Relación del Secretario General del Sínodo de los Obispos

Durante la primera Congregación general

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la relación prsentada por el secretario general del Sínodo de los Obispos, monseñor Nikola Eterović, hoy lunes durante la primera Congregación general del Sínodo para Oriente Medio.

 

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Padre Santo,

Eminentísimos y Excelentísimos padres,

Queridos hermanos y hermanas,

«Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición» (Gn 12, 1-2). Abram, nacido en Ur de los Caldeos, escuchó estas palabras que Dios le dirigió en Jarán. Atravesó la región y se estableció junto a la Encina de Moré (cfr. Gn 12,6) Acampó a continuación en el Négueb (cfr Gn 12, 9), bajó a Egipto (cfr Gn 12, 10-20), de aquí subió de nuevo al Négueb, después a Betel (cfr Gn 13, 1-2) y a continuación a la tierra de Canaán (cfr Gn 13, 12), estableciéndose en las Encinas de Mambré, en Hebrón (cfr Gn 13, 18). Dios estableció una alianza con su siervo Abram, que pasó a ser Abraham, porque se le había confiado una misión especial: «Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. Y ya no te llamarás más Abram: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones» (Gn 17, 4-5). Conociendo la fe y la justicia de Abraham (cfr Gn 15, 6), Dios le hizo una triple promesa: un hijo, un pueblo numeroso y una tierra. El juramento del Dios de Israel no fallará, como nos confirma San Pablo (Cfr Rm 9, 1-11, 36).

«¡Yo soy el que soy!» (Ex 3, 14), son las palabras sacrosantas que el Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, cuando se le apareció en el monte Horeb en una llama de fuego de una zarza que ardía pero no se consumía, dirigió a Moisés revelándole su santo nombre y confiándole la misión de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto: «Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos… Ahora ve, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas». (Ex 3, 7.10) Alentado por el apoyo del Dios de los Padres, Moisés, superando numerosas dificultades, guió a su pueblo a través del Mar Rojo y por el desierto hacia la tierra prometida, que sólo pudo ver desde el «monte Nebo, que está en el país de Moab, frente a Jericó» (Dt 32, 49), donde murió y fue sepultado «frente a Bet-Peor» (Dt 34, 6). Por medio de Moisés, su amigo, (cfr Ex 33, 11), Dios estableció en el Monte Sinaí la alianza con el pueblo elegido. Si escucha la voz de Yahvé y observa su ley, el pueblo será para él «un reino de sacerdotes y una nación que me está consagrada» .(Ex 19, 6). Dios confió al pueblo elegido las «diez palabras», los Diez mandamientos, compromiso y condición de la alianza (cfr Ex 20 – 24).

«Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy» (Jn 8, 58). Discutiendo con los judios en el templo de Jerusalén, Jesús alude al nombre divino que le fue revelado a Moisés (cfr, Ex. 3, 14), declarando implícitamente ser él mismo Dios, nacido en Belén para salvar a los hombres (cfr Lc 1, 4-14). «Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría» (Jn 8, 56). Jesucristo, «hijo de David, hijo de Abraham» (Mt 1, 1), se apropia también de la expresión «día del Señor», reservada a Dios en el Antiguo Testamento, y él mismo se presenta como el verdadero objeto de la promesa hecha a Abraham, de la alegría que este sintió con el nacimiento de su hijo Isaac (cfr Gn 12, 1-3).

Después de 30 años de vida en Nazaret, Jesús, cuando predicaba por toda Galilea (cfr. Mt 4, 23) recorriendo «todas las ciudades y los pueblos» (Mt 9, 35), indicó también su relación con el gran profeta Moisés. Al inicio de su vida pública, en el Lago de Tiberíades llamó a los discípulos, que estaban convencidos de haber encontrado «aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret» (Jn 1, 45). Esta experiencia fue confirmada en el monte Tabor, donde «… dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén» (Lc 9, 30-31). En la discusión con los miembros de su pueblo, en el templo de Jerusalén, Jesús se refiere también al testimonio de Moisés: «Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí: porque él escribió de mí» (Jn 5, 46). El Evangelista Juan resume con las siguientes palabras la contribución de ambos a la historia de la salvación: «Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo» (Jn 1, 17).

De estas breves alusiones al Antiguo y al Nuevo Testamento, resulta evidente la importancia de la geografía bíblica de Oriente Medio para todos los cristianos y, en particular, para quienes viven en Tierra Santa, tierra que Jesús santificó con su nacimiento en Belén, con su huida a Egipto, con su vida en Nazaret, con su predicación en Galilea, Samaria, Judea, acompañada de signos y milagros y, sobre todo, con su pasión, muerte y resurrección, en la ciudad santa de Jerusalén. El recuerdo de la historia de la salvación, que tuvo lugar en Oriente Medio, sigue estando vivo en los corazones de los habitantes de esta región y, en particular, de los cristianos. Estos son la continuación de los pueblos de la Biblia. Gracias a ellos, los acontecimientos que ocurrieron hace tantos siglos, permanecen vivos no sólo por la fuerza de la Palabra de Dios, siempre viva y eficaz (cfr. Hb 4, 12), sino también por el vínculo vital con la tierra bendecida por la especial presencia de Dios que se reveló en la plenitud de los tiempos (cfr. Hb 9, 26) en su Hijo Unigénito Jesucristo. Así como existen los pueblos de la Biblia, así se podría hablar de los obispos de la Biblia, haciendo referencia a los lugares en los que estos desarrollan su actividad pastoral. Estos pastores son numerosos en esta Asamblea sinodal, que reúne a todos los obispos ordinarios de las 101 circunscripciones eclesiásticas de Oriente Medio, a los que dirijo un saludo muy especial. A estos es necesario añadir los 23 obispos de la Diáspora, que con su cuidado pastoral acompañan a los fieles emigrados de Oriente Medio a distintas partes del mundo.

Todos los obispos son, de alguna manera, obispos de la Biblia. Además de los obispos de la geografía bíblica, existen también los obispos de la comunión bíblica. La presencia de los representantes de los cinco continentes demuestra, de forma evidente, el interés de los cristianos de todo el mundo por la Iglesia Católica peregrina en Oriente Medio. A estos se añaden 19 obispos de países limítrofes o particularmente comprometidos en socorrer espiritual y materialmente a sus hermanos y hermanas de Tierra Santa.

En total, en esta Asamblea Especial para Oriente Medio participan 185 Padres sinodales, de los que 159 participan ex officio, y 17 son de nombramiento pontificio. De ellos, 9 son Patriarcas, 19 Cardenales, 65 Arzobispos, 10 Arzobispos titulares, 53 Obispos, 21 Obispos Auxiliares, 87 religiosos, de los cuales 4 han sido elegidos por la Unión de Superiores Generales. En cuanto a los cargos desempeñados, hay 9 Jefes de los Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, 5 Presidentes de las Reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales, 6 Presidentes de Conferencias Episcopales, 14 Jefes de Dicasterios de la Curi
a Romana, 1 Arzobispo Coadjutor, 4 eméritos, de los cuales 2 son Cardenales y el Patriarca latino emérito de Jerusalén.

Tierra Santa es amada por todos los cristianos. Tengo el honor de saludar, de forma especial, a los Delegados Fraternos de 13 Iglesias y comunidades eclesiales.

Oriente Medio también es la casa de nuestros hermanos y hermanas judíos y musulmanes, porque representa el lugar donde también nacieron estas dos religiones monoteístas. Por tanto, tengo el placer de anunciar que durante los trabajos tendremos la alegría de escuchar las aportaciones de un rabino y de dos ilustres representantes del Islam sunní y chií.

Saludo, también, a los 36 Expertos y los 34 Oyentes, que con agrado han aceptado su nombramiento y han venido para enriquecer la reflexión sinodal con su testimonio y sus ricas experiencias pastorales maduradas principalmente en Oriente Medio. Están presentes también algunos representantes de organismos que ayudan de forma concreta a las Iglesias de la región.
Estoy muy agradecido a los asistentes, a los traductores y al personal técnico, así como a los generosos colaboradores de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos por su preciosa colaboración, consciente de que sin su cualificada y generosa contribución no hubiera sido posible organizar esta Asamblea sinodal.

La presente relación se compone de VI partes:

I) Apertura ideal de la Asamblea Especial en Chipre

II) Algunos datos estadísticos

III) Convocación de la Asamblea Especial para Oriente Medio

IV) Preparación de la Asamblea Especial para Oriente Medio

V) Observaciones de carácter metodológico

VI) Conclusión

I) Apertura ideal de la Asamblea Especial en Chipre

Beatísimo Padre:

En nombre de los Padres sinodales y de todos los participantes en la Asamblea sinodal, tengo el honor de renovarle mi más más cordial saludo, ya anticipado por el Eminentísimo Cardenal Delegado Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, por haber convocado esta Asamblea sinodal y por haberla abierto idealmente en Nicosia, Chipre, donde estuvo en Visita Apostólica del 4 al 7 de junio de 2010.

La Asamblea Especial para Oriente Medio no fue programada con gran anticipación. Usted, Santo Padre, acogió con ejemplar diligencia la propuesta de varios obispos de la región medio-oriental de convocarlos a Roma, para escuchar las alegrías y los dolores, las esperanzas y las preocupaciones de los cristianos y de los hombres de buena voluntad en Oriente Medio, tierra tan importante para toda la Iglesia, más aún para todo el mundo. Para Usted, Santidad, será la 4ª Asamblea sinodal en 5 a os de Pontificado. El venerable Siervo de Dios, el Papa Juan Pablo II, afirmó una vez que, considerado el número de Sínodos que él había presidido, se le recordaría como el Papa del Sínodo, «Papa sinodal» [1]. Parece que también Vuestra Santidad se está encaminando en el mismo sentido, con la solicitud propia del Obispo de Roma, en comunión con los hermanos del episcopado y al servicio de los fieles confiados a sus cuidados pastorales.

Durante su Pontificado, Vuestra Santidad ha ido tres veces a Oriente Medio. La primera Visita Apostólica, del 28 de noviembre al 1 de diciembre de 2006, fue en Turquía. Permanece viva en la memoria su Peregrinación del 8 al 15 de mayo de 2009 por Jordania, Israel y Palestina. El momento culminante de la mencionada Visita a Chipre fue la entrega del Instrumentum Laboris a los representantes del episcopado católico de Oriente Medio, dignamente representados por 7 Patriarcas y por el Presidente de la Conferencia Episcopal de Irán. Lamentablemente no pudo asistir a esta cita Su Excelencia Monseñor Luigi Padovese, O.F.M. Cap., Vicario Apostólico de Anatolia y Presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, ya que fue bárbaramente asesinado la víspera de su Visita Apostólica. Con ocasión de la entrega del Instrumentum Laboris, Su Santidad tuvo para él palabras afectuosas, agradeciéndole también su notable contribución a la redacción de los documentos de preparación de la Asamblea sinodal, es decir, de los Lineamenta y del Instrumentum laboris. Dirigimos nuestra oración al Señor para que acoja a su fiel siervo en su Reino de luz, de paz y de eterno júbilo, para que desde el cielo pueda interceder por el éxito de esta Asamblea sinodal. Que su sacrificio pueda abrir nuevos caminos de mutuo conocimiento, de colaboración en el respeto de la verdadera libertad religiosa en todos los Países de Oriente Medio y del mundo. Al mismo tiempo, rogamos por el arrepentimiento de cuantos estuvieron involucrados en su trágica muerte.

Con ocasión de la entrega del Instrumentum laboris, Vuestra Santidad recordó el lema de la Asamblea sinodal: «La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32), subrayando la actualidad de la comunión y del testimonio para la vida cristiana. También indicó la finalidad de la presente Asamblea en dos puntos: 1) «profundizar los vínculos de comunión entre los miembros de vuestras Iglesias locales, así como entre esas mismas Iglesias y con la Iglesia universal» y 2) «animaros en el testimonio que dais de vuestra fe en Cristo, en los países donde esta fe nació y creció» [2]. Además de dichos fines principales, existen también otras razones por las que la Asamblea Especial para Oriente Medio ha sido convocada. Esta representa la ocasión propicia «para los cristianos del resto del mundo de ofrecer apoyo espiritual y solidaridad a sus hermanos y hermanas de Oriente Medio» [3], sobre todo hacia aquellos que sufren grandes pruebas a causa de la difícil situación actual de la región. Además, la Asamblea Especial permite «poner de relieve el importante valor de la presencia y del testimonio cristiano en los países de la Biblia, no sólo para la comunidad cristiana mundial, sino también para vuestros vecinos y vuestros conciudadanos»[4]. Los cristianos que desde hace casi 2.000 años viven en Oriente Medio, desean vivir en paz y armonía con sus vecinos judíos y musulmanes. Los cristianos merecen reconocimiento por el papel inestimable que desempeñan, con frecuencia «como artífices de paz en el difícil proceso de reconciliación» [5]. Por ello se deberían respetar siempre todos sus derechos, incluido el derecho a la libertad de culto y la libertad religiosa.

II) Algunos datos estadísticos

Juntos damos gracias al Dios bueno y misericordioso por los abundantes dones que la Iglesia en Oriente Medio ha recibido durante los casi 2.000 años de su existencia. Los discípulos de nuestro Señor Jesús, frecuentemente en situaciones adversas, llegando hasta el martirio, han dado testimonio de viva fe, de ardiente esperanza y de caridad activa. Gracias a la asistencia del Espíritu Santo, la presencia continua de los cristianos en Tierra Santa ofrece un válido motivo de esperanza para el presente y futuro de esta importante región. Tierra Santa es su lugar nativo, su patria, a cuya construcción en estados democráticos y prósperos desean dar una contribución preciosa y única, dispuestos a colaborar con todos los hombres de buena voluntad, especialmente con los fieles del judaísmo y del Islam.

A este respecto, parece útil indicar algunos datos estadísticos relativos a Oriente Medio. En la documentación de preparación de la Asamblea sinodal, sobre todo en los Lineamenta y en el Instrumentum laboris, con la denominación Oriente Medio se entiende, además de Jerusalén y los territorios palestinos, los 16 Estados siguientes: Arabia Saudí, Bahrein, Chipre, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Israel, Irán, Iraq, Kuwait, Líbano, Omán, Qatar, Siria, Turquía y Yemen.

Se trata de una región vasta, que se extiende sobre 7.180.912 km2. E
n la tabla adjunta se ve que en Oriente Medio viven 356.174.000 personas, de las que 5.707.000 son católicos, que representan el 1,60% de la población. Estos datos se han tomado del Annuarium Statisticum Ecclesiae 2008, en su última edición del año 2010. No ha sido fácil, sin embargo, obtener datos fiables acerca del número de cristianos en Oriente Medio. En la tabla que aquí se presenta, su número aproximado sería de 20.101.866 personas, es decir, el 5,90% de la población. Los datos, aunque indicativos, ofrecen una idea de la presencia de las minorías cristianas en una región mayormente musulmana, con excepción de Israel, donde los judíos serían el 75,6%, los musulmanes el 16,7%, los cristianos el 2,1%, los drusos el 1,6%, y otros el 4% [6].

En la tabla se distinguen dos regiones de Oriente Medio. La primera en la que los cristianos están tradicionalmente presentes y que, lamentablemente, muestra en su conjunto una fuerte disminución, también en comparación con los datos del año 1980, y esto no tanto en el número de los católicos, como en el porcentaje de los respectivos países. El número de los católicos no ha seguido el crecimiento demográfico de los habitantes. El segundo grupo representa a los países en los que la presencia cristiana ha aumentado considerablemente en los últimos decenios, gracias a muchos fieles que han venido a vivir aquí durante cierto tiempo en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida. Gracias a Dios, en dichos países la tendencia es la contraria, dado que los católicos aumentan tanto en número como en porcentaje. Es uno de los signos de los tiempos que la Iglesia en su conjunto y los Pastores de Oriente Medio deben valorar convenientemente, dando gracias a Dios que puede escribir la historia de la salvación del mundo incluso con modos y tiempos inesperados.

En el discurso con ocasión de la entrega en Nicosia del Instrumentum Laboris, el Santo Padre Benedicto XVI destacó la notable contribución de los cristianos al desarrollo integral de los países en los que viven: «Vosotros contribuís de muchas maneras al bien común, por ejemplo con la educación, la atención a los enfermos y la asistencia social y trabajáis en la construcción de la sociedad»[7].

Algunos datos disponibles ilustran claramente la afirmación del Obispo de Roma que, durante su Viaje Apostólico a Jordania, el 9 de mayo de 2009, bendijo la primera piedra de la Universidad de Madaba del Patriarcado Latino de Jerusalén. En Oriente Medio, la Iglesia Católica administra 686 escuelas maternas con 92.661 alumnos, 869 escuelas primarias con 343.705 alumnos, 548 escuelas de segunda ense anza con 183.995 alumnos. Existen también 13 Institutos de Estudios Superiores, entre ellos 4 Universidades. Por lo que se refiere al número de alumnos, 2.443 frecuentan Institutos Superiores, 1.654 estudios eclesiásticos y 34.506 otros estudios universitarios [8]. Es útil recordar que dichas escuelas no sólo las frecuentan católicos o cristianos, sino que están abiertas a quienes pertenecen a otras religiones, en particular a los musulmanes. Es un modo práctico y eficaz, mediante el cual la Iglesia contribuye a la educación de los jóvenes, esperanza para la Iglesia y para la sociedad.

La Iglesia católica está, además, en primera línea en el apostolado de la caridad por lo que se refiere a los enfermos, ancianos, discapacitados, pobres. En Oriente Medio, la Iglesia tiene 544 centros sanitarios católicos: 76 hospitales y sanatorios, 113 centros sanitarios para los ancianos, 331 consultorios y dispensarios, 24 centros sanitarios para discapacitados, centros de rehabilitación administrados por distintos Institutos de Vida consagrada. Estas instituciones también están abiertas a otros cristianos, a los musulmanes y a toda persona necesitada.

Numerosas iniciativas que se dedican a ayudar a los hermanos con graves necesidades están administradas por las respectivas Caritas nacionales de la Región MONA (Oriente Medio, Cuerno de África y África del Norte).

Una valiosa ayuda a los hermanos y hermanas de Oriente Medio está asegurada por la Orden Soberana Militar de Malta, por la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén y, sobre todo, por la benemérita Congregación para las Iglesias Orientales, que coordina la ayuda de varios organismos, entre los que es preciso mencionar la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO).

III) Convocación de la Asamblea Especial para Oriente Medio

El Santo Padre Benedicto XVI anunció la decisión de convocar la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos el 19 de septiembre de 2009, durante el encuentro con los Patriarcas y Arzobispos Mayores de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris.

La idea de convocar esta Asamblea sinodal fue el resultado de un doble dinamismo pastoral. Por una parte, varios Obispos, sobre todo de las regiones más atormentadas de Oriente Medio, como por ejemplo Iraq, pidieron al Santo Padre reunir a los Obispos de la región para escuchar de manera directa informaciones sobre la situación, con frecuencia dramática, en que viven los fieles confiados a su cuidado pastoral y para ver, con la gracia del Espíritu Santo y en la comunión episcopal, posibles caminos para mejorar dicha situación, comenzando por la comunión dentro de las Iglesias y entre ellas. Algunos cardenales y prelados de la Curia Romana, que han mantenido frecuentes contactos, institucionales y personales, con los Pastores y los cristianos de Tierra Santa, se han hecho intérpretes de este deseo de los Pastores en graves adversidades.

Por otra parte, durante sus viajes apostólicos a Turquía y luego a Jordania, Israel y Palestina, el Santo Padre Benedicto XVI vio con sus propios ojos y tocó con sus manos las alegrías y los dolores de varias Iglesias locales. Acogió, por tanto, su deseo de no sentirse solas, de reforzar los vínculos de comunión con la Iglesia universal a través del Obispo de Roma que la preside en la caridad. Por lo demás, el anuncio de la convocación de la Asamblea sinodal se hizo en un ambiente de profunda comunión del Papa con los Jefes de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, recibidos en Castel Gandolfo. Este significativo gesto, encuentro y ágape fraterno, estuvo también motivado por el deseo de Vuestra Santidad de «escuchar la voz de las Iglesias a las que vosotros servís con admirable abnegación y de reforzar los vínculos de comunión que las unen a la Sede Apostólica» [9]. Usted, Santo Padre, expresó también su voluntad de «promover aquella sinodalidad tan apreciada por la eclesiología oriental y saludada con aprecio por el Concilio Vaticano II»[10]. Recordando, además, el llamamiento de paz que los Patriarcas le habían entregado durante la XII Asamblea sinodal sobre la Palabra de Dios, Usted dirigió su pensamiento sobre todo a las regiones atormentadas de Oriente Medio. En este contexto dio el anuncio de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, confiando los resultados a la materna intercesión de María Santísima, tan honrada por las venerables Iglesias Orientales Católicas, como también por nuestros hermanos y hermanas de otras Iglesias cristianas.

IV) Preparación de la Asamblea Especial para Oriente Medio

En la Audiencia que me fue concedida el 13 de junio de 2009, el Santo Padre manifestó también su opinión sobre la propuesta de convocar una Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. Para examinar adecuadamente la cuestión, dispuso llevar a cabo una reunión de estudio en la Secretaría General el 8 de julio de 2009. En dicho encuentro participaron los Responsables de los cuatro Dicasterios de la Curia Romana que mantienen contactos más frecuentes con la Iglesia Católica de Oriente Medio: los Prefectos de la
Congregaciones para las Iglesias Orientales y para la Evangelización de los Pueblos, los Presidentes del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Participó también en dicho encuentro un representante de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado. Después de un intercambio de información sobre la situación eclesial y social en la región, se analizaron las propuestas de convocación de la Asamblea Especial para Oriente Medio, los posibles temas de la Asamblea sinodal, el número de participantes y la fecha de su celebración. Se subrayó la necesidad de constituir un Consejo Pre Sinodal para Oriente Medio con el fin de preparar los respectivos documentos.

En la Audiencia que se me concedió el 7 de septiembre presenté al Santo Padre Benedicto XVI los resultados de la citada reunión de estudio. Después de una madura reflexión, Su Santidad hizo pública su decisión de convocar la Asamblea Especial para Oriente Medio, del 10 al 24 de octubre de 2010 con el tema: La Iglesia Católica en Oriente Medio: comunión y testimonio. «La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma»(Hch 4, 32). Como ya se ha dicho, el anuncio de este importante acontecimiento fue realizado por el Santo Padre Benedicto XVI en persona el 19 de septiembre de 2009. Su Santidad dispuso, además, que fueran miembros del Consejo Pre Sinodal para Oriente Medio de la Secretaría General los 7 Patriarcas, 6 de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris y el Patriarca latino de Jerusalén y también los dos Presidentes de las Conferencias Episcopales de Turquía y de Irán.

Considerado el tiempo relativamente breve para la preparación de la Asamblea sinodal, la Secretaría General programó la primera reunión del Consejo Pre Sinodal para Oriente Medio para los días 21 y 22 de septiembre de 2009, después del encuentro de los Patriarcas y de los Arzobispos Mayores con el Santo Padre.

La finalidad de esta reunión era preparar los Lineamenta, documento de reflexión sobre el tema de la Asamblea sinodal. Después de un amplio intercambio de pareceres sobre la compleja situación de Oriente Medio, los Miembros del Consejo concordaron el esquema de los Lineamenta con precisas indicaciones sobre su contenido.

En la reunión del 24 y 25 de noviembre de 2009, los Miembros del Consejo Presinodal examinaron el borrador del Documento. Tomando en cuenta la experiencia pastoral en los diversos Países de Oriente Medio, presentaron varias modificaciones que luego se incluyeron en el texto. Este se envió por correo electrónico a los Miembros del Consejo Especial para Oriente Medio para una última aprobación, solicitando enviar eventuales observaciones antes de finalizar el mes de noviembre. Examinadas las observaciones recibidas, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos elaboró la versión definitiva del documento, que se tradujo en cuatro lenguas: árabe, francés, italiano e inglés.

Los Lineamenta, que llevan la fecha del 8 de diciembre de 2009, fueron presentados en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el 19 de enero de 2010 por el Excelentísimo Monseñor Nikola Eteroviæ, Secretario General del Sínodo de los Obispos, y por el Sub Secretario Monseñor Fortunato Frezza. El documento se difundió ampliamente, también a través del sitio internet vaticano en las páginas de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.

Las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, las Conferencias Episcopales, los Dicasterios de la Curia Romana, la Unión de Superiores Generales y otros organismos interesados dispusieron de tiempo hasta la Pascua del 2010 – que por providencial coincidencia fue celebrada por todos los cristianos, incluidas todas las tradiciones, en la misma fecha del 4 de abril – para enviar a la Secretaría General del Sínodo de los Obispos las respuestas al Cuestionario de los Lineamenta. Las respuestas debían servir para redactar el Instrumentum laboris, documento de trabajo de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.

El Instrumentum laboris

A pesar del poco tiempo a disposición para el estudio de los Lineamenta, el porcentaje de las respuestas fue bastante satisfactorio. Estas se dividieron en varias categorías, según las instituciones con las que la Secretaría General del Sínodo de los Obispos mantiene relaciones oficiales.

Instituciones: n° – Respuestas: %

Iglesias Orientales Católicas sui iuris: 6 – 6 (100 %)

Patriarcado latino de Jerusalén 1 – 1 (100 %)

Conferencias Episcopales: 3 – 3 (100 %)

Dicasterios de la Curia Romana: 26 [11] – 14 (56 %)

Unión de Superiores Generales: 1 – 1 (100 %)

A la Secretaría General del Sínodo de los Obispos llegaron también contribuciones de varios Institutos de Enseñanza Superior, de algunas Universidades, así como de comunidades religiosas y de fieles, incluso de personas laicas que se preocupan por el presente y futuro de la Iglesia Católica en Oriente Medio.

El Consejo Pre Sinodal para Oriente Medio se reunió los días 23 y 24 de abril de 2010 para examinar las respuestas que habían llegado a la Secretaría del Sínodo de los Obispos, y que fueron integradas en un borrador de Documento, redactado por la Secretaría General con la ayuda de algunos expertos. Este conservó substancialmente la estructura de los Lineamenta, facilitando la tarea del Consejo de examinar el Documento. Respetando las contribuciones recibidas de los citados organismos de los Episcopados de cada País, los Miembros del Consejo Presinodal enriquecieron los borradores con aportaciones individuales, resultado de su fecunda experiencia pastoral, dando válidas indicaciones para completar el texto, obra que fue realizada por la Secretaría General. A continuación, por correo electrónico, el Documento fue enviado a todos los Miembros del Consejo Pre Sinodal con la petición de enviar eventuales observaciones antes del 15 de mayo de 2010. Después de haber integrado el texto con las observaciones que llegaron, el Documento se completó y se tradujo en las 4 lenguas: árabe, francés, italiano e inglés. El 7 de junio de 2010, el Santo Padre Benedicto XVI tuvo la bondad de entregarlo personalmente en Nicosia, Chipre, a los Miembros del Consejo Pre Sinodal, en representación de todo el Episcopado de Oriente Medio.

Después de la entrega del Instrumentum laboris por parte del Santo Padre, al que una vez más damos las gracias más profundas, el Documento fue ampliamente difundido por la Secretaría General del Sínodo, haciendo uso, entre otros medios, de la propia página en el sitio vaticano.

Nombramiento de los Miembros de la Presidencia de la Asamblea sinodal

El 24 de abril de 2010, el Sumo Pontífice Benedicto XVI nombró a los miembros de la Presidencia de la Asamblea Especial para Oriente Medio:

– dos Presidentes Delegados ad honorem: Su Beatitud Señor. Card. Nasrallah Pierre SFEIR, Patriarca de Antioquía de los Maronitas, Líbano, y Su Beatitud Señor. Card. Emmanuel III DELLY, Patriarca de Babilonia de los Caldeos, Iraq.

– dos Presidentes Delegados: Su Eminencia Señor Card. Leonardo SANDRI, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y Su Beatitud Ignace Youssif III YOUNAN, Patriarca de Antioquía de los Sirios, Líbano.

Relator General: Su Beatitud Antonios NAGUIB, Patriarca de Alejandría de los Coptos, Egipto.

Secretario Especial: Su Excelencia Mons. Joseph SOUEIF, Arzobispo de Chipre de los Maronitas, Chipre [12].

V) Observaciones de carácter metodológico

El Sínodo de los Obispos es el lugar privilegiado de la comunión episcopal. Con ocasión del mismo, los Obispos consolidan entre ellos y con el ro
mano Pontífice los vínculos de comunión efectiva y afectiva. No se trata solamente de un sentimiento, por muy noble que sea. Es una realidad eclesial que exige asidua presencia, paciente escucha, gran disponibilidad, atención al prójimo, consideración por las necesidades del otro, colaboración con los hermanos, sacrificio orientado al bien de todos. Tengo la seguridad de que con este espíritu de servicio eclesial, cada Padre sinodal estará dispuesto a aceptar y cumplir el encargo que le será confiado, por elección, por designación o por nombramiento, ofreciendo la propia aportación para el éxito de la Asamblea sinodal. Con frecuencia se trata de servicios escondidos, pero muy importantes para el éxito de la Asamblea sinodal. Para que el mayor número posible de Padres sinodales pueda desempeñar un papel activo a favor de toda la Asamblea, se recomienda vivamente que cada uno ejerza solamente un cargo.

En la Audiencia que se me concedió el 26 de marzo de 2010, el Santo Padre Benedicto XVI, aprobó los criterios sobre la participación en la Asamblea sinodal, acordados en seno al Consejo Presinodal para Oriente Medio de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, que se reunió los días 24 y 25 de noviembre de 2009. Después de la aprobación del Sumo Pontífice, dichos criterios se comunicaron a los Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de la región.

Según la decisión del Santo Padre Benedicto XVI, en la Asamblea sinodal participan ex officio todos los Obispos activos de Oriente Medio: Ordinarios y Auxiliares, y quienes se equiparan a ellos. En dicho número están incluidos los cardenales sin límite de edad y los Jefes de las mayores Iglesias Orientales Católicas sui iuris. Además, tienen derecho a participar en la Asamblea sinodal los Obispos de la Diáspora de las respectivas Iglesias Orientales Católicas.

El Santo Padre aprobó también que los Países del África nororiental estén representados por un Obispo. Además, su Santidad dispuso que participen en la Asamblea sinodal los Presidentes de las Conferencias Episcopales de los cinco continentes. Su presencia es signo de la cercanía del episcopado universal a los hermanos obispos de Oriente Medio. A ellos se añaden también los Obispos representantes de Países que acogen fieles provenientes de Oriente Medio y que ofrecen una notable ayuda a la Iglesia Católica en la región, ya mediante misioneros y misioneras, ya de naturaleza financiera. Conforme a las normas del Ordo Synodi Episcoporum, el Santo Padre completó el número de los Padres sinodales con nombramientos propios.

El Santo Padre Benedicto XVI aceptó con agrado la propuesta del Consejo Pre Sinodal de invitar un significativo número de Oyentes, hombres y mujeres, comprometidos en la evangelización y en la promoción humana en Oriente Medio. Su presencia y su palabra permitirán tener una visión amplia sobre la vida eclesial y social en la región, considerada también por parte de los laicos. En la Asamblea sinodal está presente un significativo número de Expertos, dispuestos a asistir con su preparación y experiencia al Secretario Especial y al Relator General durante los trabajos sinodales.

La metodología sinodal no ha sufrido grandes cambios en relación a la que se ha ya verificado en los recientes sínodos presididos por el Santo Padre Benedicto XVI. Sin embargo, puede ser útil recordar algunos elementos importantes.

1) Se invita vivamente a todos los Padres sinodales a leer atentamente el Vademecum que cada participante ha recibido. Siguiendo las normas de la Carta Apostólica Apostolica sollicitudo y del Ordo Synodi Episcoporum, como también la praxis sinodal, en dicho documento se describe detalladamente el modo de proceder en la presente Asamblea sinodal.

2) El Vademecum está impreso en cuatro lenguas: árabe, francés, italiano e inglés, mientras para mayor comodidad el Kalendarium de los trabajos se presenta en lengua latina, que es aún la lengua oficial del Sínodo de los Obispos. De este resulta que se prevén 14 Congregaciones generales y 6 Sesiones de Círculos menores.

3) También en la presente Asamblea, con el fin de facilitar una mayor participación, cada Padre sinodal podrá intervenir en el Aula sinodal durante 5 minutos. Se espera que tome la palabra el mayor número posible. De todas formas, cada Padre sinodal podrá entregar por escrito su intervención, que se examinará con atención y se tendrá en cuenta en el momento de redacción de las propuestas de los documentos.

4) Para favorecer una mayor profundización de los temas en el orden del día, al final de las Congregaciones Generales de la tarde, desde las 18 a las 19, habrá una hora de discusión libre. Los Padres sinodales que pidan la palabra, podrán hablar no más de 3 minutos.

A propósito de esto, permítanme indicar dos aspectos. Es importante tener presente que la discusión libre se deberá circunscribir al tema del Sínodo: «La Iglesia Católica en Oriente Medio: comunión y testimonio». Es un argumento muy importante y rico de contenido, que necesita ser profundizado en varios aspectos eclesiales y que se debe intentar traducir en iniciativas de actividad pastoral. Se ruega por tanto a los Presidentes Delegados que presten atención para que la discusión no salga del tema establecido. Es oportuno, además, que en la discusión libre, los Padres hablen sin leer el texto escrito, como en el caso de las intervenciones oficiales durante las Congregaciones generales. Eventualmente pueden tener apuntes, pero se han de preferir las intervenciones libres, incluidas las preguntas, las reflexiones espontáneas, aunque no sean perfectas en su formulación.

5) Para evitar la innecesaria repetición de los temas, he pedido a los Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas que se pongan de acuerdo sobre los argumentos de las intervenciones de cada miembro, de tal forma que la posición del respectivo Sínodo de los Obispos de cada Iglesia sui iuris pueda ser presentada fielmente, en su globalidad, con una rica variedad de temas. La Secretaría General actuará de forma que se pueda escuchar la voz de todas las Iglesias Orientales Católicas, incluso de las que tienen menos Obispos. Para ordenar las intervenciones es muy importante que los Padres sinodales pidan cuanto antes la palabra. Por lo demás, dado que la Asamblea sinodal dura dos semanas, solamente la primera semana se reserva a las intervenciones de los Padres sinodales en esta aula.

6) Se pide amablemente a los Padres sinodales que tengan cuidado con las síntesis de los textos pronunciados, que normalmente son publicadas. Si alguno, por alguna razón, no quiere que se difunda su intervención, se ruega indicarlo a la Secretaría General. Lo mismo vale también para los textos in scriptis, que siempre se pueden entregar a la Secretaría General.

7) La Secretaría General ha asegurado la traducción simultánea en las 4 lenguas oficiales de la Asamblea sinodal: árabe, francés, italiano e inglés. En dichas lenguas es posible realizar intervenciones durante los trabajos.

8) También las Proposiciones se pueden redactar en estas cuatro lenguas. Se recomienda encarecidamente que cada proposición sea concisa, centrada sobre un único argumento. Teniendo presente la doctrina de la Iglesia, que no es preciso repetir, los Padres sinodales deberían más bien proponer consejos finalizados a profundizar la comunión eclesial y a reavivar el testimonio cristiano en Oriente Medio para el bien de la Iglesia Católica.

9) Para favorecer lo más posible la comunión entre los Padres sinodales, los Círculos menores serán en tres lenguas: árabe, francés e inglés. Próximamente recibirán Uds. la lista de los miembros de cada círculo, compuesto en general según vuestras indicaciones sobre el conocimiento de las lenguas. Se puede cambiar de círculo meno
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solamente por un grave razón y de acuerdo con el Secretario General.

10) Para facilitar el trabajo, en la actual Asamblea sinodal se utilizarán también los medios electrónicos. En el Vademécum encontrarán indicaciones precisas sobre el modo de usarlos. Si fuera necesario, los Padres podrán ayudarse recíprocamente, sobre todo al inicio de los trabajos, indicando al que está al lado cómo utilizar dichos medios. En cualquier caso, en el aula estarán presentes técnicos, a los que eventualmente podrán pedir asistencia. Es importante que cada Padre respete el lugar que le ha sido asignado según la precedencia, ya que cada una de las sillas está relacionada con un número en el sistema electrónico de voto. Además, con el sistema electrónico todos los días se efectuará el control de las presencias. Habrá, además, varias elecciones y votaciones con el instrumento que tenéis a vuestra disposición.

11) La presencia de algunos Delegados fraternos, representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales, es ya una praxis afianzada. Su participación es particularmente significativa en esta Asamblea sinodal, teniendo en cuenta su presencia en Tierra Santa y en Oriente Medio. Podrán dirigirse a la Asamblea y participar en los trabajos de los círculos menores. Los cristianos están llamados en todas partes, pero de modo especial en la Tierra de Jesús, a proceder en el camino hacia la plena unidad de todos los que creen en el Se or Jesús, que han recibido el Espíritu Santo para glorificar con las palabras y sobre todo con su vida a nuestro Padre que está en los cielos.

12) Se esperan también a tres invitados especiales durante los trabajos sinodales. Se trata del rabino David Rosen, Director del Departamento para los Asuntos Interreligiosos del American Jewish Committee y Heilbrunn Institute for International Interreligious Understanding, Israel, y de los Señores: Muhammad al-Sammak, Consejero Político del gran Muftí de Líbano, para el Islam suní, y del Ayatolá Dr. Seyed Mostafa Mohaqhegh Ahmadabadi, Ph. D., Profesor en la Facultad de Derecho en la Shahid Beheshti University de Teherán y Miembro de la Academia Iraniana de las Ciencias, para el Islam chií. Agradecemos a los tres invitados que hayan aceptado la invitación del Santo Padre a participar en esta Asamblea. Se trata de un gesto significativo que confirma la voluntad de la Iglesia Católica de continuar el diálogo con el judaísmo, con el que comparte la mayor parte de los libros del Antiguo Testamento. La presencia de dos ilustres musulmanes representa, además, la voluntad de seguir adelante en el diálogo vital entre los cristianos y el mundo del Islam para el bien de los fieles de las respectivas religiones, como también de los habitantes de Oriente Medio y de todo el mundo.

VI) Conclusión

«Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15). Jesús resucitado pronunció estas palabras en Jerusalén antes de subir al cielo y sentarse a la diestra de Dios (cfr. Mc. 16, 19) El Maestro había asegurado a los discípulos: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). Por tanto, el Señor acompa aba la difusión del Evangelio que desde Tierra Santa se extendía a todo el mundo: «Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Se or con ellos y confirmando la Palabra con los signos que la acompa aban» (Mc 16, 20). El anuncio de la Buena Nueva presuponía dos dimensiones esenciales: la comunión y el testimonio. Estas son connaturales al cristianismo desde los inicios. Jesucristo había elegido a los doce apóstoles (cfr Mt 10, 1-4: Mc 13, 13-19; Lc 6, 13-16), formando con ellos el núcleo de la Iglesia. A continuación, Jesús designó otros setenta y dos discípulos, enviándolos «de dos en dos, a todas las ciudades y sitios adonde él había de ir».(Lc 10, 1). Entre sus discípulos, cuyo número crecía cada vez más, se encontraban «algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades…que les servían con sus bienes» (Lc 8, 2.3). A pesar de la variedad de las vocaciones y tareas impartidas, todos tenían el compromiso de vivir el ideal de la vida cristiana: «la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32). Por otra parte, el Se or antes de subir al cielo dijo a los discípulos: «recibiréis una fuerza cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y de este modo seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y en Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hch 1, 8).

La Palabra del Señor Jesús se puso en práctica. Basta recordar las misiones de los Apóstoles en el mundo entonces conocido, su testimonio hasta el martirio, como también la fundación de las primeras comunidades cristianas según el ideal evangélico de «un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32). Encontrándonos en Roma, es justo evocar de nuevo con gratitud el ejemplo de los Santos Pedro y Pablo que, abandonando sus tierras de origen, llevaron el Evangelio al centro del imperio romano y concluyeron su predicación con el martirio, expresión suprema del testimonio cristiano. Desde aquel tiempo, en Roma existe una floreciente comunidad cristiana, cuya cabeza es el propio Obispo que, por divina Providencia, preside en la caridad toda la Iglesia. El 264 sucesor del apóstol Pedro, como también de la herencia apostólica de Pablo, Papa Benedicto XVI, acoge cordialmente a los hermanos de Tierra Santa, que han venido a Roma a la Asamblea Especial para presentarle en persona la situación de la Iglesia Católica en Oriente Medio, para profundizar el sentido de comunión católica, teniendo presente también su dimensión ecuménica, y para reavivar el testimonio cristiano. No cabe duda de que bajo la sabia presidencia de Su Santidad Benedicto XVI tales propósitos se realizarán. Al mismo tiempo, los Padres sinodales de Oriente Medio están muy agradecidos al Santo Padre por el constante apoyo, del que es expresión privilegiada esta Asamblea sinodal, por el incansable compromiso en la busca de soluciones justas y duraderas a los graves problemas de la región, sobre todo el advenimiento de la paz en la justicia. Están igualmente agradecidos al Sumo Pontífice porque con el carisma petrino ayudará a los Obispos de Oriente Medio a lograr la finalidad de esta Asamblea sinodal. Es de esperar que, volviendo de Roma, al final de la Asamblea sinodal, los Pastores de las beneméritas Iglesias Orientales Católicas, como también la Iglesia de tradición latina, podrán glorificar a Dios por un renovado sentido de comunión y por un nuevo vigor en el testimonio cristiano, en los ambientes en los que viven y en los contactos que mantienen no solamente con los cristianos, sino también con los miembros de otras denominaciones religiosas, sobre todo con los judíos y musulmanes.

Para que dicho deseo pueda realizarse, invocamos la intercesión de todos los santos de la región, en particular de los numerosos mártires de Tierra Santa y, sobre todo, de la Beata Virgen María, madre de Jesús y madre de la Iglesia. Ella no cesará de velar por la amada Iglesia Católica en la tierra donde Ella vivió colaborando en la realización del sublime misterio de la encarnación y de la redención del hombre y de la humanidad. Invitándonos: «haced lo que él os diga» (Jn 2, 5), Ella nos exhorta a tener confianza no en nuestras fuerzas y proyectos, sino más bien en la promesa: «no temas, peque o reba o, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino» (Lc 12, 32).

Gracias por la paciente escucha. Que la gracia del Espíritu Santo nos acompa e en nuestro trabajo sinodal.

Nicola Eterovic
Arzobispo titular de Cibale
Secretario General

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NOTAS

[1] Organizzare sessioni continentali del Sinodo in preparazione al Terzo Millennio, L’Osservatore Romano, 16-17 de enero de 1995, pág. 4.

[2] Benedicto XVI, Discurso en Nicosia con ocasión de la entrega del Instrumentum laboris del Sínodo para Oriente Medio, L’Osservatore Romano 7-8 de junio de 2010, pág. 9.

[3] Ibidem

[4] Ibidem

[5] Ibidem

[6] Cfr. Calendario Atlante De Agostini 2010, Instituto Geográfico De Agostini, Pioltello (MI) 2009, pág. 678.

[7] Benedicto XVI, Discurso en Nicosia con ocasión de la entrega del Instrumentum laboris del Sínodo para Oriente Medio, L’Osservatore Romano 7-8 de junio de 2010, pág. 9.

[8] Los datos estadísticos se han tomado del Annuarium Statisticum Ecclesiae 2008, Citt del Vaticano 2010, páginas 281 y 285-287.

[9] Benedicto XVI, Ad Patriarcas et Archiepiscopos Maiores Orientales, AAS 101 (209) pág. 858

[10] Ibidem, pág. 858.

[11] Aunque los Lineamenta se enviaron también a los 26 Dicasterios, las respuestas llegaron de aquellos que más siguen la situación eclesial en Oriente Medio Y cuyos Responsables participan en la Asamblea sinodal.

[12] Cfr. L’Osservatore Romano, 25 de abril de 2010, pág. 1.

[Traducción al español distribuida por la Secretaría del Sínodo]

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ZENIT Staff

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