ROMA, viernes 23 marzo 2012 (ZENIT.org).- Se respira aire nuevo en Cuba. Un clima ciertamente diverso del que rodeó la visita de Juan Pablo II en 1998. «Benedicto XVI se encontrará en una Cuba encaminada a vivir una época nueva, tanto a nivel social como religioso. Una época de aperturas que deben consolidarse», afirma el cardenal Ortega.
Lo ha dicho el el cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de San Cristóbal de La Habana, en una entrevista concedida al diario vaticano L’Osservatore Romano.
A la pregunta de cómo ha cambiado la situación en Cuba desde la visita de Juan Pablo II, responde: «Han pasado catorce años de aquella visita que se produjo en un momento económicamente mucho más difícil para Cuba que el actual. Hoy hay nuevas estructuras en el gobierno; hace cuatro años, hubo un cambio en la presidencia con ministros y funcionarios nuevos. Se ha iniciado una reforma económica importante por lo que se refiere al cultivo de la tierra, la construcción de viviendas, la legalización de los trabajos como autónomos y de cooperativas privadas, el crédito, la adquisición y la venta de casas y de automóviles, la creación de pequeñas empresas privadas. La Iglesia ahora dispone de más agentes pastorales: sacerdotes y religiosas. La llegada de misioneros está permitida, la Iglesia tiene publicaciones propias, un mayor acceso a los medios de comunicación, si bien todavía no sistemático. En La Habana hemos construido un nuevo seminario nacional, ha aumentado el número de seminaristas y se facilitan las celebraciones públicas de la Iglesia».
Influencia de la Iglesia
Los medios internacionales en estos días han hablado mucho de una aumentada imfluencia de la Iglesia sobre cuestiones sociales ¿Es verdad? «Más que de influencia –responde el cardenal Ortega- prefiero hablar de presencia social. Hace quince años, antes de la visita de Juan Pablo II, parecía que la Iglesia estviera ausente de la sociedad. Hoy no es así; poco a poco se ha transformado en una realidad social la que se debe tener en cuenta.
La Iglesia ha participado activamente como mediadora entre el gobierno y los familiares de los detenidos del grupo de los 75, de los cuales 53 estaban todavía en la cárcel. Acogiendo nuestra mediación a favor de estos detenidos, el gobierno ha decidido ponerles en libertad. Pero también ha excarcelado a otros 130 detenidos llamados políticos. Muchos nombres de estos detenidos estaban en las listas de los opositores, otros fueron designados por el gobierno cubano, de modo que no han quedado detenidos de esta naturaleza en las cárceles cubanas. también en este caso ha habido una suerte de mediación de la Iglesia.
En la inminencia de la Navidad, en vista de la visita de Benedicto XVI a Cuba y del año jubilar por los cuatrocientos años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba, y por expreso deseo de la Iglesia católica y de otras confesiones cristianas, el presidente Raúl Castro concedió el indulto a tres mil detenidos comunes condenados a penas más largas, por buena conducta y por motivos de salud».
Relaciones con el gobierno
¿Como son las relaciones hoy en el país? «La relación es más directa y fluida –responde el cardenal Ortega–. La participación en el proceso de excarcelación de los detenidos nos ha permitido a mí y al presdente de la Conferencia Episcopal encontrar en diversas ocasiones al presidente Raúl Castro, con el que hemos podido afrontar temas de interés nacional o relativos a la Iglesia en Cuba. la preperación de la visita del papa ha sido realizada en un clima positivo, con todas las facilidades necesarias para su organización».
Expectativas de la visita
¿Qué expectativas sobre la visita de Benedicto XVI? «El pueblo cubano –responde el cardenal ortega- sabe ya lo que significa la visita de un papa, pero muchos de ellos eran niños cuando vino Juan Pablo II, hoy son jóvenes. El pueblo hoy expresa su fe más que hace catorce años. La Iglesia se ha hecho más presente y el tema religioso no es ya un tabú. La peregrinación nacional de la Virgen de la Caridad ha sido una auténtica demostración de fe popular y los sentimientos religiosos que parecían dormidos o apagados se han manifestado de modo muy evidente. Es este el clima espiritual que encontrará el papa. Al paso de la Virgen peregrina el pueblo nos pedía la bendición que nosotros los sacerdotes y los diáconos hemos tenido que dar personalmente hasta el agotamiento. Cuando, en las grandes celebraciones públicas, digo que el pueblo cubano anhela las bendiciones de Dios y que el papa viene a visitarnos para traernos la bendición del cielo, todos aplauden. Las expectativas del pueblo son ciertamente expectativas de fe, pero incluyen también el bien del país, el bienestar de las familias, la reconciliación entre los cubanos, la esperanza de un futuro mejor. Nosotros que hemos sido durante muchos años los pastores de esta gente sabemos lo importante que es para el pueblo cubano que el pontífice venga a bendecir a Cuba».