CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 10 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI auguró que el G20 sea consciente de que la eficacia de los instrumentos adoptados contra la crisis depende de que estén destinados al auténtico progreso humano.
Lo hizo en un mensaje que envió al presidente de la República de Corea, Lee Myung-bak, en la vigilia de la cumbre que se inaugurará este jueves 11 de noviembre en Seúl.
En su mensaje, publicado en la edición de este jueves de L’Osservatore Romano, el Pontífice constata que el mundo espera del G20 “la adopción de instrumentos adecuados para salir de la crisis, con acuerdos comunes que no privilegien a algunos países a costa de otros”.
“Auguro que haya viva conciencia de que los instrumentos adoptados, en cuanto tales, funcionarán sólo si, en última instancia, se destinan a la realización de un mismo fin: el progreso auténtico e integral del hombre”, señala, en este sentido.
Y añade que esos instrumentos, para ser eficaces, “deberán ser aplicados de modo sinérgico y, sobre todo, respetuoso con la naturaleza del hombre”.
El Papa anima a los participantes en la cumbre a afrontar los problemas “de una manera coherente con las razones más profundas de la crisis económico-financiera, teniendo adecuadamente en consideración las consecuencias de las medidas que se han adoptado para compensar la propia crisis, y en búsqueda de soluciones duraderas, sostenibles y justas”.
En opinión de Benedicto XVI, es “decisivo” demostrar que, “también gracias a esta crisis, el hombre ha madurado hasta el punto de reconocer que las civilizaciones y las culturas, al mismo tiempo que los sistemas económicos, sociales y políticos, pueden y deben converger en una visión compartida de la dignidad humana y respetuosa de las leyes y de las exigencias puestas en ella por Dios creador”.
El Papa inicia su mensaje destacando la celebración del G20 en Seúl como “un signo elocuente de la relevancia y de la responsabilidad adquiridas por Asia en el escenario internacional a inicios del siglo XXI”.
Dirigiéndose al presidente de Corea del Sur, valora la presidencia coreana de la cumbre como “un reconocimiento del significativo nivel de desarrollo económico alcanzado por su país, que es el primero, entre los que no pertenecen al G8, en albergar al G20 y en guiar sus decisiones en el mundo después de la crisis”.
Benedicto XVI recuerda que los mandatarios reunidos en esta cumbre tienen que “trazar la solución a cuestiones muy complejas, de las que depende el futuro de las próximas generaciones”.
Y destaca que esa tarea requiere “la colaboración de toda la comunidad internacional, en el reconocimiento, común y concorde entre todos los pueblos, del valor primario y central de la dignidad humana, objetivo final de las propias decisiones”.
Benedicto XVI concluye su mensaje afirmando: “El G20 responderá a las expectativas puestas en él y entregará al mundo un verdadero éxito”, concluye, si, a partir de problemas diversos, “sabe delinear los rasgos del bien común universal y demostrar la voluntad de cooperar para alcanzarlo”.