana saludó a los cardenales presentes en Roma en la Sala Clementina del Vaticano. En aquel encuentro recordó que la Iglesia “es de Cristo” y “no es una institución sino una realidad viviente”. Asimismo exhortó a los cardenales a pedir al Espíritu Santo sentirse “plenamente dóciles en la elección del nuevo Papa”. Allí mismo, Benedicto XVI prometió “obediencia al nuevo Papa”.
Por la tarde, a las 16,45, en el patio San Damián en el Vaticano saludó a algunas otras autoridades y a sus colaboradores de la Secretaría de Estado, mientras un piquete de la Guardia Suiza le rindió los honores.
En coche se dirigió al helipuerto vaticano, situado a unos 800 metros de distancia, donde hizo los últimos saludos y desde allí voló en helicóptero hasta Castel Gandolfo, tras 15 minutos de vuelo. Benedicto XVI se quedó allí un par de meses. Después regresó al monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano, donde reside desde hace dos años. Al llegar a Castel Gandolfo, el papa emérito fue recibido por la autoridades locales de la ciudad y por el obispo de la diócesis, Marcello Semeraro. Después se asomó al balcón y pronunció sus últimas y emotivas palabras como Pontífice
A las 20 horas del 28 de febrero de 2013 Benedicto XVI dejó de ser papa. Desde este momento se llama papa emérito Benedicto XVI y usa hábito talar blanco, o sea sotana blanca, sin la esclavina o pequeña capa que cubre los hombros.
La Guardia Suiza cerró las puertas del castillo de Castel Gandolfo y dejaron de ejercer sus funciones en este tiempo en la residencia temporal de Benedicto XVI, pues ya no había Papa a quien custodiar y entró en función la Gendarmería del Vaticano.
En su última audiencia general, el día anterior a su despedida, Benedicto XVI recordó en la catequesis que cuando el 19 de abril de hace casi ocho años aceptó asumir el ministerio petrino, “tuve esta firme certeza que siempre me ha acompañado: la certeza de la vida de la Iglesia por la Palabra de Dios”. Además, afirmó que en estos años “nunca me he sentido solo al llevar la alegría y el peso del ministerio petrino; el Señor me ha puesto cerca a muchas personas que, con generosidad y amor a Dios y a la Iglesia, me han ayudado y han estado cerca de mí”.
Y deseó que su saludo y su «agradecimiento llegara además a todos: el corazón de un Papa se extiende al mundo entero”. Benedicto XVI explicó que “en estos últimos meses, he notado que mis fuerzas han disminuido, y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me iluminara con su luz para tomar la decisión más adecuada no para mi propio bien, sino para el bien de la Iglesia”.
De este modo, estos dos últimos años el papa emérito ha vivido retirado del mundo, dedicado a la oración. En algunas ocasiones ha participado en actos públicos y así lo hemos podido ver en los dos consistorios de creación de nuevos cardenales, en la Jornada por la Tercera Edad o el día que pasará a la historia como el día de los cuatro papas, la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II.