El beato Charlie acalla por un día las tensiones en Vieques

Primer puertorriqueño elevado a la gloria de los altares

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CIUDAD DEL VATICANO, 29 abril 2001 (ZENIT.org).- El ruido de las bombas de ejercitación no se ha escuchado este domingo en la isla puertorriqueña de Vieques: ha sido el gesto con el que la Marina estadounidense ha querido celebrar el mensaje de paz para ese país la beaticación de Carlos Manuel Rodríguez.

Juan Pablo II elevó este domingo a la gloria de los altares a «Charlie» (1918-1963), como es conocdio familiarmente. Es el primer puertorriqueño beatificado.

«Que su ejemplo ayude a toda la Iglesia de Puerto Rico a ser fiel, viviendo con firme coherencia los valores y los principios cristianos recibidos en la evangelización de la Isla», deseó el Papa en la homilía de la celebración.

Según el Santo Padre, Carlos Manuel Rodríguez «puso de relieve la llamada universal a la santidad para todos los cristianos y la importancia de que cada bautizado responda a ella de manera consciente y responsable».

La beatificación de Charlie ha sido particular, si ha podido celebrarse hoy ha sido gracias a los laicos del Centro Universitario Católico en Río Piedras que él mismo fundó.

El milagro atribuido a su intercesión que, tras haber sido examinado por una comisiones científicas, teológicas y de cardenales, le ha abierto el camino de la canonización, fue experimentado por una mujer puertorriqueña, en 1981, quien se curó de manera inexplicable de un linfoma maligno.

Su proceso de beatificación ha sido uno de los más rápidos en la historia reciente de la Iglesia, pues de hecho sólo duró nueve años.

Rodríguez Santiago nació en Caguas el 22 de noviembre de 1918 y falleció el 13 de julio de 1963 debido a un cáncer producido por una colitis ulcerosa. Dedicó su vida como laico al servicio de la Iglesia y trabajó en el Centro Universitario Católico de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. A causa de su enfermedad no pudo acabar su carrera, ahora bien, se comprometió siempre en el ambiente universitario para ayudar a los jóvenes a descubrir a Cristo a través de la Eucaristía.

«El nuevo beato –recordó el Papa este domingo en su homilía–, iluminado por la fe en la resurrección, compartía con todos el profundo significado del Misterio pascual repitiendo frecuentemente: «Vivimos para esa noche», la de Pascua».

«Su fecundo y generoso apostolado consistió principalmente en esforzarse para que la Iglesia en Puerto Rico cobrara conciencia de este gran acontecimiento de nuestra salvación», concluyó.

En representación de la gobernadora de Puerto Rico, Sila Calderón, en la plaza de San Pedro del Vaticano estuvo presente el secretario de Estado, Ferdinand Mercado.

El lunes el Papa recibirá a los fieles seguidores de los nuevos beatos en una audiencia especial. En esa ocasión Mercado entregará al Sumo Pontífice una carta en la que la gobernadora Calderón le pide «que rece por Puerto Rico y Vieques», donde en estos momentos unas maniobras militares de la Marina estadounidense han suscitado polémicas.

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ZENIT Staff

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