CIUDAD DEL VATICANO, 1 abr 2001 (ZENIT.org).- En un mensaje contra corriente, Juan Pablo II invitó este domingo a los jóvenes de todo el mundo a vivir la recta final de la Cuaresma como momento privilegiado para tomar decisiones de vida y anunció que el próximo domingo los jóvenes de Canadá recibirán la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Cuando ya sólo quedaba una semana para que comience la Semana Santa, el pontífice, al asomarse a la ventana de su despacho, recordó este mediodía a los peregrinos que «la Cuaresma tiene un elevado valor educativo, de manera particular, para los jóvenes, llamados a orientar con claridad su vida».
«A cada uno, Cristo les repite: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame»», dijo el Papa a dirigirse a los miles de personas que le escuchaban desde la plaza de San Pedro en una estupenda mañana de primavera de sol radiante.
Ahora bien, añadió el sucesor de Pedro, «Jesús no propone la mortificación como fin en sí mismo. En realidad, «negarse a sí mismo» y «tomar la cruz» equivale a asumir hasta el fondo la propia responsabilidad ante Dios y el prójimo».
«Al acoger estas palabras, descubrimos cómo la Cuaresma es un tiempo de fecunda profundización en la fe», tema que el pontífice toca precisamente en su Mensaje para la XVI Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra este año 2001 en cada diócesis el próximo domingo, Domingo de Ramos.
«Cristo es exigente con sus discípulos y la Iglesia no duda en volver a presentaros también a vosotros su Evangelio «sin cortapisas»», añadió el pontífice dirigiéndose a los jóvenes. «¿Acaso no es precisamente la Cruz quien guía desde hace ya quince años la peregrinación de los jóvenes con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud?», preguntó.
«Esta cruz, que ha dado la vuelta al mundo, el próximo domingo, al final de la Santa Misa en la Plaza de San Pedro –reveló–, será entregada por los jóvenes de Roma a los de Toronto, ciudad de Canadá que acogerá el Encuentro mundial de la Juventud, en julio del año 2002».
Por eso, invitó a todos los jóvenes de su diócesis a participar en ese acontecimiento que lanzará el período de preparación inmediata de Toronto 2002. Las Jornadas Mundiales de la Juventud, se habían celebrado por última vez en Roma, en agosto del año 2000, congregando a dos millones de chicos y chicas de los cinco continentes.