SANTIAGO, miércoles 29 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Un acuerdo nacional de todos los sectores en favor de una sociedad más equitativa y de una educación de calidad y mejores viviendas sociales propuso el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) ante la Comisión de Salud del Senado, para construir una mejor base de acuerdo social que permita abordar temas más controversiales.
Según informa este organismo en su página web, monseñor Alejandro Goic, obispo de Rancagua, intervino este miércoles 29 de julio ante la Comisión de Salud del Senado de la República, que estudia, en segundo trámite constitucional, el Proyecto de Ley sobre «información, orientación y prestaciones en materia de regulación de la fertilidad».
En la ocasión, el pastor expresó su dolor por la forma como se ha llevado «este debate que toca temas tan trascendentales y que va mucho más allá de un sí o de un no a una píldora».
Tras lamentar que se debata este asunto al calor de una campaña política con todo lo que ello significa, expresó su preocupación por las descalificaciones mutuas a priori, de las diferentes posiciones: «Un debate de tanta trascendencia requiere serenidad, sabiduría, respeto».
No viviremos bajo presiones laicistas
Añadió que la Iglesia no intenta atribuirse ni reclamar una autoridad que no le corresponde.
«Pero no podemos dejar de ejercer nuestro derecho a opinar sobre las realidades políticas, desde el punto de vista moral, para hacer presente a la conciencia de los católicos nuestros puntos de vista y ofrecerlos a quien quiera considerarlos para su propia reflexión y para el bien moral de la sociedad. Queremos vivir en paz con todos. Estamos dispuestos a respetar las opiniones de todos y, por supuesto, también las leyes justas de las autoridades legítimas. Pero no nos excluiremos de participar en el diálogo democrático, ni viviremos bajo la presión de visiones laicistas de la sociedad. Tampoco aceptaremos los intentos de ubicarnos como una categoría de ciudadanos relegados a nuestros templos o a nuestras propias instituciones».
Citando palabras del cardenal Raúl Silva Henríquez sobre los rasgos de aquello que él llamaba «el alma de Chile» y los sueños del pastor para su país, monseñor Goic aludió a la iniciativa del Acuerdo Nacional para la Transición a la Democracia, hecho de fundamental trascendencia para la recuperación de la convivencia democrática, el año 1985, convocado por el entonces Arzobispo de Santiago, el Cardenal Juan Francisco Fresno.
Un nuevo «acuerdo nacional»
«¿No habrá llegado la hora, de que hoy, en un nuevo contexto, consolidada la democracia y de cara al Bicentenario y al futuro de Chile se geste un nuevo Acuerdo Nacional que preserve y perfeccione el alma de Chile? Me atrevo a proponerlo: un Acuerdo Nacional, que permita un «Consenso Básico Ético» entre todos los chilenos de cara al Bicentenario», sostuvo el Presidente de la Conferencia Episcopal.
Agregó que este «Consenso Básico Ético» podría contener dos elementos:
1. «El compromiso de todos los actores sociales de construir una sociedad más equitativa. Es necesario y urgente decisiones para lograr una mayor equidad, salarios suficientes y mayor justicia social, en beneficio de la dignidad de la persona humana».
2. «El compromiso real de todos los actores sociales de mejorar la calidad de la educación, en especial en los sectores más vulnerables; de seguir mejorando las viviendas sociales que permitan, por sus espacios más amplios, una intimidad familiar dignificadora de los padres y de los hijos; una salud digna y accesible a todos los chilenos, más allá de su condición económica».
A juicio de monseñor Goic, éstos y otros temas similares podrían, me parece, encontrar acuerdos básicos de todos los actores sociales.
Caminos fraternos mejor pavimentados
El presidente de la CECh sostuvo que el Consenso Básico Ético es posible, al menos en la expresión de voluntades e intenciones, en muchos temas; mientras que en el origen de la vida, en la sexualidad, el aborto, la eutanasia, la unión de parejas homosexuales, etc., afloran grandes divergencias, muchas de ellas marcadas por miradas ideológicas o por prejuicios.
«Tengo el convencimiento que si lográramos el «Consenso Básico Ético» y actuáramos en consecuencia procurando resolver aquellos primeros temas que mencioné, los segundos, los más controversiales, si bien probablemente no desaparecerán, sí podrían disminuir o ser enfrentados desde una mejor base de acuerdo social, desde unos caminos hacia la fraternidad mejor pavimentados».
Concluyó diciendo que el Senado de la República es un espacio privilegiado para buscar caminos de encuentro sereno, de diálogo ponderado, de soluciones adecuadas que contemplen una mirada más amplia que el puro asunto en debate. «Con profundo respeto, y en la certeza de que «la patria es, fundamentalmente, alma de un pueblo», apelamos a ustedes en esta invitación al consenso, «urgente tarea» en 1974, urgente tarea hoy en la antesala del Bicentenario».