MADRID, martes 19 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- “Pero no te olvides de Haití” es la frase que el humorista español Forges incluye en sus viñetas desde hace nueve meses. Mientras entidades humanitarias siguen trabajando en silencio, ahora, la parte occidental de la isla caribeña “La Española”, que Haití comparte con la República Dominicana–, salta de nuevo a la actualidad. Por varios motivos: el asesinato de un agente de Caritas Suiza y las próximas elecciones. Dos síntomas de tesión social en aumento.
La red internacional de Caritas está profundamente consternada ante la noticia del asesinato en Haití, el pasado 8 de octubre, de uno de sus agentes locales en Puerto Príncipe. Julien Kénord, de 27 años de edad, acababa de cobrar un cheque en un banco local cuando recibió un disparo de desconocidos. Este cooperante de Cáritas Suiza murió a consecuencia de las heridas poco después. Aunque se inició una investigación policial, hasta el momento no se conocen más detalles de este trágico suceso.
De las elecciones legislativas y presidenciales –que se celebrarán el próximo 28 de noviembre y en las que participan, como poco, 60 partidos políticos y 19 candidatos presidenciales–, se espera que puedan resultar señales de estabilidad que permitan gestionar en modo eficaz los procesos de reconstrucción.
En estos momentos, Haití es un país sumamente inseguro para los cooperantes que de todo el mundo se volcaron en el momento de la catástrofe.
Un informe de Caritas Italia de septiembre de 2010 revela que “los problemas políticos y logísticos son enormes, pero Haití y la comunidad internacional creen que es necesario celebrar las elecciones para consolidar la estabilidad política”.
Así lo declaró recientemente el nuncio apostólico Bernardito Auza, pasados más de nueve meses del terremoto del 12 de enero, que provocó la muerte de al menos 230.000 personas.
“La situación humanitaria –dijo el nuncio en agosto- es todavía de emergencia, con más de un millón de desplazados que viven todavía en campos provisionales”, con más de dos millones de metros cúbicos de toneladas de escombros en las calles de la capital, Puerto Príncipe.
Se espera que de las urnas salga un Gobierno capaz de armonizar la reconstrucción de una identidad nacional y estimular la sensibilidad de cada ciudadano haitiano hacia el bien común, al mismo tiempo que entabla una colaboración constructiva con los organismos internacionales. Algunos de los que ayudan en la reconstrucción, hablan de “reinvención” de este polvorín social en que, desde hace décadas, se ha convertido el país caribeño.
En una situación de lucha por la supervivencia, permanece el alto el riesgo de tensiones y manifestaciones que ya se han dado en la capital y alrededores.
Todas las intervenciones de las diferentes entidades humanitarias y especialmente Caritas tienen el objeto de reducir la vulnerabilidad de los afectados. A este fin, se ha dado gran importancia a mantener el sistema de iluminación de los campos, reducir la distancia entre puntos de servicio y campos, construcción de servicios higiénicos, etc.
La directora del Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes (SRJ), en la República Dominicana, Sonia Adames, ha visitado distintas ciudades españolas, para transmitir la labor que realizan sus socios en Haití: el SRJ en Haití, Entreculturas y Fe y Alegría, todas ellas entidades inspiradas por la Compañía de Jesús.
En su gira por distintas ciudades de España –Santiago de Compostela, Málaga, Logroño, Santander, Valladolid y León–, Sonia Adames pronunció la conferencia “Haití. La tierra se mueve, las personas se mueven”, en la que subrayó la necesidad de “reinventar Haití”, a la vez que señaló la importancia de la formación de líderes.
La época de los ciclones, ya iniciada, impulsa a los desplazados a exigir su derecho a una vivienda digna y segura, como reacción a las expulsiones violentas por parte de los propietarios de los terrenos donde se instalaron a raíz del terremoto. Las protestas han aumentado en los últimos meses.
“Pero no te olvides de Haití” es un lema que permanece vigente y necesario para la ingente labor que tienen por delante las entidades humanitarias y caritativas que trabajan en el país caribeño.
Por Nieves San Martín