En un nuevo encuentro con los fieles venidos de todo el mundo hasta la Plaza de San Pedro, el papa Francisco presidió a la segunda Audiencia General de su pontificado, durante la cual ha reanudado las catequesis por el Año de la fe, iniciadas con este propósito por el papa emérito Benedicto XVI.
En esta oportunidad, y dentro del marco de las fiestas pascuales, inició con un “Buenos días” la debida catequesis, centrada en el artículo de fe del Credo que reconoce la resurrección de Cristo.
Identificado como “el centro del mensaje cristiano”, hizo ver que el anuncio del Resucitado “ha resonado desde el principio y ha sido transmitido a fin de que llegue hasta nosotros”.
Prueba de esto, fueron las palabras citadas de la primera carta de san Pablo a los cristianos, que en el capítulo 15, versículos tres al cinco, dice: «Les transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce».
Según el papa, esta breve confesión de fe es la que proclama el misterio pascual mismo, unida a las primeras apariciones del Resucitado a Pedro y a los Doce, porque “la muerte y la resurrección de Jesús son el corazón de nuestra esperanza. Sin esta fe, nuestra esperanza será débil, incluso no habrá ninguna esperanza”.
Una fe aceptada
Se lamentaba el papa durante su catequesis, por el modo en que “se ha tratado de ocultar la fe en la resurrección de Jesús, e incluso entre los propios creyentes se han deslizado dudas”. Tampoco le gusta una «fe de agua de rosas», como se dice, que es el resultado de una superficialidad e indiferencia, que considera otras cosas más importantes que la fe; o también debido a “una visión puramente horizontal de la vida”.
Insistió sin embargo en que “la Resurrección (es) la que nos abre una mayor esperanza, porque abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el pecado, la muerte pueden ser vencidos”
Creer en la promesa cumplida de Dios, esto es la resurrección de Cristo, “nos lleva a vivir con más confianza las realidades cotidianas, afrontarlas con valentía y con compromiso (porque) la resurrección de Cristo ilumina con una luz nueva estas realidades cotidianas”, fueron sus palabras de aliento, para exhortar a los presentes diciéndoles: “¡La resurrección de Cristo es nuestra fuerza!”
Una fe proclamada
Volviendo a la principal base de la resurrección, como es la escritura, el santo padre recordó que hay dos tipos de evidencias en el Nuevo Testamento: algunas son en forma de profesión de fe, es decir, fórmulas sintéticas que indican el centro de la fe (como la de Pablo en sus cartas ndr); mientras que otras tienen la forma de un relato de la Resurrección y de los eventos relacionados a la misma.
En la catequesis de hoy, Francisco quiso centrarse en la segunda, es decir, en los testimonios en forma de relato que se leen en los evangelios. Un primer punto que resaltó fue el hecho de que los primeros testigos de este evento mesiánico fueron mujeres y que estas, “impulsadas por el amor”, acogen este anuncio con fe y de inmediato lo transmiten. No lo retienen para sí mismas –dijo–, sino que por “la alegría de saber que Jesús está vivo, no se pueden contener”.
Invitó por ello a los cristianos a replicar aquello en sus vidas, “¡Sintamos la alegría de ser cristianos! ¡Creemos en un Resucitado que ha vencido el mal y la muerte!”, fueron las expresiones alentadoras que resonaron en la plaza y también en el corazón de muchos allí presentes.
En la línea de la nueva evangelización, el papa invitó también a «salir», a fin de “llevar esta alegría y esta luz en todos los lugares de nuestra vida”.
El testimonio de las mujeres
Otro elemento que observó el santo padre fue que en las profesiones de fe del Nuevo Testamento, no se recuerda como es debido a las mujeres como testigos de la Resurrección, sino principalmente a los hombres y en este caso a los Apóstoles. Y lo explicó por el hecho de que, según la ley judía de la época, las mujeres y los niños no podían dar un testimonio fiable, creíble.
En los evangelios –que superan hoy a la ley judía de entonces–, sí se rescata el rol primordial de las mujeres. En este hecho, el papa ve un elemento a favor de la historicidad de la resurrección: “si se tratara de un hecho inventado, en el contexto de aquel tiempo, no hubiera estado ligado al testimonio de las mujeres”.
Sobre esta evidencia, el Catequista universal explicó que “Dios no escoge según los criterios humanos”, porque así como los primeros testigos del nacimiento de Jesús fueron los pastores –gente sencilla y humilde–, los primeros testigos de la resurrección son las mujeres.
A partir de este punto, le recordó a las madres y a todas las mujeres que aquella es su misión, es decir, “dar testimonio a sus hijos, a sus nietos, que Jesús está vivo, que es la vida, que resucitó”…
Fue una ocasión para que revalorara el rol de las mujeres en la Iglesia y en el camino de la fe, porque ellas “han tenido y tienen también hoy un rol especial en la apertura de las puertas al Señor, en el seguirlo y en el comunicar su Rostro, porque la mirada de la fe tiene siempre la necesidad de la mirada simple y profunda del amor”.
Gestos y palabras
Después de las apariciones a las mujeres, le siguen otras –añadió–, “Jesús se hace presente de un modo nuevo; al principio no lo reconocen, y solo a través de sus palabras y sus gestos es que sus ojos se abren”.
Invitó a vivir ese “encuentro con Cristo resucitado (que) transforma, da nuevo vigor a la fe”, viviendo con atención aquellos “indicios” con los que el Señor resucitado se da a conocer: “la Sagrada Escritura, la Eucaristía y los demás sacramentos, la caridad, los gestos de amor que llevan un rayo del Resucitado”.
Antes de finalizar, destacó la presencia de muchos jóvenes en la plaza, a quienes les dijo: “Lleven esta certeza: el Señor está vivo y camina con nosotros en la vida (..) Lleven adelante esta esperanza: esta ancla que está en los cielos; mantengan fuerte la cuerda, manténganse anclados y lleven la esperanza”.
Los invitó así a convertirse en “testigos de Jesús”, de tal manera que el mundo “un poco envejecido por las guerras, por el mal, por el pecado”, tendrá esperanza.
Saludo en español
Junto a los saludos en las distintas lenguas, el papa dirigió unas palabras de afecto a los fieles y peregrinos que hablan español:
“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a acoger la alegría que nos trae el Resucitado, para que el encuentro con Jesús abra nuestro corazón a la fe y a la esperanza, haciéndonos valientes testigos de su amor”.
Para leer la Catequesis completa del papa aquí