(zenit – 22 julio 2020).- Los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) presentaron el documento “Integridad en el Servicio Eclesial” en el marco de la solemnidad de la Virgen del Carmen, patrona del país, con el que invitan a todo agente pastoral a “encarnar un estilo marcado por valores profundamente evangélicos, como el buen trato, la justicia, la misericordia o el servicio incansable a los pobres”.
El texto tiene como origen el compromiso asumido por obispos y administradores en el marco de la 116ª asamblea plenaria extraordinaria desarrollada en agosto de 2018. En su mensaje conclusivo, el episcopado chileno encarga la elaboración de este texto al Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento a Víctimas de la Conferencia Episcopal.
El documento de los obispos chilenos ve la luz coincidiendo con la publicación del vademécum por parte del Vaticano, un manual sobre algunas cuestiones procesales ante los casos de abuso sexual a menores cometidos por clérigos, en los que están implicados diáconos, sacerdotes y obispos acusados de abuso de menores.
Mandato del Papa
“La carta que nos manda el Papa en mayo de 2018 –donde nos invita a fomentar esta cultura del cuidado y la protección– es un llamado que se hace carne en el objetivo, o en el cambio que se quiere fomentar a partir del texto Integridad en el Servicio Eclesial – ISE”, explica Pilar Ramírez, directora del departamento de Prevención de Abusos de la Conferencia Episcopal de Chile.
El documento contiene diversas orientaciones destinadas al pueblo de Dios que sirve a la Iglesia católica en Chile, conformado por todos los bautizados y bautizadas, fundadas en la necesidad de establecer parámetros de servicio pastoral, “que faciliten que toda persona que busque encontrarse con el Señor en la vida, disponga de ambientes donde ello sea posible, y donde esté asegurado el respeto de la dignidad de cada persona”, explican los prelados.
El texto fue trabajado a través de una metodología participativa y de consulta que convocó a 600 consagrados, 62 integrantes de consejos diocesanos de Prevención y 950 laicos.
Monseñor Santiago Silva Retamales, presidente de la CECh, valoró el trabajo realizado en la elaboración de este texto, destacando, entre otras cosas, “el proceso de amplia participación eclesial que suscitó la elaboración del presente documento, y que es reflejo de la relevancia que cobra en nuestra misión evangelizadora”.
Más que una novedad en el servicio pastoral, estas orientaciones son “consecuencia del sentido mismo de la vocación y misión que hemos recibido”, detalló Mons. Silva. El concepto “integridad”, presente en el título y articulación de este documento, “apunta a la forma en que cada persona busca ser coherente con la condición de ser discípulo del Señor”.
Respeto de la dignidad de todos
El documento está disponible en una versión digital interactiva, y está dirigido a los obispos, sacerdotes, diáconos, el personal consagrado, laicos y laicas, todos quienes ejercen un servicio pastoral en Chile, voluntario o remunerado, recibido por encargo del respectivo responsable de la comunidad.
El esfuerzo por la prevención de abusos, y por fomentar el respeto de la dignidad de todos en la Iglesia, “es mucho más que las Líneas Guía o las Buenas Prácticas”, advierte Ramírez. “Involucra una estructura que incluye instancias diocesanas y nacionales a cargo del tema de la prevención, y también cuenta con otros instrumentos”. Por una parte, está la norma de Derecho Canónico y otros, que se aplican cuando estos delitos y pecados son detectados. Por esta parte, están aquellos textos que apuntan a la construcción de una cultura, de un cambio cultural.
Así, explica que el gran impulso para la publicación del texto lo dio, claramente, las Líneas Guía, “porque no solamente nos permitió dar una respuesta ante el abuso sexual, también nos permitió escribir como iba a ser, y por lo tanto, ceñirnos a ella”. También puso a la Conferencia Episcopal de Chile frente al desafío de pensar en la prevención de abusos dentro de la Iglesia. “Cuando fuimos pensando en la prevención de abusos -que es a la vez muy parecida y muy distinta a la de otras instituciones, por la naturaleza de la Iglesia- nos fuimos dando cuenta que los aspectos relacionales son siempre los que hacen la clave y la diferencia”, aclara la directora del Departamento de Prevención de Abusos en la CECh.
Proceso de elaboración
La elaboración de este documento “fue un proceso largo”, valora la experta chilena. El trabajo se inicia con el mandato que dan los obispos al Consejo Nacional de Prevención de Abusos, y que termina recién en la última Asamblea Plenaria de abril de 2020 con su aprobación definitiva.
Fue un camino “bien desafiante en términos de la forma de construir y redactar este documento”, señala la directora de prevención de abusos. Parte con una primera presentación de un borrador que se hace en la asamblea plenaria de noviembre de 2018 a los obispos, y de ahí en adelante inicia un proceso que es muy participativo. De hecho, se crea una comisión especial, integrada por laicos, religiosas y sacerdotes de la Iglesia.
Etapa de participación eclesial
Se abre en agosto de 2019 una etapa que es muy importante, la llamada “etapa de participación eclesial”, con el objetivo de “poder contar con la visión de todas aquellas personas que pudieran tener acceso a este documento y pudieran retroalimentarlo”, describe Pilar Ramírez.
Entonces, lo que se hizo fue enviar el documento a cada una de las diócesis. Los obispos y administradores reunieron en todos los casos, al clero al menos. Reunieron también a otros grupos, compuestos por laicos y a los consejos diocesanos de prevención, entre otros, para que se hicieran estos aportes. Contaron con una ficha especial para estos fines, a través de ella entregaron sus aportes que subieron a una plataforma web.
“Hubo un trabajo grande para sistematizar dichos aportes e irlos integrando cada uno en su riqueza”, subraya. “Esto dio una visión amplia de las necesidades y de la valoración que hacían los católicos del documento”. Este fue el proceso más largo, que se extendió entre agosto de 2019 y marzo de 2020.
“Esa es la gran riqueza de este documento”. No es un texto encargado a un consejo o una comisión que lo haga desde su sitio y su visión, que puede ser muy rica, pero siempre resulta limitada. Es un documento que contó con el aporte de muchos católicos que nos ayudaron a poder tener lo que tenemos hoy día”, recuerda la directora del departamento de abusos.