Un congreso inaugura el Jubileo Constantiniano

Empieza mañana en el Vaticano la iniciativa por el 1.700 aniversario de la batalla de Puente Milvio

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Por Luca Marcolivio

CIUDAD DEL VATICANO, martes 17 abril 2012 (ZENIT.org).- Este año y el próximo marcan el paso del Jubileo Constantiniano. El 28 de octubre de 2012, se celebrará el 1.700 aniversario de la batalla de Puente Milvio, que marca la conversión del emperador Constantino.

El tema será objeto de un congreso internacional titulado «Constantino el grande. A las raíces de Europa», en programa del 18 al 21 de abril próximos. Promueven la iniciativa la Comisión Pontificia de Ciencias Históricas, con el patrocinio del Archivo Secreto Vaticano, de la Biblioteca Apostólica Vaticana, del Consejo Nacional de Investigaciones, de la Biblioteca Ambrosiana, del Consejo Regional del Lazio, de la Delegación de Unión Europea ante la Santa Sede y de la Universidad Pontificia Lateranense.

El congreso en el Vaticano es la primera parte de un díptico, cuya secuela tendrá lugar el próximo año en Milán –en el 1.700 aniversario del Edicto- donde se analizarán de modo especial las consecuencias históricas del giro constantiniano.

En los próximos cuatro días, se profundizará en especial en el contexto histórico en el que vivió Constantino, la vivencia personal del emperador, la situación general en la que están los cristianos al inicio del siglo IV y el estado de la libertad religiosa en la misma época.

Los contenidos del congreso fueron ilustrados este martes durante la rueda de prensa en la Sala de Prensa vaticana. El presidente de la Comisión Pontificia de Ciencias Históricas, el monje premonstratense Bernard Ardura, explicó que la batalla de Puente Milvio, aún no siendo un evento de gran relevancia en el plano estratégico militar, se convierte pronto en un «símbolo fundante de un mundo nuevo» que nace, justamente, del encuentro entre el emperador romano y la religión cristiana.

La conversión de Constantino no es sólo la señal para el fin de las persecuciones anticristianas y para la evangelización de Europa sino que marcará también la afirmación de los «valores de dignidad humana, de distinción y cooperación entre religión y Estado, de libertad de conciencia, de religión y culto», añadió el padre Ardura.

Constantino, en definitiva, fue «incontestablemente un gran emperador y un genial político, que logró unificar al entero imperio romano en torno a su persona, creando Constantinopla, la nueva Roma», concluyó.

La profesora Claire Sotinel, docente de Historia de Roma en la Universidad París-Créteil, describió la extrema complejidad del marco histórico de la época constantiniana, en la que estaban extendidos «cultos oficiales en cada ciudad del Imperio, culto imperial difundido en todas las regiones sometidas a Roma, cultos locales a menudo exóticos, cultos más personales, mistéricos, practicados por grupos de iniciados, doctrinas filosóficas con fuerte componente religiosa (casi siempre compatibles con los cultos oficiales, tanto locales como imperiales), judaísmo, autorizado y al menos parcialmente controlado por el imperio».

También la libertad de los cristianos, en el sesentenio precedente, había conocido notables altos y bajos: en 260, tras las persecuciones de Decio y Valeriano, el emperador Gallieno reconoció implícitamente las iglesias cristianas. Siguió casi medio siglo de equilibrio y pacífica convivencia hasta la última gran persecución, la de Diocleciano.

Con Galero, las persecuciones concluyen para siempre, pero bajo su sucesor Constantino sucede algo epocal: el nuevo emperador se convierte, reconoce al cristianismo como religión oficial del imperio y restituye a los cristianos las propiedades confiscadas durante los años de la opresión.

El congreso, explicó la profesora Sotinel, apuntará a clarificar algunas cuestiones de fondo, a partir del dilema de si la conversión de Constantino representa «un momento providencial de conversión en el mundo romano», o, como sostiene la vulgata secularista, sea «el inicio de la decadencia de una Iglesia comprometida con el poder político».

En el congreso se discutirán otros dilemas pendientes, entre ellos la duda de si la conversión constantiniana fue sincera u oportunista, si sucedió realmente en 312 o sea anterior. Otros aspectos del debate afrontarán los tiempos y modos de la difusión del cristianismo en el imperio, sobre qué tipo de personas la nueva religión tuvo mayor impacto, si la evangelización fue rápida o gradual, qué consecuencias tuvo sobre los viejos cultos paganos.

Concluyó la ronda de intervenciones el director de L’Osservatore Romano, Gian Maria Vian que, en calidad de historiador, ha publicado varios estudios sobre la cuestión constantiniana. Constantino, recordó Vian, fue el primer verdadero realizador de la separación entre la esfera política y la religiosa («Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios»), coherente con la predicación Ipsissima verba Iesus.

Le época constantiniana no es sin embargo explicable si no a la luz de los cambios del siglo precedente, a partir de la introducción de la propiedad de los lugares de culto por obra del papa Calixto, mientras que ya Eugenio habla de una «notable actividad edificadora para la construcción de numerosas iglesias romanas, entre ellas 40 basílicas».

El mismo Majencio, perito en la batalla de Puente Milvio contra Constantino, no había sido del todo hostil a los cristianos: al contrario, había iniciado la restitución de los lugares de culto».

El historiador Santo Mazzarino ha definido a Constantino como «el hombre político más revolucionario de Europa», recordó el director de L’Osservatore Romano.

Durante el congreso, anticipó Vian, emergerán otros elementos que confirmen la complejidad de la cuestión constantiniana. Por ejemplo, el bautismo a punto de morir del emperador por parte de un obispo arriano, hecho que pondrá a san Jerónimo entre los «anticonstantinianos» de la primera hora.

Las Iglesias orientales, recordó Vian, veneran a Constantino como el «décimotercer apóstol», mientras que, tras la Reforma Protestante, el primer emperador cristiano fue elogiado por Lutero y Melanchtón y atacado por los jansenistas.

El congreso se abrirá mañana miércoles, a las 17,30, en el Aula del Sínodo, con la introducción de monseñor Enrico Dal Covolo, rector de Universidad Pontificia Lateranense, sobre la Etiología histórico-religiosa del llamado «giro constantiniano». El evento concluirá el sábado 21 con la Audiencia del papa Benedicto XVI a los congresistas en el Palacio Apostólico.

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ZENIT Staff

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