CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 3 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- .- «La reflexión de un sabio sobre lo que es más importante en la vida, el auténtico significado de Jesucristo», así presentó la casa editorial Azbuka la traducción al ruso del libro de Benedicto XVI «Jesús de Nazaret», del que se tirarán 20.000 ejemplares.
El volumen fue presentado este martes en Moscú en el Centro Cultural Biblioteca del Espíritu.
Durante el evento, el arzobispo de la Madre de Dios de Moscú, monseñor Paolo Pezzi, intervino afirmando que, aunque «quizás no existe ‘argumento’ sobre el que se hayan escrito más libros» que Jesús de Nazaret, el del Papa tiene «por varios motivos un valor excepcional».
El primer motivo, explicó en su intervención, recogida por L’Osservatore Romano, es el mismo hecho de que «su autor no sólo es uno de los más grandes teólogos que hoy existen, sino que es también, como es notorio, el Papa de Roma», lo que «da lugar a una paradoja fascinante: este libro lo escribe un Papa, pero no lo escribe como Papa».
«Lo escribe el Papa, pero no lo escribe, por así decirlo, «desde lo alto» de su cátedra, sino como un simple creyente, como un investigador apasionado, que durante toda la vida se ha esforzado en profundizar su conocimiento personal de Jesús y las razones de su fe en Él», añadió.
El hecho de que el propio Pontífice pida en el prefacio que no se tome el libro como un «acto magisterial», sino «únicamente como expresión de mi búsqueda personal del rostro del Señor», hace de la obra «un testimonio singular, en cierto sentido ‘sin precedentes’, de ‘laicidad'», entendiendo con este término «el hecho de que quien habla decide ponerse al nivel del interlocutor, del pueblo («laòs«, pueblo) al que se dirige; no pretende de hecho el asentimiento, la adhesión del lector, basándose en una pretendida autoridad propia».
La propuesta del Papa lleva por tanto en sí misma «un doble aspecto: un aspecto de humildad y un aspecto de audacia: humildad, porque su autor, sin preocuparse demasiado de su propio papel institucional, acepta exponerse al tamiz de la razón y de las críticas del interlocutor. Audacia, porque el autor está convencido de la fundamentación de lo que escribe, y por ello quiere, desea correr el riesgo de esta exposición».
Si se quiere ser de verdad testigos del Evangelio en un mundo «cada vez más indiferente en su mayor parte, cuando no hostil al anuncio cristiano», por otro lado, es necesario aceptar «un riesgo personal, un exponerse en primera persona al juicio y a la crítica del mundo».
Preguntándose por el motivo de escribir un libro sobre Cristo, monseñor Pezzi respondió que «el Papa está convencido que hoy, la única cosa que desde hace 2000 años hace el cristianismo verdaderamente interesante para los hombres más distintos corre el riesgo de desaparecer de la visión del hombre, tanto ateo como creyente, y este hecho es sencillamente Jesús».
Otro «gran mensaje» del libro subrayado por el prelado es que la fe «no tiene miedo de la ciencia».
«Ciertamente, se puede no creer en lo que los Evangelios nos han contado -admite-. La ciencia no podrá nunca producir la fe por sí misma, esto el Papa lo sabe muy bien», pero «no sólo la ciencia no está en grado de poner en duda el núcleo central de la imagen de Jesús que emerge de los Evangelios, sino que precisamente, esta imagen, después de dos siglos de excavar minuciosamente los textos desde el punto de vista científico, sigue resistiendo, y a fin de cuentas, según el Papa, parece la más ‘sensata y convincente’, ‘la más plausible'».
En el libro del Papa, añade monseñor Pezzi, «se nota en cada página el amor que llena al que escribe, la emoción de su mirada, cautivado por la belleza del Rostro que está ante él. A pesar de la dificultad de algunas páginas más complejas, nunca se pierde la impresión de que Ratzinger está describiendo el Rostro de Uno que él conoce como se conoce a un amigo».
Por su parte, el arzobispo Antonio Mennini, representante de la Santa Sede ante la Federación Rusa, afirmó que el llamamiento de Benedicto XVI a «ensanchar la razón» constituye un desafío para verificar si la propuesta del Cristo vivo y presente en su Iglesia responde a la eterna sed del hombre».
«Sólo nuestra libertad, la libertad de cada persona, midiéndose en un diálogo franco y sincero con la persona de Cristo, es la única que puede encontrar la verdadera respuesta, de la cual depende nuestra felicidad. Y quizás también el futuro mismo del mundo», añade el prelado.
«Jesús de Nazaret» concluye monseñor Mennini, «es el libro de un hombre culto, de un europeo de nuestros días que conoce y que ha vivido como protagonista el esfuerzo del encuentro-desencuentro entre la ciencia y la fe, y que ha salido de él reforzado y enriquecido».