DUBLÍN, martes 30 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- “La Iglesia en Irlanda está en camino de renovación”, pero “la renovación de la Iglesia no consiste en estrategias mediáticas o reformas estructurales”, “la Iglesia nunca se reformará desde el exterior”.
Lo afirmó el arzobispo de Dublín, monseñor Diarmuid Martin, el pasado 20 de noviembre en la pro-catedral de Santa María de Dublín, en la homilía que pronunció en la misa por el 30º aniversario de la muerte del fundador de la Legión de María, el siervo de Dios Frank Duff.
“La renovación es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia en todo momento de la historia -reconoció-. La necesidad de una renovación de la Iglesia en Irlanda es sin embargo especialmente urgente en este momento”.
Y añadió: “Los escándalos sobre aspectos de la vida de la Iglesia que han sido revelados han abierto nuestros ojos no sólo a los horrores particulares del abuso de menores y de una inadecuada respuesta a ellos”, sino también “a una crisis mucho más profunda en la Iglesia en Irlanda”.
El arzobispo analizó algunos aspectos de los cambios que ha experimentado la Iglesia y el país, como el gran descenso en la práctica religiosa, la crisis de las vocaciones al sacerdocio y el desencanto entre muchos creyentes, que viven como si Dios no existiera.
Respecto a la crisis de la Iglesia, afirmó que “no se trata de la función de la Iglesia en la sociedad, ni de números”, sino de “la comprensión del mensaje de Jesucristo”.
“Se trata de la fe en el Dios revelado en Jesucristo y de una cuestión fundamental: ¿quién es Jesucristo? -explicó-. Jesucristo vino a traer un mensaje de amor. Pero no era un mensaje que se reduce a ser amables con los demás”.
Y animó a preguntarse “qué debería marcar a la Iglesia de Jesucristo como pueblo guiado por el mensaje de salvación revelado a través de la muerte y la resurrección de Jesús”.
El arzobispo reconoció que “las recientes revelaciones sobre los abusos probablemente nunca hubieran salido a la luz plena sin una intervención del exterior”.
Para salir de la crisis
“La renovación y la reforma de la Iglesia, sin embargo, sólo vendrán del interior de la Iglesia -añadió-, es decir, desde el interior de una comunidad de hombres y mujeres que escuchan la palabra de Dios, que se reúnen para rezar, que celebran la Eucaristía y están llamados a compartir la vida misma del mismo Cristo”.
“Lo que es vital -y nunca puede sustituirse por otros méritos- es la voluntad de conocer a Jesús y entrar en una verdadera amistad con Él”.
“Esto significa permitir que su palabra conquiste nuestros corazones; significa tener la misma mentalidad de Jesús -aclaró-. Se trata de conocer al Padre a través del encuentro con Jesús”.
El arzobispo de Dublín advirtió que “la renovación en la Iglesia en Irlanda será una renovación dolorosa”.
Dijo que “hay muchos indicios de que la Iglesia en Irlanda ha perdido su camino”. “Por desgracia, muchas personas, de diversas edades, ya no conocen a Jesucristo”, reconoció.
“Esto no significa que no sean buenas personas” ni que la Iglesia sólo sea para una élite: “la Iglesia es una Iglesia de pecadores”, recordó.
“Cada uno de nosotros tiene que arrepentirse día tras día, nos comprometemos y dejamos a Jesús a un lado y le traicionamos”, reconoció.
Advirtió que la Iglesia “no es una vaga agencia de moralización de la sociedad”, sino que “la Eucaristía y los sacramentos son celebraciones de fe en Jesucristo en la comunidad cristiana”.
“Permitir que la vida sacramental de la Iglesia se reduzca a una especie de vagas celebraciones sociales es permitir que la verdadera identidad de la Iglesia se distorsione”, advirtió.
El arzobispo destacó que “la Iglesia ha sido traicionada de hecho por sus propios miembros activos” y frente a ese error ha dado a veces la impresión de querer que todo sea “perdonar y de una manera simplista”.
Y declaró que “en la sociedad actual donde el mensaje de Jesús es cada vez menos accesible, la Iglesia debe convertirse en un lugar donde la formación en la Palabra de Dios resuene de una manera como lo ha hecho en la Iglesia irlandesa durante generaciones”.
Frank Duff
En su homilía, monseñor Martin glosó la figura de Frank Duff, fallecido hace treinta años, a quien se refirió como un “hombre tranquilo, sin pretensiones personales” que en 1921 fundó la Legión de María, “un movimiento de oración, solicitud cristiana y espiritualidad mariana”.
“Recordamos especialmente la tenacidad de hombre retirado por fuera: tenacidad para llevar sin vergüenza el mensaje de Jesús a las personas en las distintas circunstancias de su vida, una tenacidad impulsada no por la ambición humana sino a través de la devoción a María”, dijo.
Recordó que la fundación de la Legión de María tuvo lugar en un “momento crítico de la historia de Irlanda”, debido a la incertidumbre política que desembocaría en una guerra civil y a la pobreza en la ciudad, también pobreza moral.
“Frank Duff fue un hombre que frente a un gran desafío social hizo algo -destacó el prelado-. No escribió una Carta al director. Reunió a hombres y mujeres con ideas afines a él en un movimiento de renovación espiritual, oración y servicio cristiano”.
Finalmente, el prelado agradeció a la Legión de María en la archidiócesis de Dublín por su participación generosa en el proyecto diocesano de poner al alcance de las familias el Evangelio de san Lucas, así como por su renovada reflexión sobre la Palabra de Dios y su aplicación a la vida diaria y su compromiso con la oración y la Eucaristía.