CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 14 marzo 2012 (ZENIT.org).- La Audiencia General de la mañana de este miércoles tuvo lugar a las 10,30 horas en la plaza de San Pedro, donde Benedicto XVI se encontró con grupos de fieles y peregrinos de Italia y del mundo. En su discurso, el papa ha iniciado un nuevo capítulo de su catequesis: la oración en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas de san Pablo, y centró hoy su meditación en concreto en la presencia orante de María en el grupo de los discípulos que serán la primera Iglesia naciente.
En la catequesis de hoy, Benedicto XVI dijo que en los Hechos de los Apóstoles y en las cartas de San Pablo, «uno de los elementos recurrentes es justamente la oración, sea la de Jesús, sea la de María, de los discípulos, de las mujeres y de la comunidad cristiana».
«El camino inicial de la Iglesia –afirmó- está marcado principalmente por la acción del Espíritu Santo, que transforma a los apóstoles en testigos de Cristo resucitado hasta el derramamiento de sangre, y de la rápida difusión de la palabra de Dios en oriente y occidente».
Recordó el tiempo de espera entre la Ascensión y Pentecostés, en que san Lucas menciona por última vez a María, la madre de Jesús, y su familia.
El papa se detuvo en esta presencia orante de la Virgen en el grupo de los discípulos, que serán la primera Iglesia naciente.
«María siguió con discreción –dijo- todo el camino de su Hijo durante la vida pública, hasta el pie de la cruz, y ahora continúa siguiendo, con una oración silenciosa, el camino de la Iglesia».
«Las etapas del camino de María, de la casa de Nazaret a la de Jerusalén, a través de la cruz donde su Hijo la encomienda al apóstol Juan, se caracterizan por la capacidad de mantener un clima persistente de recogimiento, para meditar cada evento en el silencio de su corazón frente a Dios y en la meditación delante de Dios, hasta entender su voluntad y ser capaz de aceptarla en su interior».
Explicó que el Concilio Vaticano II ha querido poner de relieve, en particular, el vínculo que se manifiesta visiblemente en el orar junto con María y con los Apóstoles, en el mismo lugar, a la espera del Espíritu Santo.
«Venerar a la Madre de Jesús en la Iglesia, significa entonces aprender de ella a ser una comunidad que ora: esta es una de las características esenciales de la primera descripción de la comunidad cristiana descrita en los Hechos de los Apóstoles», dijo.
«La oración –añadió- está a menudo referida a situaciones difíciles, de problemas personales que llevan a dirigirse a su vez al Señor para tener luz, consuelo y ayuda. María nos invita a abrir las dimensiones de la oración, a dirigirnos a Dios no solo en la necesidad y no solo para sí mismo, sino de modo unánime, perseverante, fiel, con un ‘solo corazón y una sola alma'».
Se puede leer el texto completo de la audiencia en: http://www.zenit.org/article-41719?l=spanish.
Al finalizar sus palabras, el papa se dirigió en su idioma a cada uno de lo grupos lingüísticos presentes y les resumió el contenido de su meditación.
A los peregrinos de lengua española les dijo: «En la catequesis de hoy hemos hablado sobre la presencia orante de la Virgen María, iniciando así una serie de catequesis sobre la oración en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas de san Pablo. Mientras que en la anunciación se nos narra la presencia de María al comienzo de la vida terrena de Jesús, en el libro de los Hechos la vemos reunida con los apóstoles, a la espera de la venida del Espíritu Santo, acompañando con su oración silenciosa los primeros pasos de la Iglesia. La existencia de María, desde Nazaret a Jerusalén, pasando por la cruz, donde el Hijo la entrega al apóstol Juan, está caracterizada por la capacidad de mantener un clima perseverante de recogimiento, meditando cada acontecimiento en el silencio de su corazón. La presencia de María con los apóstoles, en la espera de Pentecostés, adquiere un gran significado, ya que comparte con ellos lo más precioso: la memoria viva de Jesús en la oración. Ella se encuentra en oración con y en la Iglesia. Venerar a la Madre de Jesús en la Iglesia significa aprender de ella a ser comunidad que reza. Ella nos enseña la necesidad de la oración y de que mantengamos con su Hijo una relación constante, íntima y llena de amor, para poder anunciar con valentía a todos los hombres que él es el salvador del mundo».
Y saludó a los grupos con estas palabras: «Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de la diócesis de León, con su obispo monseñor Julián López, así como a los demás grupos venidos de España, México y otros países latinoamericanos. Que siguiendo el ejemplo de María, sepamos dedicar más tiempo a la oración personal y comunitaria, especialmente en este tiempo de cuaresma, en el que a través de la penitencia y la limosna nos disponemos a acompañar a Jesús más de cerca».